editorial

La Dama de Hierro

  • El nombre de Margaret Tatcher quedará grabado por siempre en la memoria de los ingleses. Y también en la de los argentinos.
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Los enemigos ingleses de Margaret Tatcher solían llamarla socarronamente “Tina”, término que surge al unir las primeras letras de las palabras que componen la frase “There is no alternative” (No hay alternativa).

Ésa era la respuesta favorita de la “Dama de hierro” ante los reclamos sociales que, inevitablemente, surgían frente a su visión de la política y la aplicación de un riguroso programa económico desde su llegada al gobierno inglés en 1979, dirigido a reducir de manera drástica el Estado a través de privatizaciones que alcanzaron empresas tan emblemáticas como la British Gas, British Telecom o British Airways.

El nombre de la mujer que acaba de fallecer en la ciudad de Londres, quedará grabado para siempre en la historia de su país. A lo largo de su larga y prolífica carrera, se ganó el mote de “Dama de hierro” por la convicción y fiereza puestas de manifiesto a la hora de llevar sus decisiones a la práctica.

No toleró las protestas sindicales, reprimió las manifestaciones sociales, recortó presupuestos en áreas tan sensibles como el transporte, los servicios públicos y la educación.

Pero Tatcher no estaba sola. En realidad, esta dirigente “Tory” nacida el 13 de octubre de 1925 y que llegó al poder en momentos en que el Partido Laborista había conducido al país a una virtual paralización, irrumpió en escena durante una época en la que las posturas conservadoras prevalecían en gran parte del planeta.

En los Estados Unidos, por ejemplo, gobernaba Ronald Reagan, con quien logró establecer un estrecho vínculo bilateral. Y en gran parte de Latinoamérica, lo hacían dictaduras de derecha decididas a implementar por la fuerza el mismo neoliberalismo económico que se encontraba en auge en el resto del mundo occidental.

Algunas de sus frases célebres la pintaban de cuerpo entero: “Ser poderoso es como ser una dama. Si tienes que andar diciéndolo, es que no lo eres” o “Soy extraordinariamente paciente, siempre que, al final, me salga con la mía”.

El nombre de Margaret Tatcher no sólo retumbará por siempre en la historia política de su país. En realidad, hace tiempo que ese nombre también está grabado a fuego en la historia de la Argentina.

A principios de 1982, cuando Tatcher tambaleaba en medio de una fuerte crisis económica y su gobierno debía enfrentar huelgas que se multiplicaban a lo largo y ancho de Inglaterra, un puñado de militares decadentes que gobernaban a los argentinos tomaron una trasnochada decisión: recuperar por la fuerza las islas Malvinas, con el objetivo de iniciar un proceso que culminara en un acuerdo diplomático.

Se equivocaron. Aquella decisión no sólo provocó la muerte de más de 650 soldados argentinos, sino que le dio a Tatcher el aire político que necesitaba: “Sabíamos lo que teníamos que hacer, fuimos y lo hicimos. Gran Bretaña es grande otra vez”, dijo al final de la guerra.

La Dama de Hierro logró gobernar su país hasta 1990.