Lengua Viva

Cultura ¿Para qué?

Lic. Evangelina Simón de Poggia

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Si queremos incursionar en nuestro tema, no tendremos más remedio que anclar en la polémica Modernismo/Posmodernismo, lo que Casullo (Modernidad, biografía del ensueño y la crisis) entiende como “...la controversia de una época que

se siente en mutación de referencias y debilidad de certezas....”.

Ese mundo modernista organizado, en donde la creatividad y la libertad se sentían como un derecho propio del hombre desde su interioridad, que tenía a la razón como un nuevo ideal legitimador de la organización de la humanidad, ese mundo concebía a la cultura desde la ciencia, el arte y la moral mancomunadas en pro de la búsqueda de certezas absolutas.

Hoy la pregunta es ¿sigue vivo ese espíritu de unidad? ¿Sigue siendo la creencia en el progreso global lo que emancipará y unirá a la humanidad? Lo cierto es que los ideales modernistas se fueron debilitando para dar paso a una nueva visión de la vida y del hombre. Hubo grandes transformaciones. Ahora el transcurrir de la humanidad se rige por una pluralidad de códigos, los valores no son los mismos para todos, desaparecen las antinomias, y, como diría C.Reigadas, la cultura moderna comienza a perder fuerza y vigor y todos aquellos aspectos que la modernidad vivió en conflicto, hoy conviven sin fuerza ni pasión.

Hay un nuevo orden mundial encabezado por la informatización y la preponderancia de los medios de comunicación como principios organizadores de la cultura. Vemos como paulatinamente el culto al cuerpo legitima los valores en aras de una pretendida realización personal, convirtiendo a los sujetos en simples usuarios, objetos de placer, de lujo, de créditos, trabando, de esta manera, toda creatividad .

Hay tal abundancia de información e impacto visual que no pueden ser elaborados para su comprensión, de tal suerte que suelen producir la indiferencia para llegar a la conclusión de que todo es válido. Esta situación indefectiblemente nos lleva a pensar si el hombre al desconocer toda autoridad, al desarrollar su deseo de consumismo, al debilitarse las ideologías con el “todo vale” desde una perspectiva ética, no estaremos cayendo en un vaciamiento de contenido y, por ende , de sentido.

La Argentina vive el clima de la posmodernidad y muchos de nuestros jóvenes están inmersos en él, desarrollando su individualismo con la utopía de la libre elección consumista de los grandes shopping-center, dominados por los íconos culturales del mercado plagados de modas, publicidad, afiches, etc. que los lleva, muchas veces, a una vestimenta grotesca y a un cuerpo con el aspecto deseado.

Podríamos seguir, pero, quizás, convenga hacer un alto en el caminar de nuestro pensamiento para preguntarnos ¿Qué ha pasado con esa “cultura” como saber universal y trascendente imprescindible para el crecimiento personal?

Nos apropiamos de las palabras de Mallea cuando dice que la cultura es coronación de grandes y majestuosos sufrimientos, es todo aquello que no gana, sino que hace ganar, es todo lo que no triunfa, sino después, es esperanza.