“El de las pintadas es un cobarde que no es de Unión”

“El de las pintadas es un cobarde que no es de Unión”

Una de las paredes que apareció con pintadas intimidatorias hacia los jugadores y también contra el presidente de Unión. Foto: Gentileza Hugo Pascucci

 

Enrique Cruz (h)

Sorprendieron las pintadas de ayer. Salvo el partido ante Quilmes, donde el hincha explotó, reaccionó contra los jugadores y también contra la dirigencia (el presidente Spahn admitió que le salivaron el coche cuando se iba del estadio), no hubo luego —ni antes tampoco— un clima beligerante y agresivo en contra del plantel. Unión no es Independiente. Su realidad, aunque más complicada en lo deportivo y terminal, no es la de un club como el de Avellaneda que se desangra en un clima interno muy difícil, con amenazas constantes a los jugadores y al presidente, más un plantel que tiene que entrenarse con custodia policial. No es que al hincha de Unión no le importe o no sienta lo que está pasando, pero la sensación es que hay una mezcla de resignación y de aceptación de la realidad que lo lleva a, por ejemplo, despedir con una ovación al plantel cuando empató ante Lanús el último partido de local. Y eso que hace casi un año que no gana en esa condición.

Es indudable que la columna del “debe” es muy grande y que los números tienen un rojo que encandila. Unión le ha fallado deportivamente al hincha. Le dio el caramelo del ascenso y el festejo enloquecido en el añorado retorno luego de ocho años de padecimiento en la B, con escaso protagonismo (apenas una posibilidad de ascenso a través de la Promoción ante Gimnasia de Jujuy), pero dilapidó todo en un año que debe ser de lo peor que le ocurrió, en las matemáticas, en toda su historia.

Sin embargo y más allá de ese despilfarro deportivo, el hincha verdadero se está bancando estoicamente el enorme fracaso. Y sorprende por cómo lo asume, algo que debería ser natural siempre pero que no es común en esta Argentina donde el fútbol se vive de una manera histérica y violenta.

El Litoral habló esta mañana con Luis Spahn sobre las pintadas que aparecieron ayer en el club, en contra de él y de los jugadores, con epítetos agraviantes y amenazas intimidatorias.

—¿Qué pensás de esta situación, Luis?

—Que no le voy a dar trascendencia. Es un cobarde que, si tiene algo que decir, que venga y lo diga en el club. Me imagino que no es un hincha de Unión.

—¿De dónde viene entonces?

—No lo sé. Será el resentimiento de alguien que está poniendo su situación personal por encima de la del club. No le hace ningún beneficio a Unión porque tenemos que resguardar nuestro patrimonio. Y nuestro patrimonio son los jugadores.

—¿Se han tomado medidas de seguridad?

—Por supuesto, pero sólo para llevar tranquilidad a los jugadores. Entiendo que se trata de la expresión pasional de un hincha o de un grupo muy minúsculo.

—¿Pensás que fue gente de Unión, hinchas comunes y enojados, o lo atribuís, como dijiste antes, a otra esfera?

—No sé si fue gente de Unión. Y si lo fueron, flaco favor le hacen al club y al plantel de jugadores que constituyen nuestro patrimonio. No colaboran en nada, al contrario.

—¿Qué opinás del clásico que se viene?

—No opino nada. Tenemos un partido el sábado, tenemos un proceso eleccionario, tenemos que terminar la obra de la tribuna nueva y tenemos que pensar en no cometer errores y en arbitrar todos los medios para que, si nos toca bajar de categoría, volver enseguida y hacerlo mejor armado y preparado para que la participación de Unión en Primera no sea tan efímera.