•  

Tenso clima político en Venezuela

La situación política de Venezuela está muy lejos de estabilizarse. La ausencia de un liderazgo como el de Chávez es cada vez más visible y Maduro parece no exhibir las condiciones exigidas a un sucesor.

 

La situación política de Venezuela está muy lejos de estabilizarse. La ausencia de un liderazgo como el de Chávez es cada vez más visible y Nicolás Maduro parece no exhibir las condiciones exigidas a un sucesor. Al respecto, se sabe que los liderazgos carismáticos generan serios problemas a la hora de la sucesión. Las alternativas suelen girar alrededor de soluciones institucionales que permitan cohesionar aquello que sólo el líder podía mantener unido. Esta posibilidad no se está cumpliendo con Maduro. Las disidencias internas en el gobierno son cada vez mas evidentes, y a ello se suman las limitaciones políticas de Maduro, un dirigente torpe y con serias dificultades para ejercer la autoridad, más allá de sus bravatas y desplantes.

Mientras tanto, los líderes de la oposición continúan impugnando el reciente proceso electoral. El reclamo está planteado ante la Justicia de Venezuela y ante los organismos internacionales. Para la oposición no hay dudas de que el oficialismo cometió fraude, una acusación que se refuerza ante la resistencia del oficialismo a recontar los votos. El conflicto está abierto y, tal como se plantean los hechos, no hay señales de que se vaya a resolver en lo inmediato. Lo que en su momento pareció ser un trámite formal promovido por Hernán Capriles, es decir, protestar por el resultado de unos comicios reñidos, ahora se ha transformado en un afilado instrumento político para minar la legitimidad del régimen. Y toda esta suma de conflictos sobrevuela sobre un mar de fondo caracterizado por la agudización de las condiciones económicas y sociales, un diagnóstico que ya estaba planteado en tiempos de Chávez y que ahora se ha profundizado.

Planteada la realidad desde esta perspectiva, el futuro político de Venezuela se presenta como una gran incógnita. Desde el punto de vista político y social el país está partido por la mitad y las posibilidades de negociación o acuerdo son cada vez más remotas El oficialismo ha maniobrado para conseguir el respaldo de Unasur y recurre a todo el poderío que le brindan los instrumentos del Estado para sostener su posición. Las denuncias de instituciones de derechos humanos certifican que el autoritarismo se ha acentuado. Los controles internos y las represalias contra empleados públicos imputados de no haber votado por el chavismo están a la orden del día, y los discursos políticos son cada vez más amenazantes.

Por su parte, Capriles ha pasado de exigir el recuento de los votos a sugerir que la solución de fondo es convocar a nuevos comicios, propuestas que, por supuesto, el chavismo rechaza de cuajo. El problema abierto en la actualidad es que la presión sobre la caldera social es cada vez más alta y no se descarta que una salida posible a la crisis sea un cuartelazo militar. Si esto ocurriera, a nadie escapa que todos los problemas actuales se agravarían de manera acelerada. Las fuerzas armadas han sido y son el sostén principal del chavismo, pero en los últimos tiempos las disidencias internas son cada vez más intensas, por lo que una intervención militar no haría otra cosa que abrir la caja de Pandora, a la que en su momento Chávez se ingenió para mantener cerrada y controlada.

Las fuerzas armadas han sido y son el sostén principal del chavismo, pero en los últimos tiempos las disidencias internas son cada vez más intensas.