La peña sabalera de Mendoza anticipó el festejo del cumpleaños 108 del club
Poco sol, buen vino y Colón
Estuvieron los dirigentes, participó buena parte del cuerpo técnico de Morant y hubo una gran sorpresa: el reconocimiento al paraguayo Cabañas, uno de los artífices de aquella epopeya ante el Santos de Pelé.
Juan Cabañas, el paraguayo que trajo Colón en la década del ‘60 y jugó contra el Santos. Hace más de cuatro décadas que vive en Mendoza. Foto: El Litoral
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Mendoza)
No fue una noche más la de anoche. Hace mucho tiempo que los colonistas tienen su peña en Mendoza. Los hemos visto en muchas oportunidades, no sólo concurriendo al Malvinas Argentinas o al escenario que fuere para acompañar al equipo, sino también visitando los hoteles para marcar presencia, sacarse fotos con los jugadores y recibiendo atenciones y compromisos de parte de los dirigentes. La de anoche -desapacible y amenazante- no fue una noche más porque en las vísperas del cumpleaños 108 del club, aprovecharon la presencia de Colón para armar un lindo y emotivo festejo que tuvo algunas particularidades que El Litoral, presente en el mismo, pudo advertir.
Además de Pedro Eusebio, Marcelo Maglianesi, Mario Leiva y Horacio Ruiz, los dirigentes que fueron a Mendoza, también se hicieron presentes (luego de cenar con los jugadores) los que colaboran con el Flaco Morant: Marcelo Goux, Ariel Segalla y Leonardo Díaz. Este último, por ejemplo, no sólo terminó su carrera en el fútbol mendocino sino que tuvo una actuación memorable en aquel recordado partido de ida de semifinales por el ascenso, en 1995, cuando en cancha de Godoy Cruz atajó un penal y mantuvo su arco en cero, permitiendo que el equipo juegue mucho más tranquilo la revancha que terminó con una notable goleada de aquel elenco de Chabay.
Pero la mayor sorpresa se dio con la presencia de uno de los que escribieron con letras rojinegras la significativa epopeya de 1964, cuando el 10 de mayo de ese año se le ganó al Santos de Pelé, el mejor equipo del mundo. Se trata del paraguayo Juan de Rosa Cabañas, quien aportó un valiosísimo álbum que no tiene muchas fotos, pero que guarda las más preciadas para él y para la historia de Colón: las de aquella tarde inolvidable de la victoria ante el Santos.
“Yo jugué en tres clubes nomás. Empecé en Libertad de Paraguay, me vine a la Argentina para jugar en Colón y luego a Mendoza para terminar mi carrera en Luján y radicarme definitivamente por estos pagos”, le cuenta Cabañas a El Litoral, acompañado por su familia y antes de recibir un reconocimiento de parte de los sabaleros.
“Nosotros éramos un equipo de la C, de la tercera categoría. Me acuerdo que un día nos agarramos a trompadas entre todos. Se metió en el medio el Pato Pastoriza, nos separó y nos dijo: ‘Ustedes están locos, ¿qué están haciendo? De la única manera que se triunfa es estando unidos’. Y ahí nomás nos separamos y empezamos a darle para adelante”, recuerda Cabañas, mencionando a uno de los hombres que desde Colón pudo llegar a consagrarse luego como jugador y entrenador, como fue el Pato Pastoriza.
Claro que en una charla con Cabañas es imposible no recordar al hombre que se encargó de poner a Santa Fe en un sitial de privilegio a nivel nacional: Italo Giménez. “¡Cómo no voy a recordarlo! Era un hombre pequeño, no tenía altura ni marcaba presencia física, pero se la sabía todas. A mí me pagó hasta lo último que me prometió. Me acuerdo que venía al entrenamiento y nos preguntaba contra quién queríamos jugar. Cuando nos avisó que estaba casi concretado el partido con el Santos no lo podía creer. Eran los mejores del mundo y lo tenían a Pelé en su apogeo. Después, la anécdota que cuenta Italo de la oferta para hacer la revancha es cierta. Querían que vayamos a Brasil a toda costa. Nos ofrecían todo, lo que le pidamos. Pero Italo no quiso, quería quedarse con la gloria de haberle ganado al Santos. Y nosotros también. ¿Quién nos iba a quitar lo bailado?”.
Mencionó a varios de los compañeros que tuvo en aquel equipo. “Yo llegué con varios paraguayos. Uno de ellos era Pérez y el otro Bareiro, al que le decían Barreiro pero no era así, era Bareiro (fallecido hace algunos años), que se quedó a vivir en Santo Tomé. El nuestro era un equipo humilde que había subido a la B por una orden, porque no ganamos ese torneo. Yo jugaba de ‘10’, de volante por izquierda. Y me gustaba meter diagonales. Teníamos un centrodelantero potente como Demetrio Gómez y había un wing chiquito, encarador, que se ponía un poco fastidioso si las cosas no le salían y tenía su temperamento. Me encantaría volver a verme con él porque me cuentan que lo ven seguido por el club”.
Hubo reconocimientos, algunos anuncios de parte de los dirigentes para colaborar con esta peña que cada día se hace más grande, otra presencia “famosa” como la del conocido Pancho de Coronda (infaltable su bandera en todas las canchas donde juegue Colón) y una gran cantidad de santafesinos, cada cual con su propia historia a cuestas, que alguna vez tuvieron que dejar Santa Fe y la vida los llevó a estos horizontes cuyanos, sin abandonar jamás las propias raíces y los sentimientos. Obviamente, Colón es uno de ellos y esa pasión por el club no tiene fronteras ni admite distanciamientos.
Un recuerdo que atesora Cabañas: una foto suya con Pelé antes del partido. De fondo, el sector este... Foto: El Litoral
Directivos de la peña de Colón en Mendoza, hoy presidida por Lucas Roberti, entregan un reconocimiento a Marcelo Goux, el ayudante de campo de Morant. Foto: El Litoral