Más tensión en Medio Oriente

Crece la preocupación por los ataques de Israel en Siria

Crece la preocupación por los ataques de Israel en Siria

Primer ministro israelí Benjamin Netanyahu durante un acto.

Foto: EFE

Por tercera vez en el año aviones israelíes bombardearon objetivos cerca de Damasco.

 

Sara Lemel - DPA

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Por tercera vez este año, las fuerzas aéreas israelíes han bombardeado un objetivo cerca de Damasco, aunque el último ataque en la madrugada de hoy es con mucha diferencia el mayor de todos: los habitantes de la zona hablaron de intensos relámpagos de luz en el cielo y fuertes olas expansivas. Con los ataques aéreos, no confirmados oficialmente, Israel persigue una intención clara: impedir el suministro de misiles iraníes a sus enemigos libaneses de la milicia chiita Hizbollah.

Israel no tiene ambiciones de ningún tipo de entrar en la guerra civil siria, pero con estos masivos ataques aéreos en el corazón del país vecino del norte, se arriesga a una peligrosa escalada de la explosiva situación en la región.

Un comentarista israelí habló hoy de “los mayores actos de guerra entre Israel y Siria desde 1973”, en referencia a la guerra del Yom Kippur, es decir, en cuatro décadas. Israel y su archienemigo Irán llevan a cabo una “lucha abierta” por el territorio sirio, señala el analista.

Teherán utiliza Siria desde hace años como país de tránsito de sus suministros de armas a Hizbollah y la mayor preocupación de Israel es que en la confusión de la guerra y ante la creciente desestabilización del régimen de Bashar al Assad, peligrosas armas químicas puedan caer en manos de la milicia libanesa. Esas armas serían un factor que podría cambiar las reglas del juego, al modificar el equilibrio de fuerzas militares entre las partes.

Pero también el suministro de otras armas convencionales suponen para Israel una “línea roja” que no se puede cruzar. Los últimos ataques aéreos contra un centro militar al norte de Damasco se dirigían, según la radio israelí, contra un convoy con misiles iraníes del tipo Fateh-110 destinados a Hizbollah, considerados muy precisos y con un alcance de unos 300 kilómetros. Con ellos se podría atacar desde Líbano el interior de Israel. Por eso Israel considera esas armas una bomba latente que es necesario desactivar.

Además, los misiles Fateh-110 pueden ser dotados de cabezas explosivas convencionales y llevar en torno a media tonelada de explosivos y “naturalmente, impactar contra Israel”, señaló la periodista israelí experta en temas militares Carmela Menashe.

El ex ministro de Defensa y ex jefe del Estado Mayor israelí Shaul Mofas señaló que el ataque envía un mensaje no sólo a Irán, sino a todos los enemigos de Israel. Hizbollah intenta expandir su posición de dominio en la región ante el colapso de las estructuras en Siria, e Irán le ayuda en su objetivo.

El experto en Siria Eyal Zisser dijo hoy a dpa que Al Assad entiende que los ataques israelíes están dirigidos contra Irán y Hizbollah y no contra Siria. “Por el momento la tendencia de todas las partes es tranquilizar la situación, pero no está claro cuánto tiempo se sostendrá”.

Los suministros de armas a Hizbollah se producen desde hace años con la aprobación de Siria. Con los ataques aéreos perpetrados desde enero, Israel ha impuesto un “efectivo bloqueo” de facto contra la milicia.

Pero sigue habiendo un peligroso juego de alto riesgo: “Israel realiza un número en la cuerda floja”, escribió hoy un comentarista del diario “Haaretz”. “Intenta establecer una línea roja pero sin que la guerra siria se convierta en un conflicto armado entre Israel y el régimen de Al Assad”. Israel debe cuidarse para no “dejarse arrastrar al caos sirio”.

análisis

Escalada de violencia en Irak aumenta el temor a una guerra civil

Anne-Beatrice Clasmann - DPA

Mientras todo el mundo tiene sus ojos puestos en la guerra civil en Siria, en la vecina Irak crece la amenaza velada de escalada de un nuevo conflicto armado. La Liga Árabe advirtió del riesgo de una “catástrofe previsible para Irak y para toda la región”, en el caso de que las partes en conflicto no lleguen pronto a un acuerdo.

Pero hasta ahora parece que ni los clanes sunitas ni el jefe de gobierno chiita Nuri al Maliki están dispuestos a ceder. De esta situación se aprovechan terroristas y grupos rebeldes, que mataron en los pasados diez días a unas 300 personas en Irak.

Desde hace meses Al Maliki está en disputa con casi todos los partidos de su coalición de gobierno, desde la alianza sunita secular Al Irakiya hasta el movimiento del clérigo chiita Muktada al Sadr. Todos lo acusan de haber desarrollado una tendencia dictatorial, a lo que se suma una lucha de poder por dinero y cargos tras bambalinas.

Los partidos kurdos buscan la participación de las tres provincias autónomas kurdas en el negocio del petróleo. Además, el gobierno autónomo kurdo quiere extender su área de influencia sobre regiones habitadas por kurdos en las regiones de Kirkuk y Nínive.

Los árabes sunitas, favorecidos por el ex presidente Saddam Hussein -derrocado en 2003 por el Ejército de Estados Unidos-, se sienten ahora discriminados por las autoridades, dominadas mayoritariamente por miembros de la mayoría chiita.

Y sunitas radicales ofenden a los miembros del gobierno de Al Maliki, a los que califican de ser marionetas del régimen chiita en Irán. Una afirmación exagerada, si bien es cierto que Teherán ha podido expandir su influencia en Bagdad y en algunas ocasiones hasta aprovechó para crear rivalidades entre partidos.

Las manifestaciones protagonizadas por sunitas contra Al Maliki comenzaron a fines de 2012. Pero el conflicto escaló el 23 de abril, cuando soldados mataron a tiros a unos 50 participantes en una protesta en el enclave sunita de Al Howaiya.

Cada parte en este conflicto tiene su propia versión de los acontecimientos en esa localidad, cuyos habitantes son conservadores y desconfían de los extraños. Los opositores al gobierno afirman que las fuerzas de seguridad dispararon intencionalmente contra la multitud al no lograr dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos.

Por su parte, las tropas gubernamentales acusan a los manifestantes de haber protegido a extremistas buscados por las autoridades y evitado su detención por la policía, así como de haber disparado primero. Tras los enfrentamientos, que desde entonces se conocen en las ciudades sunitas como “la masacre de Al Howaiya”, se produjeron actos de venganza contra las fuerzas de seguridad.

También las células de Al Qaeda y los restos del antiguo régimen de Saddam Hussein en la clandestinidad intentan aprovechar la ola de inconformidad. Pero no todos los sunitas están dispuestos a dar el último paso para pasar de la protesta pacífica a la lucha armada.

Cuando en la occidental provincia de Anbar murieron recientemente cinco soldados, las milicias locales ofrecieron una recompensa por la captura de los autores. Hasta ahora fueron detenidos tres sospechosos.

Amer al Chosai, un asesor del primer ministro Al Maliki, dijo el lunes en una entrevista con la página web de noticias “Shafak News”, que las autoridades comenzaron a “revivir las milicias”.

Estos grupos de combatientes locales fueron creados originalmente con respaldo del Ejército de Estados Unidos. Las últimas tropas norteamericanas abandonaron Irak en diciembre de 2011. Y a pesar de que desde entonces la situación no es más pacífica en el país, no se los echa de en falta.

Por otra parte, defensores de los derechos humanos ven con gran preocupación que en el marco de la crisis, Al Maliki ataque ahora la libertad de prensa, una de las pocas conquistas de la era post-Saddam.

A fines de abril, el gobierno de Irak revocó las licencias de diez cadenas de televisión, entre ellas la de Al Yazira, con sede en Doha. Bagdad acusa a las emisoras de profundizar la división entre los diferentes grupos religiosos por su información tendenciosa.

Sin embargo, el gobierno de Al Maliki recibió hace algunos días exactamente la misma acusación de la organización International Crisis Group. Este think tank declaró que el gobierno presentó a los manifestantes como seguidores del régimen del derrocado Saddam Hussein que recibieron respaldo de los países del Golfo y de Turquía. De esta manera, el ambiente se recalentó y “el resultado es que la comunidad chiita se radicalizó”, indicó International Crisis Group.

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Crece la preocupación por los ataques de Israel en Siria

El sirio Bashar al-Assad reapareció durante una visita a una estación eléctrica en Damasco.

Foto: EFE

Para Siria, es una declaración de guerra

  • Siria considera los últimos ataques aéreos contra Damasco como una “declaración de guerra” de Israel, dijo hoy el viceministro de Exteriores, Faisal al Makdad, a la televisión estadounidense CNN.

Los ataques, declaró, son una nueva prueba de la alianza de terroristas islamistas con Israel. Siria responderá a su debido tiempo, añadió.

Siria e Israel se encuentran oficialmente en estado de guerra, pero bajo el régimen de Bashar al Assad la situación se mantuvo tranquila durante años en la frontera fuertemente vigilada.