Consumo femenino de alcohol: un problema difícil de ocultar

Los conflictos dentro del hogar son una de las principales causas de la iniciación de la mujer en el consumo excesivo y problemático de alcohol. A pesar de que en general éste se realiza con cierto grado de clandestinidad, existen señales para detectar el problema y tratarlo, según la autora.

TEXTOS. DRA. CAROLINA BERGOGLIO (*).

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En los últimos años se puede ver un fuerte incremento en el consumo de alcohol por parte de mujeres jóvenes. Genera verdadera preocupación ver la manera en que toman las adolescentes y jóvenes en la actualidad, muchas veces en igual o mayor cantidad que sus pares varones.

Pero si nos referimos al alcoholismo en la mujer adulta (por encima de los 30 años), no hay hasta el momento estudios que demuestren que éste haya aumentado. Lo que sí hay, sin embargo, es una mayor búsqueda de ayuda por parte de familiares. Lo que antes se ocultaba, ahora se está sincerando cada vez más.

En otras palabras, el consumo es quizás el mismo que en los últimos años, pero existe un sinceramiento por parte de la mujer y/o de su familia, la cual está entendiendo que la mejor forma de encontrar una solución al problema es blanqueando esta situación y pidiendo ayuda profesional.

La instalación del tema es tal vez el resultado de este incremento notorio en el consumo adolescente, lo que nos ha llevado a tener que hablar sobre esta cuestión. Esta mayor consideración del tema ha quebrado una resistencia en la mujer y en su familia, que ha facilitado la búsqueda de ayuda dejando de lado los prejuicios.

También han aparecido, en los últimos años, nuevos tratamientos que no son estrictamente psiquiátricos, algo que antes asustaba mucho a la mujer y la llevaba a sufrir en silencio. En la actualidad, existen internaciones “amigables” en centros especializados, como así también tratamientos ambulatorios, lo que ha simplificado que la gente se anime a ponerse en manos profesionales.

LAS CAUSAS DEL PROBLEMA

En primer lugar, es importante saber que se considera abuso de alcohol al consumo de más de una bebida alcohólica diaria para la mujer, y dos para el hombre. Esto se mide en unidades, por ejemplo una lata de cerveza, o una copa de vino, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

También es importante conocer que la mujer tiene mucho más riesgos frente al alcohol, ya que la enzima que metaboliza esta sustancia en su organismo es diferente a la del hombre. En otras palabras, la mujer se emborracha con menos cantidad ingerida.

Adentrándonos en las causas del alcoholismo en la mujer adulta, generalmente ésta comienza a beber por problemas psicológicos, por sentirse sola, por no sentirse realizada, por sentimientos de inferioridad o por problemas familiares que no puede solucionar. Todos estos motivos la llevan a una situación de crisis y encuentra en el consumo de alcohol un alivio a sus problemas.

En cuanto al perfil de las pacientes adultas, en general se encuentra un patrón de consumo que puede darse en mujeres profesionalmente activas. También nos encontramos con muchas mujeres que fueron amas de casa toda su vida y cuyos hijos crecieron dejándolas solas y se ven dentro de un matrimonio en “piloto automático”. En este momento comienzan a tener una sensación de vacío y reconocen que lo que las ha mantenido con vida durante años ha sido trabajar para los demás. Cuando esto declina, se empiezan a frustrar y muchas veces caen en el alcohol.

No siempre la mujer tiene que haber tenido encuentros con el alcohol en su juventud. En la gran mayoría de los casos, incluso, ni siquiera bebían hasta antes de llegar a la adultez, y de a poco van introduciendo el alcohol con mayor frecuencia en sus vidas, sin darse cuenta.

LA EDAD DE INICIACIÓN

La edad de iniciación del consumo de alcohol en la adultez es generalmente a los 25 a 30 años. Como lo dijimos anteriormente, los disparadores suelen tener que ver con problemas de índole familiar.

El matrimonio es determinante en esto. De hecho, la mayoría de las mujeres con problemas de alcoholismo comienzan a consumir luego de casarse. Esto no tiene que ver sólo con el conflicto matrimonial sino también con que en esta etapa -en algunos casos- se da un involucramiento en un entorno social del marido en el que a veces hay consumo excesivo.

Un dato no menor es que, pese a que el comienzo promedio se dé hacia los 30 años, las pacientes llegan al consultorio recién a los 50 o 60 años. Casi ninguna lo hace por decisión propia sino que siempre hay alguien por detrás: hijos, hermanas y padres.

Cuando se llega a una situación de vacío, el alcohol muchas veces es insuficiente y se comienza a tomar tranquilizantes (benzodiacepinas). Esto complica aún más la situación porque se potencia el consumo y sus efectos.

Esta introducción se explica en que -en la mayoría de los casos- la mujer bebe a escondidas para no ser rechazada. Esto hace que su consumo deba ser limitado (aunque igualmente perjudicial) a los fines de disimular el olor a alcohol. De esta manera, cuando se limita el consumo, las pastillas pasan a ser un complemento para lograr los efectos deseados.

Esto potencia el problema porque tanto el alcohol como las benzodiacepinas comparten la acción sobre los mismos receptores del cerebro. Entonces, si el alcohol no logró actuar sobre todos los receptores del cerebro, los tranquilizantes completan el trabajo.

DEL CONSUMO MEDIDO AL EXCESIVO

Debido a que el consumo se realiza con cierto grado de clandestinidad, de a poco se comienza a tomar con mayor frecuencia, aunque no necesariamente en mayor cantidad. Mientras tanto, se van sumando los problemas familiares, las complicaciones con los hijos y los conflictos matrimoniales.

El consumo se va haciendo cada vez más a escondidas. Compran una botella, la ocultan, comienzan a planificar cómo sacarlas a la calle. Hasta este momento puede que el problema de alcoholismo aún no se note. También puede que se empiece a ver algún indicio en eventos sociales en los que se haga algún señalamiento por parte de un tercero.

EL PAPEL DE LOS MARIDOS

Contrariamente a lo que debería ser, los maridos suelen tomar una conducta sobreprotectora hacia sus esposas. En muchas ocasiones, minimizan el problema y no las envían a tratamiento rápidamente, lo que también genera bronca por parte de sus hijos que ven que su padre es ciertamente manipulado.

Esto suele darse durante los primeros años del problema. Cuando la situación toma otras dimensiones puede darse una toma de postura más activa, pero generalmente son los hijos los que toman “el toro por las astas” y buscan soluciones para revertir el problema.

En este marco, las hijas mujeres son quienes más sufren la adicción de sus madres. No debemos omitir, en este sentido, que el alcoholismo tiene una probada predisposición hereditaria y que las personas con un padre alcohólico tienen un 30% más de riesgo de sufrir el mismo problema.

(*) Responsable del Programa de Desintoxicación de Sanatorio Diquecito (La Calera, Córdoba).

Tres señales que alertan

Llega un momento en que la situación de consumo excesivo de alcohol en una mujer ya se hace inocultable. En ese marco, existen las siguientes tres alertas fundamentales para detectar la posible existencia de un problema con el alcohol:

1. Cambios en el patrón de consumo. Hay pequeños signos que -de repente- dejan de pasar desapercibidos y que tienen que ver con cambios de conducta en cuanto al consumo del alcohol. Hay familias que empiezan a alarmarse cuando las mujeres comienzan a tomar una o dos copas de vino todas las noches mientras cocinan, cuando antes no lo hacían. También llama la atención cuando la mujer comienza a comprar el vino para la casa o cuando se ven botellas con más frecuencia. Estos cambios de patrón son simplemente alarmas; puede que no ocurra nada o puede que sí.

2. Ocultamiento. Otra señal de alerta es cuando se encuentra alcohol oculto en lugares poco habituales, como por ejemplo en el lavarropas, o incluso metido en un termo simulando ser otra bebida.

3. Límites trasvasados. Otra señal muy importante es cuando la mujer se alcoholiza en algún evento social o en su propia casa, cuando esto era algo que nunca le había ocurrido. Esta señal no puede pasar desapercibida y debe despertar preocupación.

“En todos los casos, en la mujer generalmente se incrementará la frecuencia de consumo antes que la cantidad. En otras palabras, la mujer dejará de tomar alcohol sólo en eventos sociales y, poco a poco, lo irá incorporando en su rutina diaria aunque sea en cantidades limitadas. En ese momento, la mujer se preocupará más en ocultar el tema, entonces comenzará a beber más a escondidas con la presión extra de pensar que sus familiares están sospechando”, comentó la Dra. Carolina Bergoglio.

CÓMO TRATAR LA ADICCIÓN

En el caso de la mujer, lo más importante es una detección precoz porque desarrolla una dependencia mucho más rápidamente que el hombre. Entonces, si se detectan cambios de conducta y no se hace nada en forma inmediata es posible que, a los cinco años, estemos frente a un serio caso de alcoholismo.

El punto de partida de un tratamiento es la abstinencia absoluta: más allá de que se puedan evaluar cuestiones psicológicas de fondo, el primer paso es eliminar el alcohol. La internación mínima debe ser de 15 días. Durante ese tiempo se genera una abstinencia absoluta y se trata a la paciente desde un enfoque interdisciplinario, propiciando que no se generen recaídas a futuro. Estos días serán fundamentales pero deberá realizarse posteriormente un seguimiento durante al menos un año corrido para evitar recaídas.

La familia debe tener una participación activa durante la internación, con el fin de obtener datos de la historia vital y coordinar las estrategias a implementar. Luego de la internación se les dan las indicaciones para un seguimiento ambulatorio de la paciente y para detectar señales de alarma.

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EL HOGAR, AFECTADO

Uno de los temas más preocupantes respecto del consumo de alcohol, además de que la mujer esté afectando su organismo, es la transformación que se comienza a dar en su hogar y en sus relaciones familiares. Algunas de esas transformaciones son:

- Irritación. La mujer se pone mucho más irritable, beligerante, reactiva. Esto comienza a generar fuertes problemas familiares que no hacen más que deprimirla aún más y un círculo vicioso desde el cual es muy difícil salir. Se dan casos de agresividad en los que la mujer dice palabras hirientes a sus hijos, quienes empiezan a desear tener la edad adecuada para irse de su casa.

- Más depresión. Aparecen fuertes síntomas de índole depresiva. Esto tiene que ver con que el alcohol es un depresor que afecta orgánicamente.

- Desinterés. Uno de los conflictos mayores se da cuando el desinterés por la casa y la familia se hace más evidente. Se descuida a los hijos y se van desatendiendo las actividades y responsabilidades habituales dentro de la casa.

Cuando se dan estas situaciones ya evidentes, habitualmente la familia confronta, y es así cuando se niega el problema y surgen fuertes discusiones. Esto lleva a la pérdida de la autoridad frente a los hijos, quienes comienzan a desvalorizarla públicamente, empeorando aún más el problema.

El problema del consumo femenino de alcohol en el seno de la familia es que la madre es precisamente la encargada de mantener la rutina doméstica. Los hijos, además, suelen tener una gran alianza con sus madres antes que con sus padres. Esto lleva a que todo el hogar se vea marcadamente afectado por el problema de la mujer, a diferencia de lo que ocurre cuando el alcoholismo lo padece el hombre.