Editorial

Rasgos distintivos del discurso oficial

  • Aunque en ningún momento utilizó el término, en su discurso por cadena nacional la presidente Cristina Fernández anunció medidas vinculadas con la inflación.

Pocas horas antes de que se cumpla una década del kirchnerismo en el poder, la presidente Cristina Fernández empleó la cadena nacional para anunciar mejoras en la Asignación Universal por Hijo y en el salario familiar.

Pero eso no fue todo. En el mismo mensaje, se dirigió a los empresarios del país y reveló que el gobierno planea utilizar a jóvenes militantes K e integrantes de movimientos sociales afines, para realizar controles de precios. Si bien no brindó más detalles, se supone que dichas inspecciones apuntarán a los 500 productos de primera necesidad que integran la lista de precios congelados para los próximos meses.

En definitiva, y aunque en ningún momento utilizó el término, durante los aproximadamente 30 minutos que duró el mensaje la presidente se refirió al problema de la inflación.

Cristina Fernández habló de la misma inflación que el gobierno niega permanentemente. De lo contrario, no resultaría necesario anunciar un incremento del 35 por ciento en la Asignación Universal por Hijo, ni las mejoras en el salario familiar.

Además, si los aumentos de precios fuesen los mismos que cada mes informa el Indec, difícilmente el gobierno debería recurrir a militantes K para que recorran los supermercados del país con la misión de evitar remarcaciones.

La negación permanente de los problemas reales es, sin duda alguna, una marca registrada del kirchnerismo. La idea de que el relato está por encima de la realidad, parece profundizarse con el paso del tiempo. Según esta lógica perversa, si el gobierno no menciona el término inflación, el problema simplemente no existe.

Pero no fue éste el único rasgo distintivo del kirchnerismo que ayer dejó expuesto Cristina Fernández.

Un día después de calificar públicamente de “ridículos” a quienes dicen sentir “miedo” al gobierno, la presidente advirtió a los empresarios que recibirán la visita de militantes kirchneristas encargados de controlar precios.

Si bien es cierto que existen sectores del empresariado nacional proclives a remarcar productos de manera abusiva, es innegable que el anuncio realizado por Cristina se pareció demasiado a un gesto de amedrentamiento.

No sería la primera vez que el kirchnerismo busca infundir temor para alcanzar sus objetivos. Luis D’Elía golpeando a opositores en la Plaza de Mayo, Guillermo Moreno pidiendo a sus secuaces que filmen los rostros de participantes de asambleas de empresas privadas o Ricardo Etchegaray enviando inspectores a los críticos del gobierno, son claros y grotescos exponentes de esta metodología.

Finalmente, el discurso de la presidente ratificó otro rasgo de esta gestión: atacar las consecuencias de los problemas, en lugar de enfrentar las causas verdaderas.

Según la presidente y sus colaboradores, para frenar la inflación hay que congelar precios y controlar a los supermercados.

El gobierno parece desconocer que la producción de alimentos en la Argentina está en manos de verdaderos oligopolios -generadores reales de los precios- y evita hacer mención a los efectos inflacionarios de la creciente emisión monetaria de los últimos años.

En definitiva, en un año con evidentes objetivos electorales, el kirchnerismo dejó en claro su decisión de seguir postergando medidas que apunten a enfrentar los orígenes de los verdaderos problemas económicos del país.