Miguel Bein

“La expansión sobre la base del consumo llegó a un límite”

  • El economista consideró que el gobierno debe ser hábil para darse cuenta de que “cambió la agenda económica”. “Se terminó la década de llenar la pileta vacía; ahora hay que construir nuevas”, apuntó.
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“Los congelamientos de precios son útiles durante cinco o seis meses”.

Foto: Archivo El Litoral

 

Germán de los Santos

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Corresponsalía Rosario

El economista Miguel Bein sostuvo en Rosario, donde participó de la conferencia “Descifrando Futuro” que organizó el Banco Industrial, que el gobierno nacional “debe cambiar la agenda”, porque según el especialista terminó la etapa de crecimiento en base al consumo. “Se acabó el excedente de dólares que se usaba para mantener el tipo de cambio, que se movía por debajo de la evolución de los salarios”, dijo Bein, en diálogo con El Litoral.

—¿El gobierno pudo controlar la inflación con las medidas que encuadró bajo el rótulo de congelamiento de precios?

—Yo fui uno de los pocos economistas que dijo en febrero pasado que esto le iba a salir bien al gobierno nacional. Y todos se reían. Hay que entender lo que significa “salir bien”. Los congelamientos de precios siempre fueron exitosos durante los primeros cinco o seis meses, y nunca lo fueron durante 12 ó 14 meses. Lo que dije es que hasta los primeros seis meses esto iba a tener un buen resultado. Y lo tuvo, porque bajó las expectativas de inflación durante los primeros meses del año. Cuando en febrero de 2012 la inflación se venía moviendo al 23,8, este año fue 21 por ciento. Esto le permitió al gobierno parar un poco la pelota y cerrar las paritarias entre el 23 y el 24 por ciento. Es decir, este mecanismo le permitió al país por sexto año consecutivo tener una inflación alta pero estable y controlada. Lo que se hizo después fue empezar a descongelar, aunque el gobierno lo presente como lo contrario. Entre 10 mil ítems de consumo se descongelaron 9.500. Y se volvió al régimen de aumentos por acuerdo con la secretaría de Comercio Interior. Es lo mismo que ocurrió con las naftas. El gobierno lo presentó como un congelamiento y en realidad fue todo lo contrario, porque hubieron aumentos. Hay que entender que esto no es economía sino política en un año electoral. El gobierno le pone el título que quiere a lo que hace.

El factor dólar

—Usted decía en 2011 que cuando se acabaran los dólares iban a empezar los problemas verdaderos para la Argentina. Y esto ocurrió ¿Qué salida va a buscar el gobierno?

—Se acabó el excedente de dólares, que no es lo mismo. No quiere decir que la Argentina no tiene dólares. Ese sobrante se usaba para mantener el tipo de cambio moviéndose por debajo de la evolución de los salarios. Por ejemplo, en 2010 y 2011 el tipo de cambio se movió hacia arriba un 4,5 por ciento y 7 por ciento, respectivamente. Los salarios del sector privado registrado se subieron un 26 y 32 por ciento. Todos aquellos productos que tienen un componente importante de insumos importados aumentaron en esos años menos que la inflación promedio, que estaba en el 23 por ciento. Los autos, por ejemplo, aumentaron un 12 por ciento. Las motos y los electrodomésticos generaron un aumento extraordinario del poder de compra de los trabajadores en términos de bienes de confort y durables. En esos rubros, el consumo crecía al 10 por ciento o al 15 y le daba a la economía un empuje que se podía conseguir porque sobraban dólares macroeconómicos. Las importaciones podían aumentar al 20 por ciento anual, que es el insumo que se necesita para la producción de autos que se expandía al 15 por ciento. Si no crecen las importaciones, los autos no se pueden fabricar porque tienen un 60 por ciento de partes que provienen del exterior.

—La disponibilidad de dólares es el factor determinante.

—En Argentina la capacidad de crecer está dada por la disponibilidad de dólares para que las importaciones puedan crecer 10 por ciento por año. Si eso ocurre la economía puede crecer un 4 por ciento. Cuando las importaciones no pueden crecer más del 5 por ciento por año, la actividad económica no puede incrementarse más del 1 por ciento. Entonces, cuando sobraban dólares la economía podía crecer sin tocar el tipo de cambio, por arriba de su potencial. Estábamos llenando la pileta de natación con agua. Era la piscina que estaba vacía desde 2001. Y ahora se llenó. Si querés aumentar la conscripción de socios del club tenés que construir otra pileta. No es más la década de llenar la pileta sino la que viene es la de construir nuevas. El modelo llegó bien, pero cambió la agenda. Mejoraron todos los indicadores sociales, bajó el desempleo, la industria creció un 80 por ciento. Se duplicó el parque automotor. Pero los autos no son a cuerda. Son a nafta. No se puede usar más el excedente de capacidad del combustible que venía de los 90. Ahora hay que explorar y sacar petróleo. Y que crezca un 1 ó 2 por ciento por año, sino el país no va a poder seguir creciendo a buen ritmo. Además, se terminó el excedente de dólares que te permitía devaluar poquito.

El fin del camino

—¿Al gobierno le cuesta encontrar obreros para construir la nueva pileta?

—El gobierno venía viajando por una autopista y usaba un sistema. Expandía el consumo y como había rentabilidad los empresarios invertían para satisfacer el crecimiento del mercado. Llega un momento que si la rentabilidad baja demasiado por más que el mercado se expanda se piensa para qué voy a comprar otra máquina si no voy a ganar como antes. Llega el fin del camino. La expansión sobre la base del consumo llegó a un límite. La habilidad de un gobierno es darse cuenta que cambió el circuito. La economía ya no se puede expandir sobre la base del aumento del salario en dólares. Eso no va a suceder más. El año que viene los sueldos se van a mover al 24 por ciento y el dólar también. El poder adquisitivo de los salarios empieza a crecer mucho más en línea con la evolución de la productividad de la economía. Es otra la agenda que tiene que balancear los incentivos a los empresarios. No se consigue más la inversión por volumen porque bajó la rentabilidad.

—¿Qué rol juega el blanqueo en la necesidad de nutrirse de dólares que tiene el gobierno nacional?

—Es una herramienta que se usa cuando faltan dólares. Son cosas que se pueden hacer con distintos tipo de combinaciones. Países como Brasil juegan a devaluar un poco, toman crédito externo y captan inversiones de afuera. Países que no tienen ni crédito ni inversiones devalúan, es decir, mueven el tipo de cambio, que lo que hace es encarecer todo lo que viene del exterior, por lo tanto te equilibra de vuelta la balanza comercial pero detiene la economía. Cuando uno no tiene ni inversiones ni crédito tenés que devaluar. Si no se quiere devaluar hay que hacer control cuantitativo de las importaciones. Ya no es un problema de precio. Entonces se empiezan a administrar las licencias de importación. Esto tiene un costo en el nivel de actividad.


El rol de la banca

—¿Cómo planifica la banca privada el crédito en este contexto económico?

—La banca argentina respecto de las empresas es chica y está creciendo bastante. Como cualquier sistema pequeño con relación al tamaño de un país, puede crecer mucho hasta ocupar el lugar normal que debería tener en la economía. Cuando cayó la convertibilidad, el crédito al sector privado quedó reducido al 9 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). Hace dos años era 13 y ahora es 18 por ciento. En Brasil el porcentaje de la participación de los bancos en el crédito supera el 50 por ciento, mientras que en Chile es 70. O sea que los bancos en la Argentina tienen que recorrer un largo camino. Hay algunas líneas interesantes que los bancos ponen a disposición de las Pymes como parte de una iniciativa del gobierno, con una tasa del 15 por ciento, cuando claramente la inflación en la Argentina es superior a ese interés. Las empresas que quieren crecer están buscando todas estas líneas para equipamiento, tanto el que se compra en el país como se importa. En la Argentina hay créditos para la inversión como nunca lo hubo. Y en los créditos de capital de trabajo las tasas también están por debajo de la inflación, aunque con menos margen. Hoy, el tema del crédito no es un limitante para la expansión de las compañías. Algunas líneas de crédito subsidiado son más complicadas de obtener porque llevan mucho trámite. Pero el problema no es el crédito sino otro: que una persona que tiene 150 mil pesos no pueda conseguir ahorrar en pesos y tampoco pueda defender el valor de su dinero con respecto a la inflación.