Tribuna de opinión

Nelson Mandela: un ejemplo de vida

mandela.jpg
 

Gabriel R. Otazo (*)

“Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”. Nelson Mandela

Nelson Mandela fue una de las figuras más importantes en la lucha por la igualdad racial durante el siglo XX y una extraordinaria persona a la que no se deja de idolatrar por sus ejemplares acciones, no sólo en su país, Sudáfrica, sino también por las repercusiones que ha tenido a nivel mundial.

Mandela, tras 27 años de arresto, salió de la prisión a la que había sido enviado durante el apartheid para acallar toda noción de venganza racial, para transformarse en una figura icónica, heroica y un verdadero símbolo de nuestra mejor naturaleza, la personificación del perdón, de la libertad y del antirracismo.

Si recorremos la biografía de este líder podemos observar que verdaderamente estuvo dispuesto a dar todo por la libertad de su pueblo. Nacido en Sudáfrica el 18 de julio de 1918, y conocido en su país como Madiba o Tata (título honorífico otorgado por los ancianos del clan de Mandela); estudió Derecho en la Universidad de Witwatersrand, y se graduó en 1942 como abogado. Logró convertirse en el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante sufragio universal como así también en el líder del Umkhonto we Sizwe, el brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA).

Pero la vida política no le fue fácil, ya que Mandela cobró relevancia después de la creación del Partido Nacional Sudafricano en 1948, con su política de segregación racial -el apartheid-, y luego dentro del Congreso Nacional Africano, especialmente en la Campaña de desobediencia civil de 1952, y el Congreso del Pueblo de 1955, en el que la adopción de la “Carta de la Libertad” provee el programa principal en la causa contra el apartheid.

Entre otras buenas acciones, durante el último cuarto del siglo XX, Mandela y el abogado Oliver Tambo fueron pioneros en brindar asesoría legal a bajo costo a aquellas personas que no tenían acceso a procesos justos por razones económicas, sociales o culturales. Desde un inicio, Madiba se comprometió con los métodos no violentos de resistencia, siguiendo la inspiración de Gandhi. Él junto a otros 150 compañeros son arrestados el 5 de diciembre de 1956 y sentenciados a prisión, que cumplen entre 1956 hasta ser liberados en 1961, cuando se les declaró no culpables.

En 1962 fue arrestado y condenado por sabotaje a cadena perpetua. Estuvo 27 años en la cárcel, la mayor parte de los cuales fue confinado en la prisión de Robben Island. Allí su reputación creció y llegó a ser conocido como el líder negro más importante en Sudáfrica. Tras su liberación el 11 de febrero de 1990, Mandela lideró a su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, objetivo que se consiguió en 1994 con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. Mandela ganó las elecciones y fue presidente desde 1994 hasta 1999, dando frecuentemente prioridad a la reconciliación.

En este sentido, quizás sea el momento que los políticos se pregunten qué están dispuestos a hacer por su pueblo, para lograr más igualdad, esperanza, tolerancia y justicia. Qué están dispuestos a dar a cambio para combatir el apartheid del siglo XXI que no está tan lejano de la Sudáfrica del siglo XX.

Quizás necesitemos más Mandela(s), necesitemos un ejemplo inspirador para los jóvenes en el mundo. Necesitemos un revolucionario, uno de los llamados inadaptados, un atrevido que levante la voz para defender los derechos de todos los hombres y mujeres que actualmente sufren atropellos, incluso en democracia.

Porque como dijo el propio Nelson Mandela “ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

(*) Estudiante de la carrera Licenciatura en Ciencia Política FHUC-UNL