El Tate, terminó igual de mal como empezó...


Racing se hizo un festín con Unión e Independiente

 

Sava armó una planilla en la que 12 de los 18 que firmaron son jugadores nacidos en las inferiores del club. ¿Mérito o necesidad ante el enorme fracaso de una campaña desastrosa?

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

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Pibes con diferentes realidades

Luciano Vietto, una de las figuras de un Racing plagado de juveniles de promisorio futuro, se lleva la pelota ante la marca de Barisone. La ejecución de Vietto en el penal fue excepcional. Foto: DyN

 

 

Terminaron jugando Brítez, Barisone, Maidana, Altamirano, Cavallaro, Magnín y un banco de suplentes plagado de jugadores del club, algunos debutantes (Fantín), otros sin la chance de entrar (Reartes, Faría y Capurro). Terminó jugando Brítez, que era la cuarta opción debajo de Mazacotte, Tarrito Pérez y Zurbriggen. Terminó jugando Magnín cuando habían llegado otros jugadores para desempeñarse en ese lugar, como Nuñez. Terminó jugando Cavallaro (la aparición más promisoria que tuvo Unión de sus inferiores en los últimos tiempos) cuando los encargados de darle fútbol al equipo eran otros (Matías Donnet, Galván, Alemán o el mismo Sarmiento). Se fue Bologna y llegó un Perafán que no dio ninguna garantía de seguridad. Se fue Cárdenas para que llegue un Lugo de floja respuesta y rápida salida. Se fue Erramuspe y llegó un Mazacotte que no dejó nada de nada y perdió la gran chance de ser alguien en el fútbol argentino. Y si en el último partido se armó un equipo con Brítez, Barisone, Maidana, Bruna, Cavallaro, Magnín, Altamirano, Reartes, Zurbriggen, Fantín, Faría y Capurro, fue por el fracaso de muchos de los que vinieron y de una campaña pésima que dilapida tanto esfuerzo y reaviva las penurias vividas durante tantos años en la B. Este rápido análisis es la apretada síntesis de una realidad en la que nadie puede esquivar responsabilidades. Incluido Sava —el menos culpable de todos— que sumó 10 puntos más que Pumpido y puede quedar último si Boca empata y Argentinos gana.

Se cometieron muchas equivocaciones en Unión. Anoche se puso punto final a un año que arrancó mal. No había un convencimiento pleno del presidente en dejar al técnico del ascenso y de los 50 puntos. El mismo Spahn se encargó de hablar de “presiones de la gente” para justificar la decisión de dejarlo. Hay que escuchar el clamor de la gente, pero el dirigente tiene que obrar en base a sus convicciones. Y la relación Spahn-Kudelka no arrancó bien después de aquél partido con Estudiantes cuando se abrocharon los 50 puntos y la salvación.

Sé positivamente que Kudelka y el propio Spahn tendrán muchísimos argumentos para esgrimir, cada cual de acuerdo a su conveniencia y para defenderse. Kudelka podrá decir que pidió jugadores que no llegaron, que los que vinieron fueron la segunda o tercera alternativa y que algunos arribaron sin su consentimiento (Bianchi, Cosaro, ¿Perafán?).

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Límites superados

Enrique Cruz (h)

Hay una gran tendencia en los últimos tiempos a disfrutar más con la desgracia ajena que con los propios logros. Eso se da mucho en el fútbol de estos tiempos. Antes, por ejemplo, hace muchos años, no se escuchaban bombas de estruendo cuando Unión o Colón perdían. Se festejaba el logro propio y a los “primos” se los “cargaba” un ratito y listo.

Anoche, en Avellaneda, se superaron todos los límites. El Aprevide había advertido a los directivos de Racing, llevar a cabo una campaña de concientización destinada a los socios y simpatizantes locales, con el fin de evitar cualquier situación que pueda resultar disparadora de hechos de violencia. Entraron féretros rojos, un hincha de Racing se puso la camiseta de Independiente y se metió adentro del féretro. Pero lo más llamativo fue que por los altoparlantes se permitió escuchar la marcha fúnebre y en el entretiempo se apagaron por completo las luces del estadio. Y de esto tienen responsabilidad los dirigentes.

El humo negro antes del partido que demoró su comienzo en alrededor de diez minutos, más otras cuestiones que seguramente serán analizadas, podrían convertirse en un elemento para que Racing no juegue en el cilindro en su primer partido del campeonato que viene.

Metieron 40.000 personas o más. Superaron la cantidad de gente que hubo en cualquier otro partido del torneo y eso fue por el deseo de congratularse con la desgracia del rival de todos los tiempos. Para algunos, “folclore” del fútbol. Para otros, varios límites superados.

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Spahn podrá argumentar que se le hizo caso a muchos de los requerimientos del entrenador, que se hizo el esfuerzo económico por comprar a Avendaño, que Alemán fue uno nombre sugerido por el técnico para que ocupe la plaza de Velázquez y también para aumentar el patrimonio y varias cosas más. Lo cierto es que ambos, seguramente, hoy harán su propia autocrítica y entenderán que el punto de partida no fue el apropiado y que el diálogo tampoco resultó lo suficientemente fluido para achicar márgenes de error.

También Pumpido tuvo su parte de responsabilidad. Es cierto que tomó un equipo armado, pero no le dio el salto de calidad esperado. Tenía el consenso de la gente, 33 partidos por delante y un buen colchón de puntos. Todos los entrenadores que asumen en clubes apremiados, terminan generando alguna respuesta positiva. Todos ganan un par de partidos. Lo hizo Forestello, Sava en su momento, Burruchaga con Rafaela y hasta Brindisi en Independiente. Nery no lo logró. Estuvo cerca en varios partidos, algunos se le escaparon inconcebiblemente como aquel con Racing en la última fecha del torneo Inicial, aunque allí ya tenía tomada la decisión de irse.

Sava es el menos responsable de todos. Si nos manejamos por los números de Atlético de Rafaela (tiene 43 en la general de los dos torneos y le falta uno para salvarse sin depender de nadie), había que esperar una campaña de 36 ó 37 puntos del Colorado para llegar a ese promedio que hoy tiene la Crema. Era absolutamente improbable, casi imposible esperar que un equipo que no había ganado un solo partido y que apenas cosechó 7 en toda una rueda, pudiese quintuplicar esa cantidad con apenas un solo refuerzo: la llegada de un casi desconocido Damián Lizio para reinsertarse en el fútbol argentino. Pero Sava apenas pudo duplicar y algo más aquella horrorosa campaña del Inicial. Ganó sólo tres partidos sobre 19, le dio a su gente la alegría de un clásico ganado y quiso mostrar una imagen ofensiva aunque carente de eficacia.

Unión terminó dejando la peor de las imágenes. Equivocaciones a granel en el arranque, falta de un proyecto deportivo firme, desjerarquización del plantel. Todos estos factores confluyeron para que Unión dilapide lo que tanto le costó conseguir. Y además, la reiteración de viejas historias que se convierten ya en tradición dentro de Unión: las diferencias internas. Unión es un club que ha tenido muchos grandes dirigentes a través de su historia, algunos de ellos con enorme capacidad y visión, otros con chequeras que aparecieron en el momento justo para sacar al club de situaciones económicas apremiantes, inclusive con un gran desprendimiento y generosidad, como ocurrió por ejemplo con Angel Malvicino. Pero Unión también es un club en el que sus dirigentes se desgastan en conflictos internos que se transforman en cíclicos y con iguales consecuencias. Que el presidente (Spahn) haya tenido diferencias con su vicepresidente (Molina) no es algo que deba sorprender a nadie dentro del mundo Unión. Y que esas diferencias hayan terminado en un quiebre, en una ruptura de la unidad dirigencial, tampoco. Molina comandó el fútbol de Unión en el ascenso y Spahn lo despojó de dicha responsabilidad cuando se empezó a armar la estructura para jugar en Primera. Ese fue el comienzo del fin de la armonía dirigencial, lamentablemente con un final previsible.

Unión debe tomar nota de estas cuestiones para el futuro mediato. Pero en lo inmediato, el presidente tiene que entender que el legado recibido y el apoyo de la gente no hay que dilapidarlo. Él habló de una economía del club que está devastada —aún a pesar de su aporte personal—, pero como buen empresario debe saber que la salida es apostando al éxito deportivo, a consolidarse en Primera División y a generar valores de inferiores que se coticen y permitan ventas que calmen y refresquen la economía.

Spahn es un hombre inteligente y exitoso en su vida profesional. El fútbol —un club de fútbol— es otra cosa. Tiene una complejidad muy grande y acepto que algunas previsiones son relativas. Achicar al mínimo el margen de error requiere de la toma de decisiones correctas. El torneo de la B Nacional es muy complicado. Bajó Independiente, subió Talleres, está Huracán y siempre aparece algún tapado. Y habrá cuatro descensos. Unión tiene la obligación de ser protagonista. Y Spahn tiene la obligación de no volver a equivocarse. Y de ir por su propia revancha personal.

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Con marcha fúnebre

El momento en el que ingresan los ataúdes con un hincha de Racing vestido con la camiseta de Independiente. En ese instante, por los altoparlantes se hizo escuchar la marcha fúnebre. Foto: DyN

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El humo negro

Antes del partido se “inundó” el ambiente con humo negro que impidió el comienzo a horario del partido. La policía pretendió evitarlo pero no consiguió el objetivo. Foto: DyN

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A pura B

La hinchada de Racing no se cansó de generar motivos para alegrarse con la desgracia de Independiente. Foto: Télam

síntesis

Racing 3

Unión 0

Cancha: Racing.

Árbitro: Héctor Paletta.

Racing: Saja; Pillud, Migliónico, Cahais y Angel García; Villar, Zucculini, Fariña; De Paul, Vietto y Centurión. A.S.: De Olivera. Estuvieron en el banco: Saveljich, José Luis Gómez y Matías Martínez. D.T.: Luis Zubeldía.

Unión: Limia; Brítez, Barisone, Correa y Maidana; Sarmiento, Bruna y Alemán; Cavallaro, Magnín y Franzoia. A.S.: Reartes. Estuvieron en el banco: Cosaro, Faría y Capurro. D.T.: Facundo Sava.

Goles: en el primer tiempo, a los 41 m Vietto (R). En el complemento, a los 20 m Villar (R) y a los 45 m Centurión (R).

Cambios: en el segundo tiempo, a los 18 m Altamirano (U) por Magnín; a los 24 m Fantín (U) por Sarmiento; a los 28 m Zurbriggen (U) por Brítez; a los 36 m Pérez Guedes (R) por Villar; a los 40 m Cámpora (R) por Vietto y a los 43 m Rolheizer (R) por Zucculini.

Amonestados: en Unión, Brítez, Magnín y Alemán.