Señal de ajuste

Sheriffs, los de antes

Sheriffs, los de antes

“Longmire” se emite los domingos, a las 23, por A&E. Foto: Gentileza producción

 

Roberto Maurer

Las series de ficción fueron creciendo en versatilidad, asimilando los géneros con fluidez, salvo el más clásico de todos: el western. No se trata de remontarse a “Cuero crudo” y al pasado remoto, cuando las series televisivas eran sólo un desprendimiento de las películas, sino de situarse en la etapa actual de gran desarrollo de las series, en la cual la estupenda “Deadwood” fue una excepción y a la vez un fracaso.

Se ha estrenado “Longmire” (A&E, los domingos a las 23), a la cual se define como “western moderno” o sea un western vergonzante, con la presencia de todos los componentes del más puro clasicismo del género pero instalado en la actualidad. El escenario exime de comentarios: las praderas de Wyoming en la frontera con Montana, donde mil veces cabalgaron John Wayne, Randolph Scott y Tom Mix. Walt Longmire, sheriff de un imaginario condado rural llamado Absaroka, es su descendiente cabal. Un tipo rudo, solitario y lacónico, con un Stetson en la cabeza, que prefiere el fusil y confía en su destreza instintiva, que vive en una cabaña de madera en medio de un gran espacio abierto y no tiene celular, aunque por las razones obvias que reclama un buen servicio se desplaza en una Ram truck de Chrysler.

El anacrónico personaje pertenece a las novelas de misterio de Craig Johnson, y del híbrido entre la ficción policial contemporánea y las aventuras de vaqueros resulta una fusión en parte convencional pero convenientemente ajustada de dos universos de estereotipos muy diferentes.

TENSIONES RACIALES

Hasta indios hay. En el lugar, existe una reserva cheyenne, con un cuerpo policial propio, que por razones aún no reveladas tiene malas relaciones con el sheriff Longmire: el jefe de la policía cheyenne y Walt, apenas se encuentran, se agarran a tortazos. Sin embargo, deben colaborar en un caso que comienza con un cadáver en la nieve por un disparo de una antigua escopeta que se usaba para matar caballos a 450 metros de distancia y que deriva en la búsqueda de una joven mestiza de 16 años, hija del muerto y una cheyenne, que se fue de la reserva y se prostituye en una furgoneta. Es una especie de prostíbulo movil creado para escapar de la política de Walt, que ha erradicado del pueblo la explotación de mujeres, con el mismo celo ambientalista con que recoge del piso a las colillas y latas vacías.

POR EL VOTO POPULAR

Existen aspectos de “Longmire” que seguramente serán desarrollados en el futuro, tal como su relación con la reserva india y las obvias tensiones raciales. Un ayudante joven que, viendo el estado de abandono de su jefe, se presentará a las elecciones de sheriff sin siquiera avisarle, en lo que el protagonista considera una “puñalada por la espalda’’: se avecina una campaña electoral.

La dejadez de Walt es depresiva y obedece a un año de viudez, ocurrida en circunstancias que serían misteriosas, se nos sugiere. No termina de elaborar su dolor, mientras su hija abogada lo visita y le reprocha el desorden en el cual vive, y le ruega que decida un destino para las cenizas de la difunta que Walt guarda en una caja de té. Al final del primer capítulo, el protagonista cava una tumba y coloca una cruz, o sea que empieza a resolver la crisis provocada por la pérdida. Ha reaccionado y es necesario: como se ha dicho, tiene por delante una campaña electoral.