Experiencia Dakar 2013

Emiliano Spataro desea superarse

El piloto del equipo Renault Team Duster del Rally-Raid Dakar brindó una charla en la concesionaria Macua de avenida López y Planes e Iturraspe y contó su invalorable participación en tan famosa competencia de Rally-Raid.

Emiliano Spataro desea superarse

Impecable. “Emi” Spataro (de campera oscura), tiene mucha experiencia en el automovilismo, deporte que practica desde muy pequeño. Hace un par de días fue muy gráfico al contar una y mil anécdotas del Rally Dakar que corrió el año pasado con una Renault Duster. Foto: Pablo Aguirre

 

Julián Monzón

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El piloto Emiliano Spataro, con amplios antecedentes automovilísticos en el plano internacional como nacional y antes de volcarse de lleno a este fin de semana de Súper TC 2000 en el circuito callejero Santa Fe Ciudad, donde corre en el equipo oficial Renault Lo Jack con uno de los Fluence, realizó una interesante exposición acerca de lo que significa correr un raid como el Dakar. Su meta para el 2014 —que se largará en la ciudad de Rosario—, es estar entre los 15 primeros de la clasificación general.

—¿Qué preparación física requiere competir en el Dakar?

—Hay que prepararse más que nada porque son 15 días. Catorce de ellos de carrera y uno de descanso en la mitad de la misma. La verdad es que se pasa mucho calor durante todo el día arriba del auto, no se duerme bien porque a la noche cuando llegás tenés que trabajar para preparar las cosas para el otro día. Así que hay que estar bien entrenado físicamente, para que las pocas horas de descanso te sirvan. Yo hago un entrenamiento bastante aeróbico para correr durante todos los fines de semana y no es demasiado distinto para el Dakar. Es muy exigente y sería casi imposible sin estar bien entrenado.

—¿Cuál fue el momento más extremo que te tocó vivir?

—Hay muchos momentos difíciles, de hecho cada día se te presenten difíciles momentos. Pero recuerdo uno el año pasado, en la etapa de Fiambalá había llovido arriba en la montaña. Veníamos comiendo en la arena y teníamos que cruzar tres ríos. Paso el primero con bastante agua, paso el segundo ya con más agua y cuando llego al tercero, bajaba con tanta velocidad el agua que pegaba en el costado de la ventanilla y pasaba cubriendo el auto. Pensé que la corriente me iba a llevar y aunque logramos pasar (detrás mío quedaron autos con las tripulaciones casi de cabeza en el agua), me entró agua por la admisión y rompí el motor.

—¿Cuál es la comida que más extrañás durante el Dakar?

—Extrañás toda la comida. De hecho casi que no comés y lo que comés es tipo comida astronauta. Cuando arrancás a la mañana vas a un lugar donde preparan la comida y es una bolsa que adentro tiene unas papas fritas y una lata que tiene un poco de fideos, de atún y a la mañana resulta feo comer eso. Pero cuando lo querés comer a la tarde, ya con hambre, con 40º de temperatura y sin cubiertos (sólo con los guantes), extrañás cualquier cosa. Pero en verdad lo que más extraño cuando estoy en el Dakar es el mate. Me gusta mucho tomar mate y es imposible durante la competencia, porque arrancás muy rápido y terminás tardísimo. Pero estas cosas lindas que tiene esta competencia es la gente que la sigue. Normalmente cuando vas a los pueblos en Argentina la gente ofrece algún mate y a veces he llegado a parar para tomarme uno y seguir.

—Si comparás el Dakar con correr en pista, ¿cuáles son los momentos de mayor adrenalina como piloto?

—El Dakar es distinto, porque no tiene esos picos tan grandes de emoción, porque al tener 15 días de competencia entre 8 y 10 horas, el estrés es constante. Entonces no podés exaltarte con un momento de alegría, en su pico máximo, porque después puede llegar del mismo modo un pico máximo de tristeza. Entonces en ese sentido hay que saber contenerse. En cambio en una pista es totalmente distinto, porque pasaste al tercero, al segundo, agarrás la punta vivís un pico de emoción difícil de describir. Aunque parezcan similares son dos disciplinas distintas; una es salto en largo y otra es natación por dar un ejemplo. No tienen muchas similitudes más que los pedales y el volante pero en cuanto a disciplinas son muy diferentes.

—¿Cuál es el desafío para el año que viene?

—La idea es tener más asistencia, eso nos va a permitir tener tanto en la largada como en la llegada, asistencia mecánica. También estamos trabajando en tener un camión de carrera, que nos asista durante la competencia. Eso es muy importante durante los 13 mil kilómetros de carrera. Porque además eso nos baja una cantidad enorme de peso en nuestro vehículo de repuesto que ahora los llevamos en el auto.

Por ejemplo, te evitás llevar una parrilla de suspensión que pesa 7 kgrs. o un semieje completo que pesa 10 kgrs. En total podés alivianar el auto en unos 50 kilos de repuestos, herramientas, líquidos de freno, hidráulico, aceite motor, aceite de caja y cubiertas. Todo eso suma peso dentro del vehículo, que si lo podés poner en un camión ayuda muchísimo. Estamos trabajando mucho en lo técnico, “Tito” Pérez es el encargado del desarrollo y proyecto en el chasis, Oreste Berta sigue siendo el responsable técnico del motor y estamos optimizando todo lo que usamos en la edición pasada, para lograr el mejor peso mínimo posible. Es grande el trabajo y estamos aprendiendo también. Pero el desafío es pelear entre los 15 primeros de la general.

Correr con el rombo

—¿Qué fue lo más lindo que viviste a bordo de la Duster?

—Hubo una etapa la edición pasada en Perú, luego de bajar de las dunas que era un camino medio raro, porque tenía bastantes pliegues pero muy rápido. Había muchos autos y me pasó algo que no me había pasado durante muchísimo tiempo en las carreras: durante casi 8 horas perdí la noción del tiempo. El auto iba mucho más en el aire que en el piso y se me pasó la etapa de 500 km. Te repito, fueron muchas horas y casi ni me di cuenta. Lo único que recuerdo es que “estaba tan enchifado”, que ni siquiera a mi navegante le daba bolilla. Eso en automovilismo tiene un nombre que ahora en este momento no lo recuerdo, pero que marca el nivel de concentración que tenés, que te aislás del mundo. No recuerdo que antes me haya pasado y lo disfruté tanto que realmente creo que fue el mejor día de todos los Dakar que corrí. El auto volaba y estaba más tiempo en el aire que en el piso.

—¿Y lo que más te sorprendió?

—Siempre me impacta el público argentino. La cantidad de gente que hay al costado de las rutas. Hay momentos que son impresionantes porque ves gente durante un montón de kilómetros y sobre todo cuando entrás a los pueblos, el público que sigue las carreras, es increíble. Una vez me pasó compitiendo con el Buggy en la etapa CórdobaLa Rioja que se me hizo tan largo y el paisaje era tan desértico y paré porque no sabía dónde estaba. Ahí había gente de unas casitas y les pregunté ¿en qué provincia estamos? Me trajeron agua y los tipos estaban tan al tanto del Dakar que me informaron de todo, de cómo venían los pilotos argentinos y por supuesto donde estábamos que era lo que yo quería saber.

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