Bucear en aquellas raíces

Por Griselda Tessio

[...] “Leemos para vivir” decía Flaubert y en ese mettier todos somos lectores. Algunos no tenemos más remedio que leer, tanto como respirar si queremos seguir viviendo. Así como Sartre descubre que era en los libros donde había encontrado el universo clasificado y meditado, pero aun fascinante (Palabras). Con la lectura se crean universos paralelos: se lee para estar menos solos, se lee para ahuyentar la muerte.

El libro de Adriana Crolla que hoy nos convoca nos habla de la Facultad de Humanidades en su larga historia de senderos que se bifurcan, de avances y retrocesos, vaivenes y péndulos. Es que la facultad ha seguido los rumbos de la historia argentina de estos últimos 70 años como no podía ser menos. Pero también es el relato del testigo lúcido que da testimonio de ese recorrido. De la institución y de la cátedra, de maestros y compañeros, de lecturas y silencios.

Ella piensa “lo italiano” a partir de su propia experiencia de vida, pero refuerza la italianidad gracias al torrente de ideas, debates, clases, autores, que filtraron la interpretación de ese mundo.

[...] Por supuesto que hubo discriminaciones, movilizaciones de los gringos y criollos enfrentados, colonos en armas en Santa Fe en contra del impuesto agrícola que realizaban concesionarios particulares y las peticiones por el “voto municipal” para los extranjeros. Podría concluirse en lo que afirma Darío Macor: “El proceso de invención de la Argentina y de los argentinos con el que nuestro país ingresa al s. XX tiene uno de sus pactos fundantes en la educación. En la institucionalización de esta nueva sociedad, el edificio educativo cumple un papel central que se extendió a lo largo de las primeras décadas de este siglo, con el que lo escrito, el universo de lo letrado se transforma, hasta alcanzar la centralidad de la cultura, ese núcleo donde se le da sentido a las cosas y a los hombres”.

Es claro que la academia recoge el desafío del texto, de repensar lo pensado, de interpretar la interpretación del mundo del autor y de aprender a leer el hipertexto, ese texto que dialoga con otros textos y con el lector.

[...] ¿Cómo se leía “la italianidad” en la Facultad de Humanidades? Por supuesto, a partir de Pavese, tal vez el primero de todos, Pasolini, Montale, Ungaretti y el cine, todo el cine italiano [...] Pero, ¿cómo leer la italianidad no filtrada por el texto y la academia? ¿Aquella otra de los inmigrantes pobres, campesinos analfabetos, ésos que llegaban al puerto de Buenos Aires, puro ojos grandes y valijas de cartón? Todavía debemos bucear en esas raíces, paisajes, manos en la tierra, en la máquina de coser, en los dulces primordiales, en los frutos de la tierra, esa deuda que aún espera ser saldada y que se está trabajando: el relato de esos gringos en estas pampas.

Para terminar quiero recordar lo que Primo Levi escribe en su libro Si esto es un hombre, cuando triunfa sobre la barbarie del campo [de concentración], el hambre, la humillación, la mugre, el temor constante de la muerte, enseñando el italiano a un compañero a través del Canto de Ulises pero no el de Homero sino el del Dante: el alto mar, el viaje “que la voz que recita y que atañe a todos los hombres”, dice, “y nos cubre por fin la mar airada”. En el acto creativo de enseñar, entonces, “considerate se questo é un uomo”. Y sí. Lo es.

Entre el hilo y las huellas

Por Claudio Lizárraga

[...] La hilación de los capítulos propone un recorrido que van más allá de sesenta años de historia, de hecho los tres factores que la autora indica para reconocer la presencia de lo italiano nos llevan a pensar en diferentes momentos del proceso histórico nacional, desde los procesos inmigratorios de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, las décadas del esplendor académico de la universidad argentina y receptora de la intelectualidad italiana exiliada por el fascismo, hasta los años de la recuperación de la democracia en nuestro país a partir de los 80 y que dieron lugar a las importantes transformaciones institucionales de la actual Facultad de Humanidades y Ciencias.

[...] Afortunadamente, muchos de esos hombres y mujeres hoy nos acompañan a celebrar, porque como la propia autora afirma este libro da a luz en un momento que nos permite conectar entre sí un conjunto de significaciones que se reúnen en un presente de celebración de sesenta años de historia institucional qu4e incluyen la creación en 1952 del primer Instituto de Formación Docente de la UNL y los 25 años de la misma institución transformada en facultad.

Pero también, y lamentablemente porque la vida es así y aunque todos lo deseáramos de otra manera, hay quienes ya no están con nosotros físicamente, pero se trata de aquellas personas que no se olvidan porque han dejado marcada su impronta, porque han señalado un camino.

De modo que, por todo lo expuesto y para finalizar, quiero decir que ha sido una muy grata experiencia para mí recorrer las páginas de este libro que hoy presentamos públicamente, porque se trata de un texto especial al que aún sigo sin poder ubicar en una tipología, porque se propone hablarnos de la enseñanza sin ser un texto de didáctica, porque nos conecta con la historia sin ser estrictamente un texto de historia, porque nos vincula con el mundo de la producción intelectual, de las letras y de la literatura italiana pero sin ser estrictamente un texto de literatura. Pero al propio tiempo es de todo eso un poco. Es en cierto modo un texto que estrecha relación, como dice Carlo Guinzburg, entre el “Hilo y las huellas”, las huellas dejadas por cada individuo, por cada ser de carne y hueso, y el hilo, el de Ariadna, el que Teseo utilizó para sortear los meandros del laberinto y que en este caso, a través del relato y la concatenación ordenada de los capítulos, permite hilvanar la trama compleja de una historia que también puede ser pensada a partir de “leer y enseñar la italianidad”.

En suma, como la propia autora explicita, se trata de “un prisma poliédrico y proteico de una misma historia con varios movimientos y al compás de sentidas melodías” (...), e imagino también, en mi modesto entender, el mejor lugar para los debidos reconocimientos y los merecidos homenajes.

Una piedra angular

Por Susana Romano Sued

La obra semeja -y me autorizo aquí en ciertas perspectivas de los estudios comparados- un Bildungsroman, una novela de formación, en la cual se pueden seguir los intrincados derroteros del protagonista: en este caso la italianidad (en la institución académica regional, cultural, literaria, cinematográfica y teatral), su génesis y crecimiento, cuyos orígenes se rastrean y recomponen como una arqueología multidimensional, remontándose desde la voz presente de la autora/novelista, hasta Madame de Staël y sus salones, su condición de anfitriona de sujetos interlocutores (como Sismondi), idearios y discursos, derroteros fundantes del comparatismo decimonónico. Desde allí son registradas, narradas, las vicisitudes históricas, políticas, sociales e institucionales de las literaturas hasta nuestra contemporaneidad; y ese derrotero y ese anfitrionazgo reconocemos la figura de Adriana Crolla, fundadora del Centro de Estudios Comparados y de la revista El Hilo de la Fábula, germen e impulso de tantas producciones y transferencias. Un lugar de reunión que ha hecho y hace circular los saberes y ha propiciado los trayectos de los alumnos, que ahora son colegas, y que recogen a su vez la enseñanza y vuelven a lanzarla a la comunidad.

[...] Los pasos del conocer, que implican las operaciones lógicas de la analogía y de la diferenciación, del presente, del pasado y del porvenir, son, como bien sabemos, las acciones básicas de la exploración de la identidad y de la otredad y marcan los trayectos que se inscriben en el espacio del comparatismo, y en este Bildungsroman. Al respecto, la autora nos dice: “Es necesario realizar el archivo de nuestros propios recorridos y de los modos de encuentros con la otredad que se han ido configurando en nuestras propias prácticas (...). En nuestro caso consistió en un lento pasaje de especialistas en literaturas extranjeras (traducidas, y por ende consideradas ‘menores’ frente a la canónica posición de las literaturas en lengua española en las políticas educativas en Argentina) hasta el lento descubrimiento de la profunda importancia que las matrices culturales y literarias foráneas tuvieron en nuestras elites intelectuales decimonónicas. Mirar lo italiano como extranjero pero no desde el extranjero como una producción disociada de lo local, sino desde nuestra propia localidad para ver sus condiciones de aplicación modos de articulación, recepción y complejidad de sus enraizamientos”.

Impactada por los reflejos de la luz lunar y por el calor de las fogatas que iluminan el libro, expreso mis augurios por esta obra: ella constituye un trabajo audaz, una piedra angular para la recuperación de la memoria histórica de una parte gravitante de la cultura argentina, y ha de ser un ejemplo que merece proyectarse en las instituciones académicas del país y del extranjero.

“Leer y enseñar la italianidad”

“Leer y enseñar la italianidad”

“Inmigrantes”, de Carlos Alonso.

Se presentó recientemente el libro de la Prof. Adriana Crolla Leer y enseñar la italianidad. Sesenta años y una historia en la Universidad Nacional del Litoral, en un acto que reunió al decano de la Facultad, Prof. Claudio Lizárraga, a la Dra. Susana Romano Sued de la Universidad Nacional de Córdoba y a la Dra. Griselda Tessio, profesora de la UNL y diputada provincial. En la oportunidad, Crolla rindió un homenaje a quienes contribuyeron al nacimiento y desarrollo de la disciplina, en la persona de la Prof. Zunilda Manavella. Los músicos y docentes del Instituto Superior de Música, Guillermo R. Álvarez (pianoforte) y Guillermo Monzalvo (guitarra) cerraron el evento. Transcribimos aquí algunos fragmentos de quienes tuvieron a su cargo la presentación del libro editado por la UNL.

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Griselda Tessio, Claudio Lizárraga, Susana Romero Sued y Adriana Crolla.

Foto: Manuel Fabatía