llegan cartas

Sobre los monumentos públicos

Raúl Alcides Zurita Fernández.

DNI. 6.232.027

Señores directores: Raúl A. Zurita Fernández solicita a usted tenga a bien contestar los dichos del señor Fabio, hechos en la edición de vuestro vespertino de fecha 16/9/13, sección “Sólo Lectores”, “Sugerencia al intendente”, Pág. 18 col. 4 y 5, en mi calidad de autor y donante del monumento emplazado en la Plaza del Soldado Argentino, en memoria de 649 compatriotas caídos en la guerra de Malvinas contra el invasor inglés y sus aliados en 1982.

Este es el primer monumento erigido en nuestro país donde figuran los héroes con nombres y apellidos, inaugurado en 1985, que fue realizado y costeado por el suscripto: cuya donación a Santa Fe y a la Nación Argentina fue aceptada por ley de la provincia de Santa Fe.

Quiero informarle al señor Fabio que la estética de las ciudades está basada en la armonía de conjunto que presenten sus calles, avenidas, parques, plazas, línea de altura y frente, estilo de sus edificios, iluminación y, entre otras importantes cosas, sus monumentos públicos.

Monumento público es “una obra pública y patente, como estatua, inscripción o sepulcro, histórico-épicas, en algunos casos simultáneamente por ambas”.

El deleite espiritual es una obra específicamente artística que nace de la belleza dada por la inspiración del artista, siguiendo o no los cánones del arte propio de aquélla, a veces de acuerdo con la interpretación de la época. Pero los del orden épico o heroico provienen de la emotiva visión de ella cuando es símbolo representativo de hechos epopéyicos reales, que conmueven el corazón de las naciones que lo llevaron a cabo y se enorgullecen de ellos. Primero, porque no ha sido artístico el objetivo esencial de la obra; y en el segundo lugar por ser esta pieza objetiva y subjetiva de rememoración patriótica de una de sus glorias poseídas por el pueblo que producen su “deleite espiritual”. Por tal razón, les son efectivamente bellas, ya que tienen la propiedad que las hace amar.

Un simple montón de piedras que sirva para honrar a hombres o hechos asentados en la verdad resultará a la postre más bello que otro de oro, alabastro y pedrería, artísticamente maravilloso, erigido para memorar falsas efemérides o inexistentes virtudes.