Pelea mundialista en el Pay Zumé

El boxeo santotomesino y su cita con la historia

El gimnasio del Club Unión Santo Tomé será sede del combate que sostendrán la argentina Alejandra Oliveras y la colombiana Lely Florez por el vacante cinturón superligero del CMB. La vecina ciudad se convertirá en la primera localidad del departamento La Capital en albergar una contienda por título del mundo.

El boxeo santotomesino y su cita con la historia

Protagonista. Alejandra Oliveras -en la presente imagen junto a su entrenador Guillermo Serra- intentará ceñirse un cuarto cinturón ecuménico, en cuatro categorías distintas. Por eso, el eslogan que encabeza la velada es “Locomotora: Estación Cuatro”. Foto: José Vittori

 

Sergio Ferrer

Este viernes, el boxeo santotomesino tendrá su cita con la historia. El precedente lo dejarán sentado la argentina Alejandra Marina “Locomotora” Oliveras y la colombiana Lely Luz “La Roca” Florez, quienes se enfrentarán en el gimnasio cerrado Pay Zumé del Club Unión Santo Tomé (recinto inaugurado en 1992), en disputa del título del peso superligero del Consejo Mundial de Boxeo, actualmente vacante.

Este cinturón hasta no hace mucho estaba en poder de la pampeana Mónica “La Gata” Acosta, vencedora de las nombradas (en ambos casos a través de fallos que dieron para la polémica), pero ahora se encuentra “sin dueña”, ya que el CMB dejó de reconocerla como monarca hace unos meses, por inactividad.

Al margen de esos detalles y pormenores casi propagandísticos, que hacen a la esencia de una pelea como la que se avecina, bien cabe dedicar unas líneas a Santo Tomé y a su innegable prosapia boxística, entendiendo que la relación de esta ciudad con el deporte de los puños ha sido lo suficientemente concreta, fluida y fuerte como para definirlo así, en términos de generoso reconocimiento.

Lo hacemos de esa manera, además, para que los santotomesinos se sientan orgullosos de su pasado pugilístico, fundamentalmente por el advenimiento de esta “buena nueva” que ofrece el boxeo a la prolífica historia deportiva del lugar con la pelea Oliveras-Florez: ser la primera localidad del departamento La Capital en lograr estatus de “Ciudad Mundialista” y la quinta de la provincia de Santa Fe, detrás de Rosario, Sunchales, Villa Gobernador Gálvez y Roldán (ver infografía).

En la memoria

Santo Tomé fue, es y entendemos que seguirá siendo tierra de respetados y esforzados boxindangas. Sin ir más lejos, en la actualidad nos encontramos con varios prospectos que “se curten el lomo” en los distintos festivales que se organizan en la zona, representando al Santo Tomé Boxing Club de Ángel Fernández o a la Academia Carlos Cattáneo, de Oscar San Juan.

En cuanto a “los de antes”, los ejemplos que vienen a la memoria son muchos y nos hacen remontar prácticamente unos ochenta años atrás, cuando, entre otras cosas, el epicentro de la actividad pugilística era el salón Las Casaruinas, donde don Pedro Candioti (“El Tiburón del Quillá”) era una de las personalidades que oficiaba de árbitro y Nicolás Cosme Maturán era uno de los jueces.

Las Casuarinas estaba ubicado a unos cien metros del Pay Zumé, microestadio que, dicho sea de paso -y al igual que la propia ciudad anfitriona- lleva por nombre una expresión que hace referencia al “Padrecito Tomás” o “Padre Tomé”, el apóstol venerado por los aborígenes que habitaban este paraje en la época de La Estanzuela de los jesuitas.

Entre los principales antecedentes del boxeo santotomesino podemos citar las iniciativas llevadas a cabo en los años treinta por el precursor y pionero Cosme Maturán, uno de los primeros púgiles profesionales con actividad comprobada en el interior del país, cuya carrera se extendió entre 1917 y 1927.

“Nico” en realidad no peleó nunca en esta ciudad, pero fue aquí en donde aportó sus conocimientos como director técnico y oficial de ring. Luego deberíamos hacer una apreciación muy especial acerca de la figura del inolvidable Kid Paquillo (cuyo verdadero nombre era Francisco Marín), el primer gran ídolo local; sin dejar de mencionar, por supuesto, las reyertas que tuvieron como protagonistas a los hermanos José y Miguel de Arcángelo (más conocidos como “Pelufo” y “Gula” Arcángel), o bien a Juan “Cachirulo” Galmes, un púgil de gran campaña amateur.

También podríamos nombrar a otros pugilistas aficionados de performances no tan rutilantes como los anteriores, como Jorge Raúl Chaya y el multifacético Juan José Antonio “Tesoro” Ferrero, pero que igualmente aportaron su granito de arena para que el concepto de innegable prosapia boxística” no suene hueco o gratuito.

 

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Dura rival. Lely Luz Florez, ex campeona interina del CMB en las 140 libras. Persistente y competitiva. En las consideraciones previas no aparece como una oponente fácil de arriar.

Foto: El Litoral

Tiempos recientes

Siguiendo las líneas demarcadas con este repaso histórico (bastante sintético por cierto) respecto de épocas mucho más cercanas a las ya referidas cabría resaltar con énfasis la aparición de una figura casi angelical, la del fallecido Luis “Ranita” Linari (el hermano mayor de Diego, destacado árbitro en la actualidad), quien combatió en las instalaciones del Club Unión cuando la cancha de básquetbol de la institución -que al cerrarse se convirtió en el actual Pay Zumé- todavía no había sido techada. Su temprano adiós, en 1984, dejó trunca una carrera que apuntaba a lo más alto, basada en un boxeo pulido y atildado que todavía sigue siendo tema de conversación y halago entre la gente del ambiente boxístico.

Después, a fuerza de ser injustos con los que no serán nombrados, podríamos agregar el nombre del entrenador Ricardo Linari (padre de Luis y Diego) y el de muchos de los peleadores que se hicieron a su lado, como ser Rubén Pasquini, José “El Negro” Braca (durante mucho tiempo sparring partner de Julio César Vásquez), Rubén “El Torito del Salado” Oviedo (a quien daba gusto ver trotar y entrenar, ya que lo hacía con una soltura y elasticidad que muchos de los muchachos de hoy envidiarían), Roberto “Taca” Torres, Daniel Frutos, Juan Ramón “Kunta” Robledo, Jesús Cristaldo, Rubén e Hilario Rojas. Sin olvidar a otros valores, como Enrique “La Chancha” Franco y su hermano José, Carlos “El Funebrero” Ferrer (protagonista del cuento “Cara de Póker”, de Malaquías Lagumbay) y Antonio “Manguruyú” Tablada, el peso pesado que inspiró el texto “La noche aciaga de Caballo Loco” (otra de las narraciones del referido autor).

Entre los baluartes de reciente cuño, no pueden faltar aquellos protagonistas que, de una u otra forman, con sus carreras de alcance nacional e internacional inclusive, pusieron a Santo Tomé en el mapamundi del boxeo universal: Sandro Abel Vázquez (que combatió por un título mundial de los llamados “menores” en Holanda y estuvo muy cerca de alzarse con la victoria), Carlos Ríos (el que más lejos llegó, al enfrentarse a gente de la talla de Luisito Espinosa, Floyd Mayweather Jr., Acelino Freitas y Phillip Ndou, entre otros), Mariano “Chiquito” Ocampo (tres veces rival de Fabio “La Mole” Moli) y César David Crenz -todavía en actividad-, quien se ha dado el gusto de pelear en Alemania, Polonia y Ucrania (sin olvidar que tiene un triunfo por nocaut sobre un argentino ex campeón mundial, Hugo Garay, en el mismísimo Luna Park).

Últimas “agarradas”

Para finalizar, no está de más remarcar que Unión Santo Tomé se merece, realmente, albergar este acontecimiento deportivo. Fundado el 31 de mayo de 1927, es el club local en actividad más antiguo, además de haberse convertido en los últimos años en una incipiente plaza pugilística, a través, precisamente, del Pay Zumé. No hay que olvidar que en los últimos tres años se hicieron numerosas veladas en dicho lugar y allí vieron actividad varios de los púgiles profesionales que se destacan actualmente por estas latitudes.

Entre los más conocidos podemos citar a Damián Yapur (el invicto pupilo de José Lemos), Pablo Roldán y Diego “El Aguijón” Alzugaray, quienes el año pasado protagonizaron una reñidísima batalla, culminada con un fallo que aún hoy se discute. De igual modo, combatieron allí Julio César “El Cazador” Cáceres, Alejandro “El Diablo” Burella y Cristian “Titi” González (que entre ellos brindaron otro peleón), Luis “El Gringo” Medina y el propio Juan Alberto Ríos, que verá acción este viernes en el pleito coestelar. Justamente, el 5 de noviembre de 2011, con varios de ellos el Pay Zumé vivió una verdadera “Noche del Nocaut en Uno”, ya que Cáceres, Ríos y Medina (todos discípulos de Osvaldo Salami), superaron en el primer asalto a Claudio Fernández, Roberto González y José Suárez respectivamente.

Antecedentes titulos boxeo en sta fe.pdf

El tiempo pasa

  • Hace casi veinte años atrás, el 17 de diciembre de 1993 para ser más precisos, Carlos Alberto Ramón Ríos le ganó por nocaut en la primera vuelta al entrerriano Héctor Cirolla en el gimnasio Pay Zumé, dejando su récord rentado en 13-0-1 (10 KO), tras 14 presentaciones sin conocer la derrota. Y aunque parezca un dato suelto, en realidad es más que significativo, ya que marca la única pelea de Carlitos en Santo Tomé, de un total de 105 que realizó entre 1989 y 2004, sumando sus campañas en el campo amateur y el profesional.

Carlos hizo 35 combates como aficionado y 70 como rentado, terreno -este último- en donde acumuló 52 victorias (33 KO), 11 derrotas, 3 empates y 4 sin decisión.

Indudablemente, fue el pugilista representativo de Santo Tomé que más lejos llegó. En tres oportunidades fue retador mundialista de versiones ecuménicas de las llamadas serias y en una de una entidad de menor fuste. No obstante ello, su máximo logro fue la obtención del campeonato sudamericano del peso pluma (57,152 kg) frente al colombiano Esteban de Jesús Morales.