Los primeros cuarenta días del bebé en casa

Los primeros cuarenta días del bebé en casa

El nacimiento de un bebé es el inicio de una serie de cambios muy importantes en la vida familiar. Durante el embarazo se imagina el día en que se tendrá al hijo en brazos y se disfrutará con él. Pero ¿qué pasa si llora sin parar? ¿Cómo saber qué es normal?

ASESORÓ. DRA. LILIANA KREMENCHUZKY, JEFA DE PEDIATRÍA DE CLÍNICA Y MATERNIDAD SUIZO ARGENTINA.

 

Los primeros cuarenta días del bebé, además de ser un período de grandes cambios, es una etapa en la que se presentan diversas situaciones y sensaciones de placer y angustia. Éstas pueden ser claves en la vida de una madre y su hijo. Esto no quiere decir que deba ser vivido con miedo, sino por el contrario con tranquilidad, tratando de favorecer esa cosa mágica que es el “apego” entre ambos.

Lo más importante en los primeros días es estar atentos a su comportamiento. El nacimiento es un suceso muy intenso en la vida del bebé, por lo que es una prioridad que nosotros nos adaptemos al niño y no al revés. En el período inmediato después del nacimiento, el bebé sufre enormes cambios: la oxigenación y la nutrición no le llegan más por vía del cordón umbilical y deja de tener la protección del útero, por lo que debe adecuar a la vida exterior, entre otras cosas, su tipo circulatorio, respiratorio y la regulación de su temperatura corporal.

¿QUÉ PASA SI LLORA SIN PARAR?

Los bebés chiquitos lloran por muchas razones, más allá del hambre. Un reflejo muy presente en éste período es el llamado “de Moro” o “de defensa” que, unido al tono muscular del bebé, hacen que éste llore habitualmente solo al moverlo. El reflejo de Moro es de intensidad variable, según los niños. El tono muscular también varía, y esto hace que algunos niños lloren más que otros. Además, existen muchas otras razones normales para llorar: ruidos, cólicos, incomodidad (pañales sucios, calor, frío, etc.). Cuando se incomodan o tienen cólicos y lloran, generalmente se calman al contacto con la mamá y habitualmente succionando.

Si un bebé tiene necesidad fisiológica de succionar y está adecuadamente alimentado, se calmará con el chupete. Si no lo recibe querrá succionar algo, lo que encuentre: el dedo, dos dedos, la mano o la teta. Muchas veces, al principio no saben sostener el chupete, pero en general se trata de un problema que se soluciona rápidamente. Algunos pocos no lo aceptan nunca y no se succionan el dedo.

En este sentido, una pregunta muy habitual es si no se deforma el paladar del niño. El promedio estimado de la utilización del chupete son dos años y el promedio estimado de la succión del dedo son de más o menos seis años. Si se respetan estos tiempos, derribamos el mito y no se deforma el paladar.

AMAMANTAR AL BEBÉ

Como primer paso, es importante ordenarle de a poco los horarios de comida al bebé. Si un niño solo se calma con la succión de la teta, la madre se agota y llega un momento en que le resulta muy difícil decodificar los llantos del bebé. En cambio, ordenándole los horarios, las madres saben, ante cualquier llanto qué es lo que les pasa. Además, deben estar tranquilas respecto a las posibilidades que tienen de amamantar a su bebé. En general, la secreción láctea de cada mujer se adapta a su hijo y cada bebé se adapta a su mamá. Siempre es deseable amamantar.

Durante la primera semana de vida del bebé, la secreción láctea que aparece es el calostro, que es una sustancia hiperproteica, tiene muchos anticuerpos antimicrobianos y antivirales, vitaminas y minerales. Después de la primera semana, el calostro va perdiendo proteínas y minerales y adquiere más hidratos de carbono y grasas. Ese período es el de la leche intermedia. Recién alrededor del día veinticinco aparece la leche madura. De esta manera, mágicamente, estamos llegando al primer mes en el cual la mamá ya conoce bien a su bebé y disfruta de uno de los momentos más gratificantes.

CORDÓN, CÓLICOS Y OTRAS CONSULTAS

Hasta llegar a este maravilloso mes debimos pasar por días llenos de interrogantes.

Otra de las incógnitas habituales se refieren al cordón umbilical. ¿Le duele cuándo se cae? ¿Cómo se limpia? ¿Qué pasa si sangra un poquito al desprenderse?

El cordón umbilical se limpia cada vez que se cambia al bebé, con gasa estéril y alcohol, pasándola por todo el cordón incluida la base. El cordón se momifica y cae generalmente entre la semana y los diez días de vida. Al día siguiente se puede bañar al niño.

Otro camino a tener en cuenta son los cólicos, totalmente normales. Es necesario aprender a convivir con ellos. Los bebés succionan, tragan aire y el intestino, que se tiene que adaptar al alimento, se mueve. Habitualmente el período de mayor intensidad se extiende hasta el tercer o cuarto mes. Las medicaciones que se utilizan pueden calmarlos pero no los hacen desaparecer. Son muy efectivos los ejercicios de flexión de las piernitas, los masajitos en la panza y sobre todo, mantener la calma, sabiendo que se trata de algo normal y transitorio.

Otra de las cosas que es necesario aprender es la normalidad de las deposiciones, ya que éstas varían durante los primeros días. Al principio, el recién nacido tiene un reflejo que se llama “gastro-cólico”, cada vez que el alimento llega al estómago, el intestino se mueve y hacen caca. Pero este reflejo se pierde después de unos días y vemos al bebé haciendo fuerza, poniéndose colorado, ruidoso. Lo que sucede es que los músculos de la pared abdominal son flojitos y no apoyan bien la defecación, como consecuencia de esto no tienen tantas deposiciones por día y, a veces, no hacen caca todos los días. Esto no es un problema, sino algo propio de la edad.

Así se pasa el mes. Ya sonríe, come bien, sigue llorando. Ya sabemos cuándo tiene cólicos, en qué horario son peores, cada cuánto hace caca; aumenta bien de peso y se calma con el chupete.