editorial

Se agrava el caos en el tránsito

  • Cada mes se siguen incorporando vehículos al parque automotor de las grandes ciudades. La infraestructura vial resulta obsoleta.

El problema del tránsito en las grandes ciudades del país se agrava irremediablemente con el paso de los años. La razón es simple: mientras el número de vehículos en las calles se acrecienta de manera constante, la infraestructura vial no registra las transformaciones necesarias para morigerar el impacto de este fenómeno.

Un ejemplo claro es lo que sucede en algunos de los accesos a la ciudad de Santa Fe. La Ruta Nacional 168 y la Ruta Provincial Nº 1, ya no pueden soportar el creciente caudal de tránsito en horarios pico.

Viajar entre la zona de la costa y la ciudad se torna un verdadero calvario. Es que, a pesar de algunas medidas que viene tomando la Municipalidad para agilizar la circulación de los vehículos, estas rutas ya resultan incapaces de soportar semejante movimiento.

Incluso, a este ritmo de avance de los trabajos, el proyecto de ampliación de la Ruta 1 llegará demasiado tarde. Cuando al fin la obra esté concluida, el número de autos que circulan por la zona habrá crecido tanto que las mejoras no alcanzarán para garantizar una circulación fluida.

Una situación similar se produce en el Puente Carretero, que une a las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé. En ese punto neurálgico, durante las horas pico el caos se apodera del lugar y se extiende irremediablemente por las calles céntricas de la vecina ciudad. Se espera que la pavimentación del acceso norte permita descomprimir la situación. Sin embargo, mientras el número de autos que circulan desde una ciudad a otra siga creciendo, también esta intervención vial de emergencia pronto resultará insuficiente.

Si la realidad es difícil en los accesos a Santa Fe, en la zona céntrica la situación se torna un verdadero martirio. A las calles angostas y al creciente número de vehículos, se le suma la desaprensión por las normas con que gran parte de los conductores circulan día a día.

Incluso, el caos se apodera de avenidas pensadas para una circulación rápida, como por ejemplo Urquiza, Rivadavia, Bv. Pellegrini y Bv. Gálvez.

El fenómeno se agrava a una velocidad sorprendente. Por este motivo, es impostergable comenzar a pensar en medidas para reorganizar el tránsito en la ciudad, ya que a la luz de las finanzas municipales resulta utópico pensar en estos momentos en la construcción de megaobras de infraestructura.

La cantidad de vehículos que circulan por la ciudad creció un 15 por ciento entre 2009 y 2011. Mientras que en 2009 circulaban 128.839 automóviles, motos o ciclomotores; en 2011 la cifra había trepado a 146.565.

El crecimiento natural de la ciudad y el actual contexto macroeconómico del país -que impulsa la compra de vehículos- produce como consecuencia la creciente saturación de las calles urbanas y las rutas del país. De hecho, frente a una inflación anual del 25%, muchos argentinos optan por resguardar sus ahorros invirtiéndolos en un automóvil. Las cifras de venta siguen batiendo récords, a pesar de los inconvenientes provocados por la continua depreciación de la moneda.

El momento de repensar el tránsito en la ciudad es ahora, pues se trata de una verdadera carrera contra el tiempo. Las medidas, seguramente, provocarán ciertas incomodidades. Sin embargo, no hay otra salida.

El momento de repensar el tránsito en la ciudad es ahora, pues se trata de una verdadera carrera contra el tiempo.