Familia: institución o género

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Rubén Panotto (*)

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La generalizada tendencia de cambios culturales en la sociedad contemporánea nos está planteando la invalidez de paradigmas emblemáticos, respecto de la ecología humana de la sexualidad, el matrimonio y la familia, implantando la relativamente nueva ideología de género. Las virtudes y defectos de la familia nuclear establecida en el matrimonio mujer-varón son profusamente conocidas y reconocidas, por su ancestralidad en la raza humana. Es muy importante para las nuevas generaciones conocer las ideologías de género, a fin de lograr mayor calidad en las relaciones del matrimonio y la familia, “y alcanzar niveles más profundos de salud, felicidad y paz” como lo menciona el Dr. Cristián Conen, asesor internacional en políticas familiares, en su libro “Ecología humana”.

Género es un término gramatical que especifica una clase a la que pertenece una cosa, utilizando tres adjetivos y pronombres: masculino, femenino y neutro. Ejemplo: cuando decimos el vaso o la silla, no estamos diciendo que el vaso tiene sexo masculino ni que la silla es de sexo femenino. Género y sexo eran términos intercambiables, hasta que se creó una nueva ideología que le dio una definición diferente. La teoría de género afirma que el mismo incluye el sistema de los diferentes roles culturales, socialmente construidos por varones y mujeres, que afectan las distintas formas de relacionarse, el acceso y control de los recursos, y el derecho y poder en la toma de decisiones. Estos roles pueden cambiar con el paso del tiempo, pues son estructuras culturales no relacionadas al sexo biológico. ¿Qué cambia entonces cuando se habla de género y no de sexo? Que pueden añadirse tantas categorías de sexualidades, sin tener en cuenta la diferencia de sexo. Esto explica que las personas de un mismo sexo puedan tener una atracción activa al mismo o ambos sexos. Esta ideología introduce un elemento supuestamente cultural, que permite explicar la aparición de géneros independientes de su sexo biológico. Se dice entonces que cada persona puede construir libremente su género, que termina en una autoconstrucción de su sexualidad u opción sexual. Finalmente esta teoría propone su postulado fundamental, que consiste en sostener que el género es una identidad construida por la cultura y elegida por cada persona. A su vez lleva a la premisa de que existe una esencial igualdad de los derechos humanos entre los géneros, que la diferencia cultural de varón-mujer ha roto, llevando en particular a la mujer a la opresión y la debilidad, colocándola en total desventaja con relación al varón.

Verdadero-falso

“¿Cómo explicar, por ejemplo, que habiendo superado en nuestra época los anacrónicos pactos familiares para la conservación de patrimonios y basados mayormente en el fenómeno del enamoramiento, existan hoy tantos casos de opción por formas de convivencia de parejas sin compromiso, o tanto error en la elección amorosa del cónyuge, y tantos fracasos y separaciones en las vidas matrimoniales?”, se pregunta el Dr. C. Conen. “La respuesta no es simple sino muy compleja,... pero la causa más profunda se encuentra en ciertos conceptos que subyacen a las elecciones y a las conductas en materia de sexualidad, amor, matrimonio y familia, del hombre y la mujer contemporáneos”, concluye Conen.

La ciencia, filosofía y religiones nos apabullan con demostraciones de que en la naturaleza no hay absurdos sino que todo tiene sentido. Lo verdadero es que la sexualidad humana tiene un claro sentido de complementariedad a nivel biológico, sensual, afectivo y racional, demostrando que las necesidades afectivas de la mujer se complementan con las necesidades afectivas del varón y la racionalidad masculina con la femenina. Cuando la relación hombre-mujer está en crisis es el compromiso racional el que contribuye a reparaciones y esfuerzos para avanzar hacia la plenitud y madurez de esa relación. El amor verdadero es sentimiento y compromiso, es pacto y entrega recíproca, que produce como resultado la vida, la paz y la felicidad.

La propuesta humana es “quiero que me hagas feliz”; la que enseña el Creador es “quiero hacerte feliz”.

(*) Orientador Familiar