Moratalla plantea la necesidad de “desconexión” del universo digital

“El silencio será una de las armas educativas del futuro”

  • Un profesor español de Filosofía Moral se refiere a la relación de los chicos y adolescentes con las nuevas tecnologías. Sostiene que desconectarse por momentos, hacer silencio y mirar el propio interior, es clave en la era digital.
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La conexión a toda hora puede generar cierto “autismo moral” por parte de los alumnos. El experto sugiere recuperar la “dimensión física” de la palabra y de la amistad.

Foto: Archivo

 

Mariela Goy

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“Me desconecto, luego existo”. El español Agustín Domingo Moratalla, profesor de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valencia, parafrasea a Descartes para exponer que frente al universo digital y las redes sociales, los educadores deben promover en los niños y adolescentes una antropología del “silencio” y la “desconexión”.

“Es muy importante hacer ver al alumno que hay todo un mundo dentro de él que no comienza cuando está conectado, sino cuando mira su propio interior, cuando hace silencio y se descubre a sí mismo. El silencio será una de las armas educativas del futuro”, propone el especialista, que estuvo en Santa Fe para participar del Congreso de Educación sobre bullying que organizó la Universidad Católica de Santa Fe.

Moratalla no niega las nuevas tecnologías y las posibilidades que éstas brindan, pero advierte que están cambiando las actitudes, los hábitos y los valores. En ese contexto, asegura que los padres y docentes deben recuperar su “autoridad educativa” y trabajar colaborativamente, porque es su responsabilidad poner límites a los niños y adolescentes, y educarlos en valores como la empatía, el agradecimiento y el perdón.

—¿Cuál es su planteo con relación al bullying en su libro “Educación y redes sociales: la autoridad de educar en la era digital”?

—La pregunta que se hacen los expertos y pedagogos es en qué medida las redes sociales y las nuevas tecnologías son factores que contribuyen a generar agresividad; y cómo los maestros y profesores podemos intervenir en ese proceso. Mi planteamiento es sencillo para un problema complejo. Primero, hay que trabajar en clave cooperativa con las familias; es decir, propongo una alianza de los maestros y profesores con las familias, con independencia de que estas últimas sean más o menos estructuradas o estén más o menos dispuestas a colaborar. En segundo lugar, es muy importante promover dentro las escuelas, las buenas prácticas de convivencia educativa, que muchas veces no son noticia como sí lo son la violencia y el bullying. Para ello, los educadores tenemos que trabajar en equipo, conocer lo que hacemos y evaluar si lo que hacemos es una “buena práctica”. Es decir, darnos cuenta que un buen maestro no es sólo aquel que genera buenos resultados entre sus alumnos, sino aquel que acompaña, incita, invita, que está al tanto del crecimiento de sus estudiantes. Es necesario construir una ética de la profesión docente.

—¿Cómo se relaciona la ética docente con el tema de las redes sociales y el bullying?

—Se relaciona en el sentido de que podemos encontrar escuelas 2.0, altamente tecnologizadas, pero que no saben afrontar los problemas clásicos que las nuevas tecnologías no resuelven. Para plantear el tema del bullying, del acoso, tenemos que darnos cuenta que la agresividad y la violencia están ahí, y que los aparatos tecnológicos no van a suprimir los conflictos, sino que en realidad pueden ser incentivos, estímulos y hasta pueden generar cierto “autismo moral” por parte de los educandos. Además, hay un olvido de la dimensión moral del mensaje cuando lo utilizamos pura y exclusivamente para mandar un sms. Por ejemplo, no nos damos cuenta que nos hemos comprometido a algo con cuatro personas a la vez, porque se perdió esa fuerza moral de la palabra que la comunicación física tenía. Entonces, debemos educar para que los alumnos descubran que la dimensión física de la amistad, de la solidaridad, de los valores, es muy importante. Tienen que darse cuenta de que la palabra es más importante dicha físicamente que tecnológicamente.

Soledad y vulnerabilidad

—¿Qué otros problemas generan las nuevas tecnologías?

—Las nuevas tecnologías están generando problemas cognitivos, emocionales y de “soledad, solidariamente tecnológica”. Es decir, nuestros hijos y alumnos son solidarios con toda la humanidad, pero no tienen a quién contarle un problema. El hecho de que tengan miles de amigos en facebook, no quiere decir que tengan a alguien con el que puedan hablar o compartir su soledad. Eso los hace más vulnerables, y esa vulnerabilidad es difícil de percibir porque es un mundo virtual que los padres y profesores no ven. No ven que el chico viene con ojeras a clases porque lleva dos días sin dormir porque ha estado conectado a la computadora. Aquí se genera lo que yo llamo, la “cultura del dormitorio”, es decir, los padres no sabemos el tiempo que han estado conectados a Internet, al celular, si han descansado o con quién se han estado comunicando. Tampoco tiene mucho sentido que los padres limitemos el uso de la tecnología en casa, si los profesores desde el principio piden el acceso libre tecnológico a los hijos. Entonces, si no hay alianza entre familias y padres, no es posible este tipo de estrategias educativas.

—¿De qué otras formas este cooperativismo entre familias y escuela puede beneficiar a los chicos?

—Al chico hay que ayudarle no sólo ofreciéndole posibilidades de conexión, sino también de desconexión. Lo más difícil hoy es educar para la desconexión. El silencio es una herramienta educativa porque como todo el mundo está conectado a YouTube, escuchando música o abriendo sitios web en cualquier momento, quienes pueden tener las ideas claras son aquellos que descubren momentos de silencio para conocerse a sí mismos. En el futuro no vamos a tener problemas de información, sino de conocimiento. Y entonces, mucha información requiere de gestores de conocimiento, y ahí interviene el factor credibilidad y el factor confianza. En educación, la credibilidad y la confianza sólo son posibles si maestros y padres recuperamos la “autoridad educativa” en un sentido positivo, es decir, de saber establecer límites. A los padres nos da miedo establecer límites porque si el resto de las familias dan “barra libre” en la conexión a Internet, por qué mi hijo va a ser un bicho raro. No hay que tener miedo a decir que en casa y en la escuela hay límites para las nuevas tecnologías.

Interioridad

—Usted habla de que los chicos hagan silencio y se autoconozcan, pero no parece algo que puedan hacer ellos solos.

—Claro, por eso es importante que el profesor pueda generar espacios en una clase, en un día de excursión, o en una capilla si es una escuela religiosa, donde salga el tema de la concentración, la interiorización, el conocerse uno mismo. La interioridad es una dimensión educativa muy importante y que nos va a ayudar a dilucidar si tenemos problemas no resueltos con nuestros compañeros de clase y a reducir la agresividad.

Luego, hay otras tres cuestiones que hay que fomentar en el alumno. Una es la empatía: promover prácticas que lo ayuden a ponerse en el lugar del otro. Dos, introducir en las prácticas educativas, iniciativas de agradecimiento para que el alumno se dé cuenta de que las cosas no surgen porque sí, sino porque alguien las hace. Y en tercer lugar, relacionado con la violencia y la agresividad, está el tema del perdón. Aprender a pedir perdón cuando hemos herido a un compañero y no avergonzarnos por hacerlo. El tema de educar para la responsabilidad, exige este tipo de cuestiones.

"Asumir que necesitamos una ética profesional docente, significa clarificar qué es una buena práctica y qué valores están en juego. Y evaluar si los niños van hacia donde nosotros queremos, o si hay otro tipo de agentes de mercado o ideologías que educan más que nosotros".

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Agustín Moratalla / Profesor de Filosofía