el invitado

Preservar las cooperativas

Pedro Aguer

Lo primero que debe hacer un futuro cooperativista es reconocerse como independiente de toda influencia que provoque discriminación ideológica, religiosa, racial o clasista. Es decir, se debe partir de la igualdad y de la libertad en su más amplio concepto.

Ello implica que su papel en la empresa será el de dueño no el de empleado. Fundamentalmente en las cooperativas de trabajo este criterio debe ser asumido para evitar confusiones que tarde o temprano generarán conflictos indeseables y difíciles de revertir. Pretender cambiar esta condición es tergiversar el sentido fundacional.

Una vez ingresado el aspirante estará condicionado por el Estatuto de la empresa y por las leyes que rigen el funcionamiento de las cooperativas en nuestro País, como ocurre en todo el mundo.

Las cooperativas se pueden asociar con el Estado o con otras organizaciones de naturaleza jurídica distinta pero no se pueden subsumir en subordinación de aquéllas, sino integrar de igual a igual, institucionalmente.

Quien es socio de una cooperativa no debe permitir que ésta se transforme o se subordine a otra empresa. Mucho menos si sus compañeros no han tratado el tema en asamblea.

Cada paso que se dé fuera de la institución debe ser tratado en asamblea.

De este modo se cumple con los requisitos, lo contrario será ilegal y antidoctrinario cualquiera sea el punto de vista.

Es este un gran compromiso que el movimiento cooperativo debe preservar y las autoridades competentes deben respaldar.