editorial

Conflicto con Santiago por el río Salado

  • No es la primera vez que se genera este conflicto. El gobierno de la vecina provincia incumplió su palabra en otras oportunidades.

Los pobladores del noroeste de Santa Fe y del sureste de Santiago del Estero siguen obligados a vivir bajo las condiciones que les impone el medio ambiente muchas veces hostil, pero también -y de un modo más gravoso- a las decisiones políticas que los marginan.

En este marco de dificultades, en el contexto de marginaciones nacionales y regionales, aguas arriba y aguas abajo del río Salado se suceden reclamos, abusos, desconfianzas y hasta atropellos a propósito del bien más vital: el agua. El límite interprovincial que separa a santafesinos de los santiagueños, es una línea imaginaria, que divide en dos el curso de agua que necesitan ambos Estados. El problema es que, ante la actual bajante que desespera a unos y otros; los pobladores de Santiago tapiaron el río, al punto de no dejar pasar a los santafesinos ni una gota del magro cauce.

El hecho fue muy comentado esta semana por los diarios de la ciudad de Santa Fe, y todos los medios de comunicación de la zona norte de la provincia e incluso se difundió con insistencia en el sur santafesino y hasta en algunos portales de noticias de la Capital Federal. Sin embargo, sobre lo ocurrido, muy poco informaron la prensa y funcionarios santiagueños, quienes aseguraron que la anomalía, -considerada inconstitucional, ilegal y destructiva por donde se la mire-, será subsanada sin demora.

Nuestro país garantiza ciertos límites a las autonomías provinciales cuando éstas, en lugar de atarse a los principios normativos creados por la Nación, se sujetan a un orden anterior de visiones cortas y comarcales que caracterizan con toda naturalidad a los gobiernos de caudillos y al pillaje de fronteras afuera.

Tapar un río en el límite interprovincial y quedarse con toda su agua (aunque esta sea apenas un tímido hilito de algo más de un metro cúbico por segundo) es un acto de despojo. Hablar de saqueo sería impropio por la pobreza del bien a resguardar.

Es cierto que el territorio en cuestión también sufre las consecuencias de la tala indiscriminada y el desmonte, aunque en este aspecto existen soluciones en un próximo futuro. En la región, aguas arriba y aguas abajo del dique que corta el río y que amenaza con privar del vital elemento para consumo humano a Tostado, deberían tenerse en cuenta también las garantías de institucionalidad de un país, aunque en ciertas circunstancias, las autoridades nacionales no den soluciones a los conflictos.

El agua que se necesita está disponible en el río Paraná. Si bien en términos de dos provincias puede parecer una distancia importante, no lo es tanto en el marco de un país de las dimensiones geográficas de la Argentina.

Si algún día el Paraná pudiera ser utilizado para el consumo humano y también para la producción primaria -mediante obras hídricas que no son tan difíciles de realizar-, y si existiera una firme decisión política de las autoridades nacionales, entonces santiagueños y santafesinos competirían por ganar mercados, por ser mejores productores y no por rivalizar en cuestiones elementales.

En concreto, y con vistas a un futuro, el noroeste santafesino y el sureste de Santiago pueden, si hay agua suficiente, y se construyen las obras necesarias, ofrecer al país un importante polo productor.

Es un acto de despojo tapar un río en el límite interprovincial y quedarse con toda su agua.