llegan cartas

Agradecimiento a Usap

Teresita Cairoli de Viúdez (Terdit Publicidad) Lito Ayala (Enece Publicidad)

Señores directores: Agradecemos a nuestros apreciados colegas, consocios y amigos de la Unión Santafesina de Agencias de Publicidad (Usap) por el reconocimiento a nuestra larga trayectoria como publicistas. Llevamos casi 50 años en el oficio, quizá de una manera rudimentaria al principio, pero realizada con gran entusiasmo, honestidad, compañerismo y respeto; apoyados siempre por la eficiencia de nuestros medios de comunicación, por los excelentes clientes que confiaron siempre en nosotros y por nuestra querida Usap, que nos une a todos con directivas de corrección, estimulando a las nuevas generaciones de publicitarios.

Gracias una vez más por el sincero reconocimiento a la honesta trayectoria de nosotros, veteranos casi en retirada.

Probeta rota, argumento burdo

Mariano Cabral Migno

Señores directores: El 21/11/13 se leyó en éste y muchos otros diarios: “El diputado radical Ricardo Gil Lavedra lamentó: ‘Nos acabamos de enterar de otra modificación de último momento (en el proyecto de Código Civil y Comercial del oficialismo) que es gravísima: se le otorga estatus de persona al óvulo fecundado’ ”. De inmediato, para poner blanco sobre negro, qué quiere decir que un embrión congelado sea considerado persona, preguntó: “ ‘¿Incurre en aborto quien se le cae una probeta y se le rompe? Esta modificación nos parece una falta de respeto’, lanzó Gil Lavedra. ‘Estamos retrocediendo 30 años’, planteó luego el diputado”.

Si este pensamiento representa al radicalismo, entiendo la debacle de un partido alguna vez ejemplar. El argumento roza la bajeza de estigmatizar un hecho accidental, casual o desencadenado por la fatalidad a que se enfrenta toda vida. En la formulación está la respuesta: si no hubo voluntad ¿de qué aborto (intencional) hablamos? ¿Qué reflexión nos merece una madre que se cae accidentalmente y experimenta la inconmensurable pena de perder a su hijo? Ningún ser bien nacido llama embrión a una pérdida en tales circunstancias. Lo accidental no se reserva a lo que el hombre manipula, como una probeta. Es algo más amplio. ¿Cómo consideramos tanto hecho desgraciado producido por imprudencias o fatalidad, desde un tropezón a una agotadora sesión de gimnasia aeróbica?

Recurrir a la fecundación in vitro supone arrastrar una dolorosa frustración a la vez que un enorme deseo de dar vida, acaso más explícito que en el aleatorio proceso que nos regaló la naturaleza. Me pregunto: ¿se es persona si se decide cómo conservar los embriones, o para que haya persona (física) debe haber vida y entonces preservarla? ¿Qué es primero, y a qué llama vida el señor diputado? Un ser humano es algo más que un renglón leguleyo.

Mis muy magros conocimientos de derecho me llevan a aceptar que “persona es el centro de imputación de la norma” (H. Kelsen), y no necesariamente quien tenga capacidad autónoma de, por ejemplo, recurrir a un manipulador legal. Si nos estamos ocupando del embrión como centro de imputación de una norma en estudio, entonces su inercia espiritual de persona ya está al menos considerada, al mismo tiempo que el diputado elípticamente la niega. No creo que haya inteligencia en el mundo capaz de negar la inercia de la genética, esa perseverante obstinación de ser (Wesensbeharrlichkeit, más exactamente en alemán) presente en la biología del triunfante cigoto, que la otra Humanidad, la dominante, la pensante, se empeña en cuestionar.

Para ser diputado, “cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón”, primero debemos sortear infinidad de adversidades intrauterinas. Haber salido de aquella urna sagrada debiera hacerle pensar más profundamente a nuestros representantes sobre el mandato que le dieron las contaminadas urnas de la democracia.

Estoy a distancias siderales de simpatizar con el gobierno actual, pero en este punto esta oposición no cuenta con mi consenso. ¿Es que la comentada soberbia radical se extiende mucho más allá de lo político y pretende llevarse puesto el origen mismo de nuestra existencia? “Retroceder treinta años” no me asustaría tanto como desconocer millones de años de biología y avance genético. ¿Qué opinión nos merecería suponer que en algún infinitesimal instante alguno de nuestros padres haya especulado con la idea de nuestra propia supresión del padrón de electores-personas? Cualquiera puede hacer la dura experiencia de vivir in pectore el aborto de sí mismo, o releer el encantador “Diálogo de dos bebés en el útero” (*). No nos lleven a definir persona como lo que la ley autoriza a vivir.

(*) (http://suzannepowell blogspot.com.ar/2012/05/ dialogo-entre-2-bebes-de

ntro-del.html)