al margen de la crónica

Kilos de estrés

Según recientes estudios realizados en España, el 40 por ciento de las personas incrementa su consumo de alimentos calóricos en situaciones de estrés y nerviosismo.

Y es que, el estrés afecta a una gran variedad de funciones endócrinas, inmunológicas, metabólicas y cardiovasculares. Así, más allá de la influencia que pueden tener los niveles de insulina, el estrés produce la activación del eje hipotálamo-hipofisario-glándula adrenal, favoreciendo la producción de corticoides por las glándulas adrenales.

De hecho, en el cerebro hay receptores para esta hormona que al ser estimulados actúan como factores de transcripción o regulando la expresión de algunos genes.

“Cuando estamos en una situación estresante tenemos tendencia a comer aquellos alimentos llamados de ‘recompensa’, que son los que nos dan un mayor placer, ya que son ricos en azúcares y grasas”, aseguran los expertos, que remarcan que la población de mayor riesgo son los niños y adolescentes debido a que su cerebro no está del todo desarrollado y, por tanto, adquieren unos hábitos alimentarios que, en un futuro, pueden provocar sobrepeso u obesidad.

Ahora bien, debe recordarse que los alimentos calóricos sólo producen bienestar por un período corto de tiempo, por lo que cuando una persona está estresada y consume compulsivamente comida de alto contenido graso para paliar su estrés, a los pocos minutos de dicha ingesta vuelve a padecer ese nerviosismo.

Ante este tipo de situaciones, el mejor tratamiento es el orden, comer bien, no estar todo el día picando, dormir adecuadamente y practicar diariamente ejercicio.

Finalmente, los especialistas reconocen que aquellas personas que antes de sufrir el estímulo estresante tienen sobrepeso son más propensas a incrementar su ingesta calórica y, por ende, su peso. Por el contrario, aquellas con un peso inicial normal o bajo no suelen modificar su ingesta.