SEÑAL DE AJUSTE

Armisticio

Armisticio
 

Roberto Maurer

La fiesta de la revista Gente, de la cual surge la tapa de los elegidos, puede ser considerada un episodio frívolo, pero también como un puente de unión de los argentinos que, se asegura, sólo queremos vivir en el amor y la paz. Allí se encontraron Moria Casán y Mirtha Legrand, quienes estaban peleadas o distanciadas desde hace varios años.

En esa ocasión se gestó el último almuerzo de la temporada de Mirtha Legrand, al cual acudió Moria, que no lo visitaba desde 2008, con su socia Carmen Barbieri: ella también tuvo cuentas pendientes con la dueña de casa que fueron saldadas el 18 de febrero de 2011, según los registros autorizados de reconciliaciones de la farándula (*).

PINTADO

Las dos vedetes habían llegado juntas en un vuelo desde Mar del Plata, adonde se encuentran trabajando. Al triplete fue añadido otro invitado, Abel Pintos, aunque si hubiera faltado daba lo mismo ya que estuvo dibujado en la pantalla, hasta que lo dejaron interpretar un par de canciones y se pudo comprobar que era el propio Abel Pintos y no un muñeco. El trato de intruso que sufrió desató una oleada de furia entre sus fans.

“A mí me parece mentira que estén aquí sentados”, exageró Legrand. Moria ofrendó a sus pies el sacrificio de un vuelo demorado: “Llegamos para darnos una ducha y estar con vos, no es hipocresía ni falsedad, amamos estar con vos en este último programa”.

“Nunca pensé que podían venir”, expresó Mirtha y aclara, por si alguien fue asaltado por malos pensamientos, que no se amigaron con premeditación al efecto de hacer el programa. Todo es real y sincero, aunque en un mundo irreal. Esta reconciliación no pertenece al sistema de peleas del “trolaje” que alimenta los programas de la tarde. Ya que Mirtha Legrand basa su aceptación conectándose con un público que la integró como un miembro más de la familia, las peleas son asimiladas como una parte natural del círculo emocional.

“Estás con más lolas”, le dice Moria a Mirtha, amistosamente, y es como elogiar el buen trabajo de la sección mantenimiento de un lugar histórico.

DESAGRADECIDO

Carmen aprovechó para seguir embarrando a Santiago Bal, su ex marido, a quien dijo haber cuidado amorosamente durante su larga internación y que no le devolvió en sexo durante los siguientes dos años la devoción demostrada. “Yo no me victimizo, pero yo di todo por ese hombre”.

Está aprendiendo a vivir sola, y la anfitriona se conmueve y evoca su primer día de viuda. “Volví a casa, abrí la puerta, miré la llave y me dije: ésta es la soledad”. Diablos, qué frase. Abel Pintos asiente. Sí, está vivo.

Por su parte, Moria, cuya omnipotencia rompe los techos, afirmó que ella estaba en condiciones de actuar en el Teatro San Martín, pero que los actores del San Martín no podrían hacer lo que ella hace en el teatro de revistas, tal vez porque nunca estuvieron cerca de una cárcel paraguaya de la cual Moria viene zafando por arte de abogados.

Su megalomanía ha sido recientemente alimentada con el acceso a las alturas del poder. Ella, que dijo admirar a Perón porque su virilidad le evocaba a Hitler y Mussolini, Moria, la misma que alabó la buena tarea del dictador Videla, ahora baila ante las cámaras con la presidente, campeona de los derechos humanos, en la fiesta de aniversario de la democracia, mientras se apilaban muertos en un país angustiado, a la vez que un artista contestatario le pedía una vez más a Dios que la muerte no le fuera indiferente, con lo que se terminó de comprobar que Dios no existe, o no lo escucha.

(*) Si se consulta con los archivos, las enemistades y acercamientos forman parte de estos almuerzos. Se puede citar el miércoles 28 de febrero de 2007, cuando las ahora socias Moria Casán y Carmen Barbieri se encontraban fuertemente enfrentadas, y la mesa de Mirtha las aproximó.

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