Una sobre la calor

calorìn.jpg

Ahhhhh.... ¿Dónde están ahora los que clamaban por el verano, el sol a pleno, la vida al aire libre y todas esas lindezas que, juraban ustedes, vienen con la estación dorada? Yo veo gente abrumada, mal saliendo de abajo de los aires acondicionados -a veces son aires condicionados- y arrastrándose por las calles de dios. ¿Querías calor? Ahí tenés calor...

TEXTO. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

Época difícil para tanto calor: uno anda ingiriendo calorías malsanas y quedamos atoraditos y empachados, especies de boas constrictoras que necesitan tiempo para deglutir, y antes, durante y después nos abraza y abrasa este fin de año de horno. La gente anda como esas lechugas viejas que se arrugan en el fondo de la heladera.

Largos días de máxima exposición solar, sin atisbo de lluvia, casi sin brisa, y todos (animales, plantas, humanos -mezcla rara de animales y plantas- casas, patios, calles, autos...) sufriendo, sudando la gota gorda, la flaca y la intermedia, la de la rodilla, la de la canilla: todas las gotas.

Yo me di cuenta que la Navidad venía diferente por el inesperado condimento del calor extremo: el Terri, por ejemplo, declinó colocar su tinto en la hielera, sólo para poder remojar alternativamente los brazos en el agua con hielo. En un momento, tenía las patas (el Terri tiene patas) adentro de la conservadora. Yo vi gente, de la familia, que hacía gestos desesperados para detener ese paticidio. Gente que ya no pudo o no quiso agregarle un hielito extraído de entre los finos dedos de la pata de Terri. casi naufraga la cena navideña completa.

De paso, los puristas (gente que toma el vino puro) bien pueden guardarse sus conocimientos sobre la temperatura de guarda y de servicio de los vinos. Tomá el tinto vos a temperatura ambiente. Eso es un té de uvas con alcohol, carajo.

Y ahí andan las personas, como esos aires acondicionados que de golpe flamean por los picos de tensión (yo conozco uno que calma la tensión a pico nomás, sin vaso alguno), o que se paran de golpe con dos tosesitas espasmódicas. Los ves rozagantes, frescos y bien dispuestos, y al rato liquidados, mal entrazados, hoscos, y con humor de miércoles, cualquier día que fuera...

Yo creo que es tiempo de que la ciencia dé respuestas adecuadas a esta cuestión. En días de calor, yo he visto esos ventiladorcitos pequeños que hasta los camioneros y repartidores tenían encendidos a veinte centímetros de la cara. ¿No vendrá un aire acondicionado personal y portátil para refrigerarse la cara, los pieses (acá tenemos pieses, también), los bovelin, los sobacos? ¿Así como viene ropa térmica y hasta dispositivos que te calientan en un instante, no hay un traje de algo con energía renovable, transformadora de tus humores en temperatura agradable sub veinticinco grados? Me dijo un especialista (en días así, a mí me tienen que explicar como si hablaran con un bebé) que es mucho más fácil calentar a las personas (eso lo sé también por doña Marcia: es calentona en todos los sentidos de la palabra) que enfriarlas.

Días terribles en que se cotiza más un restaurante o un taxi con buen aire, que el patio con plantas de la nona; y el living de tu casa con split que la pileta de la quinta. Días largos en que uno se arrastra de un aire al otro, con esos intermedios de temperatura real que te deja hecho una pasa...

Así que, mis chiquitos, programen bien la fiesta de fin de año. Hay que pensar en este invitado pesado que todo lo condiciona. Hay que pensar en la comida, frugal y fresca. En bebida ligera (igual que Marcia, por ejemplo), en ámbitos frescos y reconfortables, incluyendo un fuentón con hielo para las patas y los callos plantares del Terri (hay que mantenerle los callos en forma al Terri: son infalibles para anunciar tormentas; en la familia todos estamos pendientes de sus callos) y esperar finalmente que 2014 traiga algo de fresco, aunque sea un porrón como la gente.

De más está decir que les mando mi más caluroso saludo para estas fiestas. Mirá qué fresco, el tipo.