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El Día de los Enamorados

LIC. RAMÓN TORRES

Psicólogo

Amar y ser amados es el mejor resumen de la vida, el estado ideal del ser humano; es tener sentimientos profundos por alguien especial a nuestro corazón, y estar en armonía con el universo. Nos completa la existencia, y nos hace entender que todo vale la pena. Cuando estamos enamorados, nos creemos capaces de todo, y que nada es tan complicado como para no salir adelante. Los enamorados viven por el simple deseo de entregarse mutuamente, protegerse, cuidarse, y estar juntos por siempre.

El “enamoramiento” es un proceso químico que se produce a nivel cerebral, muy distinto del amor, que dura en promedio 3 años, a veces más, a veces menos. En ese tiempo, es increíble lo que se puede hacer por amor, porque la “lluvia química” es violenta como un huracán, que arrasa con todo, y nos empuja a estar pendientes el uno del otro, a los mimos, al cariño que nunca termina, las peleas, las reconciliaciones, bañado de momentos de mucha pasión y deseo de estar juntos. Esta es la etapa ideal de estar enamorados, los primeros años de la relación, teniendo ese sentimiento tan especial y profundo el uno por el otro.

Cuando estamos enamorados, a pesar de todos los problemas, sentimos que todo irá mejor, o por lo menos, siempre nos queda esa esperanza. Amar no es fácil, obviamente, porque siempre hay muchos tropiezos y dificultades, derivados del egoísmo, de la falta de entrenamiento para vivir en pareja, la diferencia de temperamentos, el simple hecho de ser distintos como mujer y hombre, o se complica cuando uno de los dos aún no sabe cómo amar, o simplemente no quiere.

El Día de los Enamorados, que se celebra en febrero de cada año, es apenas una fecha comercial, donde todo el marketing se enfoca en que las personas gasten su dinero de cientos de formas posibles, en nombre del amor. Puro negocio y nada más que eso. Pero la verdad, el amor no son regalos, ni flores, ni acciones aisladas de un solo día, sino una decisión de la voluntad, para hacer feliz a la persona que uno dice amar. Al estar enamorados, en esa química cerebral de locura, el cariño sale fácil, sin esfuerzo, suavecito. Al terminar esta etapa, es la voluntad de amar la que decide los abrazos, los besos, la mirada cómplice, el masaje con final feliz, o la ternura y la caricia que no termina. Porque enamorarse, y amar, no son la misma cosa.

A veces las relaciones se dañan por actitudes egoístas, que ninguno de los dos quiere cambiar en favor de la armonía en el hogar, y cada día es una pelea que destruye poco a poco el sentimiento. Si no se cuida la relación, es fácil caer en la trampa de pelear por todo, de exigir derechos o reclamar obligaciones, perseguir a la pareja por celos, discutir por la conducta de los suegros, agredirse verbal o físicamente, criticar siempre lo que hace la otra persona, o tomar a la pareja como el objeto de chistes, sólo para destacar sus errores. Esto puede ser mortal para el sentimiento entre los dos. Todo se puede evitar si se reflexiona con tranquilidad en lo realmente importante, que es la familia, y lo penoso que puede ser perder todo, por enojos sin sentido, o por agredir todo el tiempo a quien uno dice amar.

¿Cómo hacer crecer el amor? En vez de andar de enemigo, policía, o investigador privado, decidan ser amigos, novios, amantes, compinches y cómplices de la vida, que pueden hablar de todo, reír de todo, sin necesidad de engañar, culpar, juzgar, o enojarse, porque ambos se conocen perfectamente, y se aceptan como son. El amor es muy importante en la vida de pareja, tan importante como seguir siendo amigos, novios, amantes, cómplices, compinches, con profunda aceptación, más toneladas de picardía y pasión. El amor es un baile entre dos, que no se separan nunca, ni en las buenas ni en las malas, que aprenden y aceptan el paso de cada cual, bailando siempre de cerca, apretaditos, con mucha ternura y cariño. Hasta que la música de la vida al final se apague, y el silencio traspase los cielos, para llegar a ser eterno.