llegan cartas

De sueños y frustraciones

RICARDO BUSTOS

DNI 7.788.556

Cuando llegan a mi mente los recuerdos de mis bisabuelos y abuelos -que vinieron a nuestra Argentina con su dolor de la guerra y el hambre a cuestas-, analizo sus almas y reacciono de una manera casi irrespetuosa hacia los gobernantes contemporáneos. Pero, mal que nos pese, los gobernantes también somos nosotros a instancias del voto y la confianza que les hemos depositado para que administren nuestros bienes de la manera más cristalina.

Me pregunto si acaso nuestros mayores construyeron un país en broma, ellos construyeron redes ferroviarias, rutas, hospitales, escuelas, bibliotecas y clubes sociales, sociedades de beneficencia, fomentaron el trabajo y lo impusieron como la verdadera cultura del sacrificio y respeto hacia sus semejantes.

Hoy hay escuelas en donde las docentes realizan despedidas de soltera con strippers, o los menores organizan fiestas sabatinas que autorizan los directores, pues los jóvenes tienen derecho a divertirse, a tomar los colegios, a faltar el respeto a los docentes, y si la cosa pasa a mayores, los propios padres de esos alumnos andan a los golpes con sus profesores.

Las rutas argentinas continúan con el mismo trazado de hace 80 años pero con el 1.000% más de vehículos de todo porte, lo que motiva accidentes fatales cada día. Los hospitales carecen de profesionales y hay provincias del noreste que se están quedando sin médicos y enfermeras porque se van a trabajar a Brasil en donde les pagan el doble que aquí. También carecen de insumos, higiene y, por sobre todo, voluntad de servicio por falta de incentivo y cansancio al ver que no se reconoce el esfuerzo profesional. Y ni hablar de las fuerzas de seguridad.

Cada amanecer observo el cielo y, dado que es el único lugar en donde puedo fijar la vista y no sentir dolor en el alma, trato de reflexionar una y otra vez sobre qué hemos hecho mal los pasajeros de este tren que es el mismo en el que viajaron nuestros antepasados de férrea voluntad para forjar un futuro.

Decepcionado, la verdad, a esta altura ya no me interesan ni Lázaro Báez, ni Boudou, ni Antonini Wilson, ni Fariña ni todos los otros..., tampoco el Tango 01, los gastos inútiles de la señora presidente con sus continuos viajes al Calafate, los departamentos millonarios de Puerto Madero, la miseria que cobran los jubilados, la plata que transfieren del Anses a otros organismos, o el Pami que no entrega medicamentos en tiempo y forma, porque son muchas las farmacias que no tienen convenio firmado. Día a día los asesinatos se han hecho una costumbre, los jueces con anillos de 25 mil dólares y la falsedad permanente de los dirigentes políticos de cualquier color, que una vez ubicados se olvidan hasta de los vecinos que los vieron con las medias remendadas.

Servicio de transporte deficiente por la ruta 11

SUSANA AGUIAR

Quienes vivimos en el interior de la provincia, específicamente en el norte, dependemos de una empresa para trasladarnos hacia las distintas localidades y la capital provincial, sobre la Ruta Nº 11. Todos los que necesitamos utilizar dicho servicio de transporte sabemos que, en algún momento, nos quedarnos plantados en el lugar, porque no nos suben al colectivo. Otras veces, hemos tenido que ir parados. Y lo que es peor, apretados. Ni los animales son transportados de esa manera. También nos hemos quedado en el camino por falta de combustible o roturas de la unidad. Hemos hemos llegado tarde a nuestras obligaciones, hemos recibido un trato grosero por parte de los choferes y muchas otras cosas más... Esta situación, por supuesto genera malestar. Me pregunto, ¿hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Qué están esperando ?

La Secretaría de Transporte de la provincia o el organismo oficial encargado del control ¿dónde está? ¿No ve lo que nos está sucediendo? ¿Por qué los usuarios tenemos que recibir este maltrato?

Creo que es hora de unirnos y solicitar lo que, por derecho, nos corresponde. Quisiera que a través del diario, como medio de comunicación, nos unamos.

Paritarias, empresas e inflación

JORGE MÁNTARAS CULLEN

DNI 6.214.031

Casi todos los analistas económicos y en cierta medida el gobierno nacional, al pretender transparentar el Indec, el mes pasado, están reconociendo una inflación del 28 al 30 % anual. Inflación que no sólo existe en las góndolas de los supermercados, como lo registran las amas de casa, sino también en transporte, alquileres, salud, educación, medicamentos, etc.

Ante la crueldad de la inflación, que es peor que una enfermedad terminal, porque ésta afecta por igual a todos, el fenómeno inflacionario ataca a los más pobres.

Por lo tanto y tratando de aplicar el sentido común, creo que la solución tenemos que aportarla todos. Es decir, el Estado, los gremios y las empresas.

Cómo podríamos hacerlo: si la demanda de las paritarias de casi todos los gremios hablan del 28 al 30 % la solución es repartir entre todos. El primero que debe dar el ejemplo es el Estado nacional, eliminando el Impuesto a las Ganancias en los sueldos de menos de $ 25.000, lo cual significaría un ingreso al asalariado que hoy se lo lleva la Afip. Como este ingreso no cubriría la inflación, se completaría con un incremento de las paritarias entre un 12 al 15 %. Este aumento, más el ingreso por no pago a las ganancias, con seguridad cubriría lo que hoy, con justicia, por la inflación, piden los gremios.

Comprendo que al Estado nacional le quitamos así recursos importantes, pero aplicando esta propuesta los Estados provinciales bajarían las demandas de aumentos salariales de sus empleados, por el beneficio antes explicado.

Las empresas tomadoras de obreros y empleados, al bajar los pedidos de las paritarias al 15 % también bajarían sus costos y esto en definitiva haría disminuir los precios que apuntalan la inflación.

Si esta quita de ganancias no beneficia a todos los asalariados, porque ganan sueldos que no pasan el mínimo no imponible y, por lo tanto no reciben el beneficio de no pagar ganancias, entonces sí, en estos casos los aumentos deben ser mayores.

Creo que subiendo el mínimo no imponible, hasta una remuneración de $ 25.000 entrarían casi todos los asalariados y empleados públicos, porque los sueldos superiores prácticamente no son para empleados y obreros, sino para funcionarios políticos o ejecutivos de empresas.

Con estas propuestas, considero que el Estado nacional haría su aporte, las empresas también y los asalariados cubrirían sus necesidades afectadas por la inflación.

Finalmente, si bien el gasto mayor lo hace la Nación, las provincias se beneficiarían y con esto se aplicaría el federalismo instituido en nuestra Constitución.