Bajo sombras, escondidos

Los hongos llegaron a la soja

  • En la recta final de la campaña sojera, los excesos de humedad plantean desafíos sanitarios y de manejo. Un escenario signado por la Enfermedades de Fin de Ciclo, que imponen su dinámica y obligan a estar más atentos que nunca.
Los hongos llegaron a la soja
 

Campolitoral

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De la seca al charco. Así son las cosas para esta campaña gruesa que regala excelentes condiciones de humedad de suelo, pero que por otro lado genera las típicas situaciones sanitarias en el cultivo, las que obligan a “estar encima” del lote para evitar mayores dolores de cabeza a cosecha.

Las semanas transcurridas del mes de febrero han estado caracterizadas por lluvias frecuentes, intermitentes, en algunas ocasiones con abundante caída de agua, que totalizaron hasta 320 mm. en el centro y norte santafesino, anegando muchos lotes de la región. “Esta situación climática es altamente conducente para la mayoría de las enfermedades foliares en soja, ya que el salpicado desde el rastrojo se hace casi constante, y se mantuvo un microclima húmedo bajo la canopia de la mayoría de los cultivos, favoreciendo la esporulación de los hongos”, sostiene la Ing. Agr. Margartita Sillón.

Según la fitopatóloga, el aliciente viene del lado del buen estado de los cultivos, ya que con todas las Enfermedades de Fin de Ciclo (EFC) dentro del cultivo, los mismos todavía resisten el embate de los hongos por la gran cantidad de follaje.

Una enfermería en el lote

En un orden decreciente, la mayor preocupación viene del lado de la alta prevalencia de “mancha marrón” (Septoria glycines) como la enfermedad de fin de ciclo con un 100% de lotes afectados, aunque en distintos niveles. “Esta enfermedad se mide en porcentaje de altura de la planta con síntomas (APS) ya que el agente causal es un hongo que sobrevive en el rastrojo y presenta unas estructuras (picinidios) que necesitan agua para germinar”, dice Sillón. Y agrega que el 70% de los lotes monitoreados se encuentran en niveles de 20% a 30%, que se han incrementado en los últimos días. El 30% restante ya presentan más del 30% de la planta afectada, llegando en algunos casos al 45%, donde se hace muy difícil su control.

En segundo lugar para nuestra región se encuentra el tizón o mancha púrpura de la semilla (Cercospora kikuchii) que pasó de 20% a 75% de prevalencia en las últimas semanas. “El nivel de severidad todavía parece bajo al ojo del técnico, va desde trazas a 15%, posiblemente frenado por los escasos días de alta heliofanía (escasez de nubes), condición necesaria para que se exprese la toxina de este hongo (cercosporina) y presente el típico color violáceo en hojas. En diálogo con Campolitoral, Sillón además destacó la aparición de la “micromancha”, una reacción fisilógica también por algún coadyuvante o por exceso de humedad con alta temperatura en grupos 7 y 8, un poco más al norte de la provincia.

Viene deMORada

La mancha en ojo de rana (Cercospora sojina) tiene menor difusión regional, por la presencia de gran número de variedades de ciclo largo. Sin embargo se encuentra presente en la región, en variedades de GM IV a VI, con un 40% de incidencia (folíolos afectados) y en un nivel de severidad de 3 a 5 lesiones/folíolo.

“Completan este panorama sanitario la presencia de bacteriosis, principalmente tizón bacteriano, con hasta un 50% de lotes con afectación, sobre todo aquellos que han tenido lluvias fuertes o acompañadas por viento o granizo, que han generado heridas en hojas” dice la fitopatóloga.

Con menor prevalencia se presentan otras lesiones foliares ocasionadas por patógenos fúngicos, principalmente se observa daño de Phyllosticta, que fue desarrollando síntomas en el período de falta de lluvias, previo al mes de febrero. Para la especialista, las horas de mojado foliar y las temperaturas dentro del rango 20 - 24ºC pueden ser condiciones conducentes para la mayoría de las enfermedades que ya están presentes en los lotes. Y de allí que puede esperarse un progreso sostenido del nivel de EFC, mostrando curvas de incremento importante en el período de mayor susceptibilidad de los cultivos.

“El control de estas enfermedades debe realizarse con niveles bajos de enfermedades, para potenciar los beneficios de los productos, priorizando el uso de estrobirulinas para obtener mayor residualidad, ante un panorama que se presenta complejo en cuanto a variedad de patógenos, y conducente a los mismos en cuanto a condiciones ambientales”, aconsejó.

La Roya preocupa

Según un relevamiento realizado por la especialista junto a empresas, hasta el viernes 28 de febrero se habían detectado nuevos 11 lotes de soja positivos para roya de la soja, que se suman a los 5 que se ha registraran una semana atrás, aunque todos los lotes presentan una muy baja incidencia, y las pústulas son incipientes. “La prevalencia, de acuerdo a las muestras procesadas, se mantiene entre 15 y 17%, todos lotes correspondientes al Departamento San Justo. Los lotes están entre R2 y R5 con lo cual todos ellos entran dentro de un plan de aplicación de fungicidas, ya que son de grupos VI a VIII”, sostiene la especialista.

Para Sillón, el dato pasa por un crecimiento de la prevalencia (la cantidad de lotes en la provincia), aunque el hongo sigue su patrón normal, y se espera un aumento de la incidencia, para el 30 de marzo. “Las condiciones son similares a otoño de 2007 con mucha roya en marzo y abril. En aquel año las sojas de segunda ciclo largo se enfermaron, pero por ahora el tema es manejable con fungicidas y reforzando el monitoreo más detallado profundizándolo para roya, sacando los folíolos y así poder manejarlos mejor”.

A no caer en la trampa

Pero no son todas malas. En la franja central de la provincia, la captura de insectos adultos en trampas de luz disminuyó levemente con respecto a la semana anterior. “El número de adultos de medidora y bolillera continúa elevado con gran correlación con lo que se observa a campo. No se observan grandes daños por excesos hídricos. En soja, tanto de primera o de segunda, continúan los ataques de orugas defoliadoras, bolillera y anticarsia, pero con menor intensidad”, destacaron los Ing. Agr. María del Pilar Aramberri y Diego Pérez, que se desempeñan como asesores y referentes del grupo CREA Gálvez.

Pese a esto coinciden en que las condiciones climáticas continúan muy propicias para el desarrollo de enfermedades. Además, “la población del complejo de chinches se muestra con un gran avance con gran cantidad de controles realizados”.

Para ellos, el desafío para la próxima campaña pasa por analizar cómo se realizarán los controles de malezas. Y agregaron que los daños de estas especies consisten en la succión de savia, así como en la limitación de la fotosíntesis cuando las hojas se cubren de fumagina. “A la fecha, en algunas situaciones estas colonias tomaron gran desarrollo y están afectando parte foliar fotosintéticamente activa en la mayoría de las plantas del lote”, coinciden.

El sur viene distinto

Un poco más al sur de la provincia, la campaña estival presenta características diferentes de las campañas previas. En diciembre y principios de enero ocurrieron algunas lluvias y los estratos bajos de los cultivos presentaron infecciones tempranas de la consabida mancha marrón (Septoria glycines). Sin embargo, las elevadas temperaturas y la baja humedad ambiental de la segunda quincena de enero, detuvieron el progreso de esa enfermedad.

“Cuando comenzaba a observarse pérdida de folíolos debido a la sequía, se inició un período de lluvias copiosas y continuas que se extendió durante todo el mes de febrero, determinando un ambiente favorable para la manifestación de enfermedades en forma anticipada con respecto a años anteriores”, sostuvo la Ing. María Elena Lago, fitopatóloga de la EEA INTA Oliveros. Según la especialista, en el área de influencia de dicha Experimental, “las enfermedades que más avanzaron en un principio fueron las bacteriosis, que no se controlan con fungicidas. Pero, a partir de la segunda quincena de febrero, se advirtió un crecimiento sostenido de las enfermedades de fin de ciclo de origen fúngico”.

Cabe destacar que, entre ellas, la que más progresó fue el tizón foliar (Cercospora kikuchii), que se caracteriza por producir manchas irregulares de color morado o púrpura en las hojas. Con el avance de dicha enfermedad, estas manchas adquieren una coloración plateada que produce un ampollado de los tejidos y la hoja adquiere una textura áspera, similar al cuero.

La mancha que se expande

Paralelamente, en esta zona se advirtió un incremento en los niveles de mancha marrón. Esta enfermedad, que en sus etapas iniciales se encuentra en los estratos bajos de los cultivos, ya alcanzó en algunos lotes el estrato superior, justificando medidas de control.

Con respecto a Mancha Ojo de Rana, la situación es variable según el tipo de cultivar utilizado. A partir del 15 de febrero, en la Red de cultivares de soja de primera del INTA Oliveros, “se registraron importantes diferencias entre genotipos”, aseguró la fitopatóloga. Luego, agregó que mientras que los materiales de buen comportamiento sólo presentan algunas manchas aisladas, en los cultivares más susceptibles, la enfermedad avanzó notablemente, aunque sin alcanzar el umbral de daño (5-9 manchas mayores a 2 mm/folíolo, como promedio de 40 folíolos).

“En lotes de nuestra región es muy importante realizar monitoreos semanalmente. Más, si se tiene en cuenta que el ambiente es propicio para la manifestación de enfermedades foliares, y particularmente en los cultivos que se hallan en estado crítico (entre R3 y R6)”, asegura.

Por eso, a la hora de decidir la aplicación de un fungicida es fundamental asegurar un diagnóstico correcto y, en caso de dudas, consultar a un especialista.

De esta manera, explicó que “cuando el nivel de enfermedades justifique una aplicación, deberá evaluarse la alternativa más adecuada para cada situación”. Finalmente, es importante tener en cuenta que la aplicación reiterada de un fungicida con el mismo modo de acción favorece la generación de resistencia. “Por este motivo, en aquellos lotes donde sea preciso recurrir a un segundo tratamiento con fungicida, es conveniente el uso de productos que posean un sitio de acción diferente”, destacó la especialista.

Finalmente, según Margarita Sillón, de aquí en adelante será vital prestar atención a los cultivos de segunda, ya que este mes puede ser clave para el desarrollo de estas enfermedades, dependiendo del clima, el que tendrá la última palabra.

Prevenir es mejor que curar

Las EFC pueden producir una merma del rinde de hasta el 25 %. Por eso, una de las medidas más importantes para disminuir su impacto es sembrar en lotes con antecesor no soja. Para la zona núcleo sojera, serían maíz o sorgo. “De esa manera se disminuye el inoculo inicial y el potencial de daño de las enfermedades es menor”, según Santiago Barberis, de DuPont Agro. Otra medida es el seguimiento de la evolución de las enfermedades en el cultivo. “Se deben revisar los lotes para detectar enfermedades. Los síntomas son visibles en todas las etapas del cultivo. En el caso de Septoria progresa desde la parte inferior de la planta hacia la superior por efecto del salpicado de gotas de lluvia en las hojas. Determinar el grado de avance de la enfermedad en altura es un dato importante para la toma de decisión para el uso de la última herramienta de acción en el control de enfermedades que es el uso de fungicidas foliares”, expresó.

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Tizón foliar. En el sur provincial, su crecimiento obliga a estar atentos.

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Micromancha fisiológica. Está apareciendo con fuerza en el norte santafesino.

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Mancha marrón. Es la enfermedad más extendida en los lotes de la provincia. Fotos: Gentileza

¿Y las sojas BT?

Según los especialistas consultados, en las observaciones a campo demuestran un muy buen control de orugas defoliadoras, barrenador y bolillera. A futuro será vital un buen uso de la tecnología, asociado a un permanente monitoreo de los lotes y el uso responsable de los refugios, respetando la siembra del 20% de cultivares no BT y la distancia máxima de 1200 metros desde el refugio hasta el sector más distante sembrado con las nuevas sojas. “Depende del uso que nosotros le demos a la tecnología la perdurabilidad y performance de la misma”, aseguran.

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¡A monitorear!. Para el éxito del control de estas enfermedades, el monitoreo previo es la herramienta clave.

La solución vino del cielo

En esta campaña, signada por la cantidad de agua caída en precipitaciones y con un alto índice de insectos y hongos, la aviación agrícola fue clave. Todavía quedan más de 1,5 millones de toneladas de soja que quedan sin producir por no utilizar aplicaciones aéreas. “Nuestro aporte fue de alto impacto en esta campaña por la condiciones de falta de piso y por presión de las plagas y enfermedades que se desarrollaron a raíz de las condiciones de saturación de humedad ambiente; pero el aporte de nuestra actividad puede ser mucho más importante en las diferentes situaciones”, sostuvo Orlando Martínez, presidente de FEARCA. Las empresas agroaéreas trabajan unas 10 millones de hectáreas con diferentes formas de aplicación, las que no tienen pérdida ni por pisoteo del cultivo ni por compactación del suelo. “Este dato no es menor, porque si extrapolamos en porcentajes lo que se podría expresar en pérdida para el total de la producción de soja, sin dicho pisoteo se evitaría una pérdida que podría llegar a 1,56 millones de toneladas”, agregó Martínez. El servicio de la aplicación aérea tiene una presencia de más de 85 años en Argentina y durante los últimos años ha transformado notablemente su parque aéreo con unidades de última generación, logrando así que nuestro país se posicione como tercera flota agroaérea de occidente. “Esta capacidad técnica ha permitido brindar seguridad las respuestas a los productores y con eso a la mejora de la producción”, sostuvo el experimentado aeroaplicador.