PEDRO ESCALANTE ARCE

“Santa Fe la Vieja es una escuela para nosotros”

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En 1970, Escalante Arce relocalizó la Ciudad Vieja de San Salvador, espacio en el que actualmente trabaja con el antropólogo William Fowler, y que guarda notables similitudes con Santa Fe la Vieja. Foto: FLAVIO RAINA

Natalia Pandolfo

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Pedro Antonio Escalante Arce es un abogado e historiador de El Salvador. Es el director de la Academia Salvadoreña de la Historia, y fue reconocido con el Premio Nacional de Cultura en 2004, entre otras distinciones. En 1970 relocalizó la Ciudad Vieja de San Salvador, espacio en el que actualmente trabaja con el antropólogo William Fowler, y que guarda notables similitudes con Santa Fe la Vieja.

“Hay ciertos sitios que son paralelos en la historia, en las circunstancias, en el poblamiento y posterior despoblamiento, abandono, olvido. En América son pocos: San Miguel de Piura, en Perú; San Salvador en El Salvador; también hay un sitio muy interesante en Nicaragua, León Viejo y Panamá Viejo. El que me debía conocer era Santa Fe la Vieja”, sostiene Escalante Arce.

“Conocía la existencia de estas ruinas desde hace muchísimos años, tenía referencias a partir de las publicaciones que se hicieron. Siempre tuve el anhelo de venir, pero pasaba el tiempo y no podía concretarlo. Estuve siete veces en Buenos Aires. Y entonces me hice viejo y pensé: ‘Puede que ésta sea mi última oportunidad' ”, se ríe.

En su visita fue acompañado por miembros del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales y por la Asociación de Amigos de Santa Fe la Vieja. “Me encontré con una verdadera maravilla, realmente no me lo esperaba. En términos de conservación, el sitio está estupendo. Yo creí que era más extenso; pero lo que hay está protegido de una manera fenomenal, en relación con los otros sitios de la misma época que conozco. Éste es, tal vez, el mejor conservado”, sostiene.

También destaca el modo en que está presentado el material histórico: “Me gustó mucho el museo, es decir la manera tan digna, tan pulcra y tan civilizada de mantener un sitio. A comparación de nosotros, es una maravilla: nuestros pobres sitios están prácticamente abandonados, se cuidan con mucho esfuerzo”, afirma.

“Santa Fe la Vieja es una  escuela para nosotros”

San Salvador es de las pocas ciudades que se trasladaron y quedaron abandonadas; por eso fue posible relocalizarla.

Foto: GENTILEZA WILLIAM FOWLER

Hermanados

Cuando era joven, Escalante Arce relocalizó un sitio parecido a Santa Fe la Vieja: el antiguo asentamiento de San Salvador. “Ése ha sido el gran proyecto de la Academia, se ha trabajado mucho y con muy pocos recursos. Muchas veces para asuntos culturales no hay dinero. Sabemos que lo cultural es muy importante, pero a veces hay necesidades más urgentes”, explica.

“La traza de Santa Fe la Vieja puede ser la de San Salvador, puede ser la de León, puede ser la antigua Guatemala. Eso nos hermana totalmente”, insiste.

—¿Se pueden plantear hipótesis de trabajo en conjunto?

—Hay una Red Hispanoamericana de Estudios de Urbanismo Colnial cuyos integrantes están pensando en hacer una próxima reunión en San Salvador. Los arqueólogos norteamericanos en San Salvador me hablaron de invitar a la gente de Santa Fe, para que nos integremos.

“Parece mentira, pero estando tan lejos, veía el sitio y pensaba en nuestra Ciudad Vieja y no podía creer que fuera exactamente lo mismo. Al ver la maqueta en el museo de sitio quedé tan sorprendido: los mismos conceptos urbanísticos, el mismo trazado de calles, las manzanas, la distribución de plaza mayor e iglesia, los conceptos de estratificación social; es lo mismo. La gente de mayor rango está cerca de la plaza, aquí y allá”.

“Si bien todas las ciudades del siglo XVI se parecen entre sí, son muy pocas las que se han conservado. Usualmente, se ha construido encima. San Salvador, como Santa Fe la Vieja, es de las pocas ciudades que se trasladaron y quedaron abandonadas; por eso fue posible relocalizarlas y hoy podemos admirarlas”.

— Usted sería nuestro Zapata Gollán?

—Pues así me han dicho. Yo era muy joven y me propuse trabajar en ello, nadie me ayudó. Era una época tranquila en El Salvador; ahora no. Se conocían las calles, los sembradíos; empecé a interesar gente hasta que me dijeron: “Sí, esto es lo que andábamos buscando”. Costó muchísimo recuperarlo, porque eso era parte de una antigua hacienda que había sido repartida por la reforma agraria que tuvimos durante la época de la guerra civil, en la década del ‘80. Allí la finca agrícola desapareció y se repartieron los solares a campesinos; pero luego fueron abandonados porque la guerrilla estaba allí: era lugar de combate. Durante unos ocho años el sitio estuvo totalmente abandonado. Pudimos regresar a principios de los ‘90, cuando terminó la guerra. Ahí comenzamos a llevar gente nueva, a gestionar, ver cómo hacíamos para trabajar y sobre todo para comprar el sitio, que pertenecía a manos privadas.

“Así se logró, hace unos 15 años, que la Academia recibiera un dinero del Estado para la compra. Donamos luego el sitio al Estado. Se trabajó mucho y hay estructuras que se pueden ver. Pero no tenemos museo: llega sólo cierta gente a visitar el lugar, porque el acceso es difícil. No es lejos, pero el acceso es muy dificultoso. Lo mismo ocurre con los contingentes escolares: arriban muy pocos. Por eso digo que para mí visitar Santa Fe la Vieja fue una escuela. Puedo considerar esta visita como uno de los grandes momentos de mi vida”.

 

El director de la Academia Salvadoreña de la Historia visitó Santa Fe para conocer el sitio arqueológico, al que definió como “un ejemplo de conservación”.