Un oasis olvidado

La carpa de prensa de la Expoagro alberga historias y anécdotas de todo tipo. También simboliza el escenario de una profesión bastardeada que hace poco para alcanzar la excelencia.

Federico Aguer

[email protected]

“Los mal llamados productos primarios son el resultado de agregar valor a insumos y servicios: Puro valor agregado”. La frase -que reivindica la agricultura misma frente al discurso progresista- la dispara el Ing. Agr. Santiago del Solar, con quien mantenemos una enriquecedora charla (para mí), sobre el campo argentino.

El intercambio se da en carpa de prensa de Expoagro. El lugar es más bien un lugar de encuentro para colegas, referentes del sector y personalidades, ya que en lo meramente ligado al trabajo periodístico, ofrece pocas posibilidades de ejercer el oficio.

Este “oasis” en medio de la vorágine del día inicial de Expoagro alberga una pausa para los colegas que llegan sudorosos y exhaustos a “desensillar” sus equipamientos, mientras intentan descargar alguna fotografía, desgrabar una entrevista, comunicarse por una red defectuosa de celular o simplemente saborear un vaso de agua.

Para la prensa especializada, verdadera fauna multicolor con quien compartimos kilómetros de rutas e historias de vida comunes, Expoagro es uno de los eventos más importantes del año. Es ciertamente la vidriera que a los colegas del interior nos permite estar cara a cara con los referentes de la política, las empresas y el gremialismo rural.

Pero a diferencia de lo que ocurre en Agrishow de Brasil, por ejemplo, esta precariedad para con la prensa muchas veces desnuda un “ninguneo” al que muchos se someten, resignados.

La precarización laboral, el condicionamiento de los contenidos, la falta de recursos para llegar hasta la muestra a trabajar, la imposición de una agenda comercial y la escasez de capacitación asoman como las situaciones más urgentes a analizar y debatir en función del crecimiento del periodismo agropecuario, un rubro tan necesario como olvidado.