De domingo a domingo
De domingo a domingo
Los K encerrados en su laberinto
Esta mañana la presidente llegó a Roma. Mañana almorzará con el Papa Francisco en Santa Marta, su residencia.
Foto: Télam
Por Hugo E. Grimaldi
(DyN) -
“Enróllenlas, porque las banderas no se bajan”, suele arengar la presidente a quienes la vivan en los actos en las primeras filas, para que desde atrás puedan verla. Sin embargo, el gobierno nacional y popular, el mismo que llegó para instaurar un “modelo de acumulación de matriz productiva diversificada e inclusión social”, hoy está dando otra imagen, ya se verá si simulada o no. Por lo pronto, muchos militantes han abandonado la defensa irrestricta del kirchnerismo, porque de aquello ha quedado poco y nada, mientras que otros se apelotonan para buscar un nuevo relato que entregue las explicaciones que el anterior ya no puede dar.
Perdidos hace rato los fundamentos económicos que sustentaron la recuperación en tiempos de Néstor Kirchner y fulminados por la inflación los sostenes sociales que se derivaron hacia las clases más postergadas, proceso que fabrica más pobres todos los días, tras las medidas económicas de enero que sustentaron el viraje final hacia la ortodoxia, el último gran sapo que se han tragado los más acérrimos defensores del modelo es el abandono de la pomposa “matriz productiva”, a la que se ha reemplazado por la tan odiada “matriz financiera”.
Es que, con su accionar, el gobierno acaba de entregar su brújula más emblemática y le vuelve a dar aire a la patria financiera que, ahora, bajo la nueva receta que le impuso su propia impericia en el manejo de variables, recrea un clásico: la carrera dólar-tasas. ¿Qué rendirá más: un depósito en pesos que gana 25% anual o quedarse con dólares? es la nueva-vieja pregunta que se hacen quienes tienen divisas en el colchón, mientras que, sin pensar en ninguna inversión productiva, hacen cuentas de precios de salida, tasas de equilibrio o compra de coberturas.
Para los sectores más ultras dentro del kirchnerismo, sobre todo los que están más hacia la izquierda, lo más terrible de bancar es que no fue ni José Alfredo Martínez de Hoz, ni Domingo Cavallo, por citar dos íconos del arbitraje, el responsable de tamaña blasfemia, sino el neokeynesiano y marxista Axel Kicillof, con el aval presidencial.
Sudoku exprés para Boudou
Conmovido por la realidad y golpeado políticamente por los casos de corrupción, tampoco el kirchnerismo ha encontrado un discurso que ayude a los militantes a recomponer la mística. Sólo balbucea que todo lo que se expone es fruto de una campaña de oscuras fuerzas que lo quieren derribar, que usan a los medios de comunicación para promover por repetición el caos institucional. A estas excusas, a las que ya muy pocos le prestan atención, se le opone la realidad de sus propias torpezas, cada día más plagada de exabruptos y fallidos. Pese a los intentos de retomar el control de la agenda, la última semana mostró signos claros del desbande: tal como se perdieron los fundamentos del modelo y del relato, también ya se nota la escenografía descascarada. Todo esto fue muy notorio en la seguidilla de traspiés de varios funcionarios, adherentes y de otros vinculados de modo indirecto al gobierno, quienes con su accionar o con su lengua expusieron a la luz la omnipotencia, la impericia, el descontrol o las contradicciones del kirchnerismo. Vale la pena comenzar por el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou. El juego del sudoku captado por una cámara fotográfica indiscreta mientras el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, peleaba con senadores de la oposición, resultó ser todo un símbolo que combina el desinterés del personaje, la subestimación a su cargo institucional y el sentimiento de supremacía que debe sentir porque sigue zafando de acusaciones terribles. Capitanich dijo un día después del episodio que se trató de “una cuestión menor frente a la envergadura del debate”, y si bien se puede especular que quiso caracterizar de esa manera a Boudou, lo que sí dijo de él es que “lo más trascendente” que hizo fue “abrir y cerrar la sesión”.
Si bien el jefe de Gabinete guardó las formas, humanamente tiene que haber sentido gran disgusto por el ninguneo, particularmente porque él mismo jugó fuerte en las réplicas y hasta adoptó formas descalificatorias en algunos tramos de su disputa verbal, sobre todo con la senadora mendocina, la radical y socialdemócrata Laura Montero. “¿Sabe lo que es usted?, la perfecta representante del neoliberalismo que ha destruido los cimientos de la economía argentina!”, le enrostró. Luego, le pidió disculpas.
La Justicia entre Zaffaroni y Oyarbide
Otro de lengua fácil para descalificar fue el ministro de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, numen del anteproyecto de Código Penal, quien señaló que la denuncia política del diputado Sergio Massa sobre las facilidades para la delincuencia que surgirían del texto era una “aberración jurídica”. El magistrado explotó con un “si quiere hacer campaña electoral, que se la pague, no que la haga a costa mía”, y tildó de disparate la opinión del massismo y de exabruptos los cuestionamientos de la oposición sobre el tema.
El resbalón, probablemente el más importante, lo provocó con sus declaraciones el juez federal Norberto Oyarbide, quien salió a blanquear la suspensión de un allanamiento en una mutual que prestaba dinero, nombrando a quien le solicitó que revocara la orden, el número dos del secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini. Más allá de la defección del juez, que en vez de comprobar que se quería coimear en su nombre, levantó el operativo en una veintena de lugares similares, quedó la sensación de un pase de factura encriptado de Oyarbide hacia el poder y, a partir de esa declaración, muchos comenzaron a sospechar que los contactos gubernamentales con las cuevas financieras del microcentro eran ciertos. Un par de días después, el kirchnerismo judicial que representa La Cámpora en el Consejo de la Magistratura, se negó a comenzar a analizar las tres denuncias que había contra el juez, mientras el senador K por Neuquén, Marcelo Fuentes, dijo que “no nos vamos a dejar llevar por las intenciones de un grupo mediático”, en referencia a la prensa que ahondó en la cuestión, pese a que fue el mismo Oyarbide quien destapó la situación, nombró al funcionario y directamente puso al gobierno en aprietos.
Sólo vale el arrepentimiento
Burros, neoliberales, aberraciones, aumentos injustificados y mensajes cuasimafiosos todos salidos del mundo K, más paros de maestros que dejan a los chicos sin educación, violencia de piqueteros que tiraron de un puente a un discapacitado, narcotráfico en auge e inseguridad creciente que se cobra vidas todos los días se contrapusieron en la semana. Pero sigue la vigencia del Papa Francisco, a quien ha ido a visitar la presidente, para ver si su imagen la ayuda a salir de la varadura. No es una confesión, desde ya, pero en estas cosas de las charlas con los curas no sólo vale el arrepentimiento y algún cambio de procederes, sino que para darle certeza al viraje hay que tener un sincero propósito de enmienda. Y para muchos kirchneristas, lo que está sucediendo no es que se bajaron las banderas, sino que se las enrolló por un ratito.
Pero sigue la vigencia del Papa Francisco, a quien ha ido a visitar la presidente, para ver si su imagen la ayuda a salir de la varadura.
Con su accionar, el gobierno acaba de entregar su brújula más emblemática y le vuelve a dar aire a la patria financiera.