Preludio de tango

Carmen Duval

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Manuel Adet

Fue una de las grandes cantantes de la década de los cuarenta. En su mejor momento convocaba a una amplia platea que disfrutaba de su voz afinada, su tono de contralto, esa manera tan personal de “alargar” la nota y ese estilo sobrio, discreto de decir el tango, eludiendo en todas las circunstancias la sobreactuación o el arrebato demagógico en el escenario. Nació el 3 de octubre de 1918 en la provincia de Entre Ríos (me resultó imposible ubicar la localidad) pero para 1936 se vino a estudiar a la ciudad de Buenos Aires, proyecto universitario que quedó truncado porque el canto pudo más.

Se llamaba Carmen Leonor Simone, pero cuando empezó a subirse a los escenarios decidió llamarse Carmen Duval, entre otras cosas porque en esos años ya estaba la gran Mercedes Simone haciendo de las suyas con el tango. Precisamente fue en 1936 cuando se presentó en un concurso de cantantes organizado por Radio Stentor. Por lejos el primer premio para mujeres lo ganó ella, mientras que en la “liga” masculina el reconocimiento fue para Andrés Falgás, futuro cantante de Juan Canaro y Rodolfo Biaggi. ¿Un tango que lo recuerde? “La brisa”, de Juan Caruso.

En Radio Stentor y acompañada por la orquesta de Antonio Macri, Carmen Duval se inició como profesional, una carrera que se habrá de prolongar durante casi cuatro décadas al lado de músicos de jerarquía. La niña para entonces aún no ha cumplido veinte años, pero su voz empieza a ser conocida por los oyentes de la radio que entonces sumaba legiones, y los asistentes al teatro Fémina, donde también luce sus virtudes vocales siempre acompañada por Macri.

En 1938 fue convocada en lo que entonces se consideraba el templo mayor del tango: LR 1 Radio el Mundo de Buenos Aires “y su red azul y blanca de emisoras argentinas”. Ahora sus acompañantes son Horacio Salgán al piano, Gregorio Sariff en el violín y Marcos Madrigal con el fueye. No sólo a la radio ingresa Carmen ese año, también ingresa al altar, y en este caso de la mano de Horacio Salgán con quien compartirá afectos y presentaciones estelares.

El vals “A una mujer”, de Antonio Carmelo Volpe y Salgán, dicen las malas lenguas que fue dedicado a ella. “Te sorprendí junto a tu piano sollozando, tu cabecita cayó sobre el marfil, la última nota de aquel vals se iba apagando, entre las brisas perfumadas del jardín. Luego arrancaste nuevas notas al teclado, sentí tentación de llorar, como un lamento de tu alma enamorada, al ver que todo tu dolor te lo causó mi amor”. Chismes al margen, lo cierto es que ella canta este vals acompañada por el trío dirigido por su marido. Acotación al margen: lo de Duval es muy bueno, pero la versión de Roberto Rufino no se le queda atrás.

En la misma línea de referencias familiares, Edmundo Rivero cuenta que después de su primera presentación como cantante recibió una llamada de Carmen felicitándolo por su calidad y proponiéndole una reunión con Salgán, uno de los músicos -dicho sea de paso- que con más entusiasmo y lealtad respaldó en su momento a Rivero, en un tiempo en que algunos directores de orquesta y críticos de diarios consideraba que la voz de Edmundo Leonel no servía para el tango.

Otro momento importante de la carrera profesional del Carmen será con Argentino Galván. A esa etapa pertenece el tango de Francisco García Jiménez y Vicente Belvedere, “Barrio pobre”, una de las contadas grabaciones que perdura de Carmen Duval. Se trata de un poema escrito en 1926 y grabado por ella en 1947. “Por esa calle en una noche huraña y fría / salí del mundo bueno y puro de mi ayer / doblé la esquina sin pensar lo que perdía / me fui sin rumbo para nunca más volver”.

Carmen Duval también estuvo con Héctor María Ártola, responsable entonces de la orquesta estable de Radio el Mundo. A principio de los años cuarenta tuvo un paso fugaz por la Orquesta de los Mendocinos, dirigida por Juan Sánchez Gorio e integrada, entre otros, por Bernardo Blas, Mario Landi y Eduardo del Piano. En 1967, lo acompañó a José Colángelo -pianista destacado de Leopoldo Federico y de Aníbal Troilo- en sus populosas giras por diferentes ciudades del país. A título de inquietud, señalo que uno de sus biógrafos asegura que en los carnavales de 1936 celebrados en el Teatro Colón, Carmen Duval estuvo presente junto al maestro y compositor Arturo De Bassi y el violinista húngaro Lajos Daly.

Gaspar Astarita señala que Duval se logró ganar un lugar de privilegio en el firmamento del tango de la exigente y competitiva década del cuarenta, un tiempo en la que lucían sus virtudes vocales cantantes de la talla de Libertad Lamarque, Mercedes Simone y Amada Ledesma, para señalar algunas de las más destacadas. No sólo se supo ganar un lugar, sino que supo imponer un estilo, uno de cuyos rasgos fue cantar tangos muy complicados, tangos que al decir de un crítico son verdaderas emboscadas para el cantante. Me refiero a temas como “Recuerdo”, “Ojos negros”, “Inspiración” o “Entre sueños”, tango escrito en 1928 por Francisco García Jiménez con música de Anselmo Aieta y Juan Polito. “Entre sueños”, Duval lo grabó con la orquesta de Argentino Galván en julio de 1946. “Tu paso suave llegó a mi pieza, mis brazos se abren mi boca besa. Cuánto tiempo te he esperado cara a cara con la muerte y a la muerte le he guapeado para verte”.

Carmen fue muy popular en su momento porque la radio entonces era una ancha ventana abierta a todos los hogares, pero lamentablemente no grabó mucho. Ocho títulos llegaron al disco, dos en Rca Víctor y seis en Odeón. Los coleccionistas han trajinado cielo y tierra para hallar temas que posiblemente fueron grabados en 78 hace una ponchada de años o sobreviven en las cintas de algún programa de radio de la época. Una verdadera lástima, porque luego de escuchar “Barrio pobre”, “A una mujer”, “Inspiración” o “Remolinos”, uno se queda con ganas de seguir con ella.

El otro balcón a la fama en aquellos tiempos, fue el cine. Multitudes asistían a las salas para disfrutar del singular cine argentino de entonces, pero sobre todo para ver en la pantalla a sus artistas preferidos. Dos películas contaron con el aporte de Duval. La primera es de 1930: “Defiende tu honor”, dirigida por Nelo Cosini; la otra, se estrenó en abril de 1945 y se llama “Rigoberto”, dirigida por Luis Mottura y la actuación de Enrique Serrano, sobre la base de un texto de Armando Mook. Carmen Duval murió en la ciudad de Buenos Aires el 21 de marzo de 2012. Tenía noventa y tres años.