Radiografía del castellano o español

Radiografía del castellano o español
 

Enrique José Milani

No todos los hablantes de nuestro idioma conocerán el entramado lingüístico que lo conforma desde su origen. Intentaremos, pues, dar, a través de una resumida visión, muestra de los entretelones de la lengua hablada actualmente por más de doscientos millones de individuos repartidos entre España, América, Filipinas, África, regiones asiáticas y otros lugares. No se ha podido aún determinar cuál haya sido el idioma primitivo de España. Cuando llegaron los romanos a la Península, ya se hablaban el íbero, el vasco, el celta, el celtíbero y gran cantidad de dialectos y subdialectos, fruto de la mezcla de aquellas con las de los colonizadores que iban llegando: fenicios, griegos, cartagineses.

Los romanos, en el 206 a.de C., introducen el latín. No el clásico, ni siquiera el urbano, sino el vulgar, que se impone sobre los existentes. Éste, con las modificaciones del caso, da origen a las hablas neolatinas o romances. En el siglo V los bárbaros dejan también su impronta, y desde el VIII, los árabes ocupan el territorio y durante ocho siglos imprimirán huellas en las hablas regionales. De esta manera nacieron los romances españoles o lenguas neolatinas: catalán, aragonés, leonés, asturiano, gallego, castellano. El gallego adquirió mayor perfección, pero luego fue sobrepasado por el castellano, y gracias a la acción de los Reyes Católicos, se convirtió en la única lengua oficial de España y de la América conquistada y colonizada. Hoy se llama castellano o español. Perduran junto con él otros idiomas regionales o dialectos: el vasco, el catalán, el gallego, el asturiano, derivados del latín, y las variedades de éstos como el mallorquín, el valenciano, charro, sayagués, aragonés, andaluz, extremeño, etc.

Veamos sintéticamente qué vocablos de distintas lenguas concurrieron para tejer el entramado del español. 1- Aporte latino: es el más voluminoso, conforma más de los dos tercios del caudal castellano. Voces como: aurora, ánimo, libro, honor, mundo, abertura, amigo, ejemplo, señor, águila, ojo, letra, pueblo, hombre, alma, dueño.

2- Vascuence: alpargata, cencerro, gorra, zorro, pizarra, izquierda, boina.

3- Griego: apóstol, ángel, mártir, biblia, ídolo, meteoro, análisis. La vía de introducción fue el latín. Aún hoy se recurre a aquél para designar inventos y vocablos científicos: periscopio, filatelia, entomólogo, hemeroteca.

4- Godo o germano: aportó vocablos de guerra y nombres propios: bagaje, blasón, botín, dardo, espuela, guante, Alberto, Elvira, Enrique, Ramiro, etc.

5- Árabe: incontables palabras que comienzan por ‘al': almacén, álgebra, alguacil, alquilar, alcalde; además: cifra, tambor, aduana, almirante, ajuar, mezquino, etc.

6- De lenguas modernas: el español recibió siempre y ahora también, voces de las lenguas modernas que figuran ya en su léxico oficial: Del francés: carpeta, blusa, dosel, jardín, hotel, parque, chalé, silueta, vergel, etc. Del italiano: bravo, brújula, bagatela, centinela, fachada, piano, piloto, serenata, soneto, etc. Del inglés: túnel, bistec, bote, fútbol, revólver, cheque, turista, folklore, etc. Del alemán: bloque, vivac, cine, cuarzo, blindar, sable, etc. Elemento americano: Los pueblos indígenas aportaron lo suyo: caribes, aztecas, aimaraes, quichuas, guaraníes, araucanos... Voces como: cacique, huracán, tapera, yacaré, cancha, choclo, pampa, patata, tambo, yapa, caco, tomate, poncho... Sumemos el elemento híbrido: latín y griego: hispanófilo, pluviómetro; latín-castellano: aeropostal; árabe-latín: almena; árabe-español: alcaucil; francés-griego: burocracia; español-mejicano: chicozapote. Los de origen onomatopéyico, es decir, que reproducen o imitan sonidos de la naturaleza: chapotear, chispa, maullar, cuchicheo, zumbar, carraspeo, chicharra, quiquiriquí. Y los históricos, porque provienen de nombres de personas, lugares, hechos: guillotina, catilinaria, filípica, jeremiada, cervantismo, pergamino, peronismo.

Habría muchos más, pero para no abrumar al lector, ponemos aquí punto final.