Señal de ajuste

Amar y sufrir

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Carina Zampini, Sebastián Estevanez, Eugenia Suárez, Mariano Martínez, Sol Estevanez y Juan Darthés, protagonistas de “Camino al amor”. La palabra “amor” en el título es un faro, la señal para que se vayan acercando los creyentes.

Fotos: Gentileza Telefé

 

Roberto Maurer

En medio de la lucha hasta ahora de resultado incierto por el prime time, en Telefé, asomó tímidamente la nueva tira de Quique Estevanez. Con una promoción débil y un primer capítulo de apenas media hora, “Camino al amor” debutó pegado a la potente “Avenida Brasil” cuyo final estaría a la vista. Como se sabe, la superproducción brasileña le ha estado ganando a Marcelo Tinelli, que esa noche estrenaba una de las más simpáticas atracciones de la temporada: el Papa. Era jornada de sentencias y eliminaciones, o sea que habían reservado para el debut del popular visitante (recreado por Freddy Villarreal) una velada en la cual se congregan todas las parejas participantes.

En el medio de los leones, “Camino al amor” llegó pisando despacito, con una trama confusa y generosa en lugares comunes, pero alentada por la confianza ciega en que, a la larga, las redes del romanticismo suelen asegurar una buena pesca. Es que se trata de un producto de Quique Estevanez, paladín del género, a quien le bastan unos litros de color rosa y una brocha para encandilar a un público que vive una historia de amor como una droga de consuelo, fantasía y escapismo, o sea casi lo mismo que se puede decir del arte más elevado.

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ROMANTICISMO Y FLETES

La palabra “amor” en el título es un faro, la señal para que se vayan acercando los creyentes. “Camino al amor”, repite la pareja de “Dulce amor”, es decir, Sebastián Estevanez y Carina Zampini, que no dejaron ni apagar el fuego que los consumió en la tira anterior. Se podría hablar de una segunda vida.

El escenario no predispone a ninguna ensoñación romántica, ya que se trata de la empresa de fletes y mudanza Colucci SRL, cuyo propietario, Armando, es interpretado por Rodolfo Bebán, que ha sido rescatado de las garras del tiempo tras una ausencia de doce años de la telenovela.

El primer capítulo fue tan inexpresivo que Carina Zampini casi pasó desapercibida, con anteojos negros, sin maquillaje y llorando a chorros. Su nombre es Malena y sufre porque Rocco (Sebastián Estevanez) pasea su físico apolíneo en un resort de Cancún, entregado al buceo, los tragos y a ducharse con una novia con la cual se casa a la orilla del mar, y sin invitar a su padre fletero.

Tal vez, mientras estas líneas se escriben, el espectador haya logrado descifrar algunos laberintos familiares. Hay que empezar por saber que Armando Colucci tiene cuatro hijos. Al ya citado Rocco se añaden Vitto (Mariano Martínez), que fue tardíamente reconocido; Ángel (Juan Darthés), cuya existencia se desconoce, y Gina (Sol Estevanez), de quien se cree su hija pero sin serlo. Como se ve, un ordenamiento familiar ripioso.

¿POR QUÉ LLORA MALENA?

Todos los personajes fueron arrojados confusamente a la acción en esa escuálida primera media hora. Se puede agregar que Armando, haciendo una mudanza, se reencuentra con Amanda (Bettiana Blum), la madre delirante de Ángel, es decir, el hijo que ignora que es suyo. ¿Por qué llora tanto Malena? Está casada con Fernando (Matías Desiderio) pero sigue amando a Rocco, que la culpó del suicidio de su madre, es decir, la esposa de Armando Colucci, quien la engañaba con su amiga, Lilia (Silvia Kutica), de cual Malena es sobrina.

Esta maraña se irá desenredando lentamente, ya que los capítulos continuarán siendo entregados en pequeñas cuotas de treinta minutos, un cachorrito cuidado en etapa de crecimiento, hasta la conclusión de “Avenida Brasil”. Será el momento, entonces, en que Rocco, Malena y compañía estarán solos frente a Tinellli.

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