INAUGURACIÓN EN EL MMAV

“Picnic en el precipicio”

La obra de Rosemarie Allers, con curaduría de Jorge Taverna Irigoyen, quedará abierta el viernes a las 20.

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“En rojo” (2002).

 

De la Redacción de El Litoral

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El Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas renovará su propuesta con la exposición de “Picnic en el precipicio”, de la artista plástica Rosemarie Allers. La muestra quedará habilitada el viernes a las 20, en el espacio de San Martín 2068, con curaduría de Jorge Taverna Irigoyen.

A partir de entonces, y hasta el domingo 6 de julio, podrá recorrerse con entrada libre y gratuita de lunes a viernes, de 8.30 a 12.30 y de 16 a 20; también los sábados, de 9.30 a 12.30 y de 17 a 20; y los domingos, de 17 a 20. Esta exposición se enmarca en el ciclo “Cerveza Santa Fe”, con el apoyo de Tersuave y la Asociación Amigos del MMAV.

“ ‘Picnic en el precipicio' es un concepto que se refiere a una dualidad: a un momento que debe ser donado a cada ser humano, feliz, en paz, intrascendente y sin culpa, pero es muy importante poder vivir ese momento”, afirma Allers sobre el conjunto de óleos y acrílicos sobre tela y técnica mixta que componen esta obra. “Ahora sí, estamos frente a un precipicio, que es también un abismo al cual estamos enfrentados. Viendo al mundo desde allí, y todo lo que sucede en ese momento y desde siempre, ¿nos compromete o seguimos viviendo ese instante placentero que nos corresponde? ¿Comemos la manzana o nos involucramos con el mundo que vemos allá a lo lejos? Es un picnic en el precipicio. Algunos se comprometen, pero será para toda la vida. Otros comen su manzana y sólo observan el mundo desde lejos. “Que lo haga otro”.

El artista plástico Alejandro Haloua agrega: “ ‘Picnic en el precipicio' no es el eslogan impreso en el ticket de un expreso al infinito; no lo es, como así tampoco es la latitud fatídica de la muerte en ciernes. ‘Picnic en el precipicio' es la construcción estética que designa casi a la perfección un estadío suspendido de la existencia, lo vital, lo trascendente del instante irrepetible en que vivimos. El título, hallazgo más que revelador del repertorio de la artista, designa a la perfección las vicisitudes formuladas en el pulso de la expresión”.

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“Insecto en la ciudad” (2009). Fotos: Gentileza producción

Frente a la vida

En el texto que escribió especialmente para presentar esta obra de Allers, el curador de la muestra, Jorge Taverna Irigoyen, inicia su reflexión preguntando: “¿En dónde cargan energía los cuerpos? ¿En qué medida los miembros responden a las ideas? ¿Somos dueños absolutos de nuestros actos? ¿Qué testimonia una vida?”.

“Rosemarie Allers trabaja la figura humana como una indagación penetrante. Desde la plasticidad de las formas, desde el entronque y la pulsión que esas formas generan sobre un plano no concesivo, busca desentrañar los cuerpos, sus fuerzas, los encuentros que sugieren la plenitud del amor, la soledad sin nombre. La poética de esas formas -más allá de leyes morfológicas u otros presupuestos compositivos- impulsa a Allers a no detener su desentrañamiento, a ahondar más y más en el frenesí de sus campos de color, a redimensionar la síncopa de sus líneas indagadoras”, afirma luego.

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“Alas atadas” (2009).

Y refiere a continuación que el título de esta obra “reside tal vez en esa razón de la sinrazón que a veces rotula a la existencia. Ese sentimiento de vacío y, a la vez, de compromiso que no se alcanza o no se sabe cómo satisfacer; y sin embargo, la plenitud de una celebración: el vivir, el disfrutar de una existencia, el renovar los vínculos que la generan”.

“Rostros y perfiles suman sus improntas exasperadas, sin pactos posibles. Óleo, carbonilla, manchas que sublevan el plano, dan al mismo una cierta temperatura que escapa a las convenciones, como si por ahí pasara el sentimiento de una sociedad en crisis. De ahí sus mujeres encendidas, mujeres incendiadas, que comparten una metáfora de indiscutible fuerza expresiva. ¿El cuerpo como valor de cambio? Quizá, pero tal vez el antropocentrismo que, fuera de catalogaciones superfluas, da nombre a todo lo que sucede sobre el orbe”, continúa.

Para concluir que “Allers no necesita mucha materia para caracterizar sus campos de color. Sobre los cuerpos que a veces fugan de sí mismos, sólo algunos toques certeros de rojos o azules que, a más de definir un contorno, dan profundidad y goce perceptual al plano. En sus dibujos quizá cabe otro camino, no fórmula, para que la escena propuesta adquiera poder paródico en sus trasfondos y emerja.

Artista que ama su lucha, que se desafía sin tregua, su obra ha sido exhibida en importantes centros culturales del país, tanto como en Alemania, Holanda, Italia, Japón y países de América del Sur. En todos los ámbitos ha contagiado el interés por ese desentrañamiento tan suyo, irrenunciable, frente a la vida”.

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“Mujer sin casa” (2013).