Más de 200 años después

El último viaje de la Mercedes

Dos exposiciones simultáneas en Madrid están dedicadas al hundimiento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, en 1804, que viajaba de Montevideo a Cádiz. La recuperación del tesoro que transportaba fue motivo de un largo litigio entre España y la empresa Odyssey.

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Centenares de monedas de oro y plata recuperadas del fondo del mar, de las bodegas de la fragata, se exponen ahora en la muestra del Museo Arqueológico madrileño. Foto: Agencia EFE

 

Mila Trenas

Agencia EFE

El proceso emprendido por España contra la empresa Odyssey por el expolio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes no fue sólo un litigio para recuperar el tesoro sino una batalla legal para reivindicar un patrimonio histórico, cuyo relato se narra en la muestra “El último viaje de la Fragata Mercedes”.

Con sedes en el Museo Naval y en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, la exposición subtitulada “La razón frente al expolio. Un tesoro cultural recuperado” es la historia de dos agravios “de dos grandes injusticias”, en opinión de Carlos León, responsable de la dirección creativa y museográfica del proyecto.

La primera de ellas fue el ataque en 1804 de la armada inglesa a la Mercedes en tiempos de paz y la otra cuando la empresa Odyssey quiso llevarse sus tesoros, y de ello tratan las dos exposiciones, que inauguraron hoy los Príncipes de Asturias y que han contado con la colaboración de Acción Cultural Española.

El 5 de octubre de 1804, cuando cuatro fragatas españolas cargadas con los caudales para la Corona navegaban hacia las costas del Cádiz procedentes de Montevideo fueron atacadas por cuatro fragatas inglesas, que hundieron la Mercedes.

Más de doscientos años después, la empresa “cazatesoros” Odyssey expolió parte del cargamento de la fragata, trasladándolo en secreto hasta Florida. Más de 500.000 monedas de plata y oro, además de algunos objetos, entre ellos restos del buque, del cargamento, pertenencias personales, forman el conjunto arqueológico que se encontraba a 1.100 metros de profundidad.

Tras un largo litigio, los tribunales estadounidenses dieron la razón al Estado español reconociendo sus derechos sobre los bienes.

En el amplio, riguroso y didáctico recorrido de ambas exposiciones se ha querido resaltar la importancia de la protección del patrimonio subacuático, la recuperación de un tesoro cultural cuyo valor trasciende con mucho el peso de la plata o el oro que contiene, así como dar a conocer los detalles del expolio.

Dos sedes, un tema

Alrededor de dos centenares de piezas abordan en las dos sedes un mismo suceso desde diferentes perspectivas, la del Arqueológico más histórica y arqueológica, y la del Museo Naval desde una óptica militar, naval y reconstructiva.

Más de 30.000 monedas recuperadas, junto a objetos de época, documentos históricos, importantes pinturas, como los retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma pintados por Goya o el de Godoy obra de Carnicero, audiovisuales y otros objetos se pueden contemplar en los 600 metros cuadrados que ocupa la muestra en el Arqueológico.

Los siete ámbitos en los que la comisaria Carmen Marcos ha dividido el recorrido van creando un relato que comienza con una introducción al contexto histórico desde el punto de vista político y narra la última misión de la Mercedes.

El combate en el cabo de Santa María y el hundimiento de la fragata es núcleo de una muestra muy visual en la que a la comisaria le ha interesado destacar también “la diferencia entre excavación arqueológica y expolio”, y que finaliza con piezas relacionadas con la batalla en los juzgados en defensa del Patrimonio Cultural subacuático.

El Museo Naval, por su parte, “ha recogido el interés social que se produjo a raíz del expolio para contar los aspectos navales de la historia, que son importantes y se han tratado menos”.

Para ello, Susana García ha puesto especial interés en mostrar qué hace la Armada para proteger el patrimonio subacuático, y en cómo conserva los documentos que han sido decisivos para que España ganara el litigio.

Articulada en seis módulos, la exposición reúne 80 piezas, en su mayoría originales del siglo XVIII y del primer tercio del siglo XIX, procedentes del patrimonio de la Armada y de otras instituciones y colecciones.

Entre los fondos exhibidos, figuran pinturas, cartografías de la época, documentos clave para la victoria de España en los tribunales, modelos de embarcaciones, instrumentos científicos de navegación y de construcción naval, además de escenografías de la cubierta de la fragata y del camarote del comandante.

Destaca el modelo a escala de la fragata Mercedes, realizado de acuerdo con los reglamentos y sistemas constructivos de la época por un equipo del Museo Naval.

El recorrido traslada al visitante a la Europa posterior a la Paz de Amiens (1802) y describe la situación de la Real Armada en torno a 1800, así como el último viaje de la Mercedes y la vida a bordo, para finalizar con una reflexión sobre lo que ha pasado.

“Odyssey no sólo violó la ley sino que profanó la tumba de al menos 275 personas, entre ellos once niños, destrozando un yacimiento arqueológico”, afirmó la comisaria.

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La exposición del Museo Naval español exhibe otros objetos recobrados de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Foto: Agencia EFE

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La muestra también incluye objetos personales que pertenecieron a las víctimas de hundimiento. Foto: Agencia EFE

Alvear

  • Al momento de zarpar de Montevideo, a bordo de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes estaba, acompañado por su numerosa familia, don Diego de Alvear y Ponce de León, fundador del linaje de ese apellido en el Río de la Plata, que regresaba a España para disfrutar de su fortuna y educar a sus hijos.

Por circunstancias del viaje, el pater familiae y su hijo mayor, Carlos María, dejaron la Mercedes para trasladarse a la Medea, nave “capitana” de la flota.

Cuando se produce el enfrentamiento con la flota británica, en octubre de 1804, la Mercedes se fue a pique casi inmediatamente de comenzado, llevándose al fondo del mar la esposa, prole y riqueza de don Diego. Sólo se salvó él y Carlos María, que estaba destinado a tener un preponderante papel en las guerras de la Independencia argentina.