DESIGNACIÓN RECIENTE

El Qhapaq Ñan Patrimonio Mundial

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En Punta del Agua, provincia de Mendoza uno de los lugares por donde pasa el Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que se extiende a lo largo de más de 30.000 kilómetros por seis países latinoamericanos y siete provincias argentinas.

Foto: TÉLAM

 

Leticia Pogoriles

Télam

La designación como Patrimonio Mundial de la Unesco del Qhapaq Ñan, el sistema vial andino que atraviesa siete provincias argentinas y seis países sudamericanos -ejemplo del trabajo y la cooperación regional- tuvo su celebración en Perú, con la presencia de autoridades y habitantes de este flamante “itinerario cultural”.

“Hubo un trabajo mancomunado e integrado de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú para esta postulación. Esto sienta un precedente y es un ejemplo de cómo se consolida la región políticamente”, dijo Sebastián Schonfeld, secretario de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación que presenció el momento de la designación.

El sábado pasado, en Doha, la capital Qatar, cayó el martillo sobre el atril; quien lo tuvo en sus manos fue la jequesa y hermana del emir, Mayasa bin Hamad al Zanique, presidenta del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco. Ese gesto simbolizó un hecho largamente esperado: se declaraba al Qhapaq Ñan como una nueva maravilla mundial en Sudamérica.

La Unesco inscribió a su listado 697 kilómetros del sistema vial del imperio incaico como patrimonio, de esos tramos conservados, 118,527 son argentinos y se encuentran distribuidos por Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.

Lo inédito es que, por primera vez, los seis países intervinientes durante diez años trabajaron para coordinar este proyecto.

“Fue un antes y un después en la presentación de expedientes, porque se destacó la manera de trabajar de países que sortearon todo tipo de dificultades para lograr sus objetivos, cooperando y ayudándose en todo momento entre sí”, destacó Diana Rolandi, directora del Instituto Nacional de Antropología.

COLUMNA VERTEBRAL

El Qhapaq Ñan, del que el Camino del Inca forma parte, fue la columna vertebral del poder político y económico del Tawantinsuyo, el Estado Inca y se constituyó como una red de caminos de casi 30.000 kilómetros que conectaba centros de producción administrativos y ceremoniales y que cuenta con 310 sitios arqueológicos.

Su nominación fue la más grande de la historia del Patrimonio Mundial y la elección se dio por unanimidad.

Con un apoyo “abrumador”, como contaron desde Qatar, países del Comité como la India, El Líbano, Portugal y Senegal, subrayaron la representatividad del proyecto y sostuvieron que con esta inscripción se levantó el estándar de cómo se trabaja mancomunadamente en proyectos transnacionales.

De Colombia a Mendoza, este sistema vial mantiene atributos arquitectónicos preincaicos e incaicos, tanto en sus muros, calzadas, escalinatas, cunetas, como en las técnicas de construcción que se adaptan al desplazamiento, conectividad y a la orografía y geomorfología de la región, dijeron los especialistas.

“El Qhapaq Ñan jugó un rol esencial en la organización espacial y social de una amplia zona geográfica andina, donde los caminos fueron utilizados para compartir valores culturales con un significado intangible excepcional. Este camino se conecta con comunidades vivas que hasta la actualidad lo utilizan a lo largo de todo el sistema vial andino”, explicó Rolandi, factótum central de este proyecto en la Argentina.

Y es, justamente, uno de los criterios que determinó lo intangible de su patrimonio. Estas comunidades, dijo la antropóloga, “mantienen la memoria ritual y por medio de la oralidad pervive parte de su cosmovisión, a la que se asocian directamente tradiciones y técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación”.

Otro de los que siguió de cerca el tema fue el arquitecto Jaime Sorín, presidente de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, quien recalcó que esta declaración “permitirá que las comunidades locales desarrollen iniciativas que faciliten la conservación de los bienes y la mejora de sus condiciones de vida”.

Sorín consideró, además, fundamental que se mantenga el criterio de itinerario cultural, que no debe ser reemplazado por una explotación turística indiscriminada y depredadora que termine degradando el ambiente y expulsando a sus poblaciones, a menudo relegadas a ser objeto de espectáculo y reduciéndolas a la categoría de atracción folclórica.