Un modelo exitoso

Nueva Zelanda: la ciencia y los buenos negocios van de la mano

  • El contacto entre los productores agropecuarios y los sectores vinculados con la investigación e innovación es permanente. El Estado y el sector privado trabajan en conjunto.
8ABRE_FONTERRA+WHAREROA+FACTORY+WITH+MT+TARANAKI+IN+BACKGROUND,+NZ.JPG
 

Planta de Wharenoa, de Fonterra, y el Taranaki de fondo.

Foto: gentileza fonterra

 

José Curiotto

Email: [email protected] Twitter: @ellitoral

“Tanto si eres una pequeña empresa emergente o un líder establecido en tu industria, podemos ponerte en contacto con las personas adecuadas y con los recursos necesarios para ayudar a tu empresa a desarrollarse y prosperar”.

De esta manera, simple, concreta y directa, se presenta la página web del Waikato Innovation Park, en Nueva Zelanda, un polo científico-tecnológico especializado en el sector de la lechería, financiado en partes iguales por el gobierno nacional, el gobierno regional y los recursos generados por las ventas de sus desarrollos.

La forma en que el Waikato Park está organizado es apenas una muestra de cómo los neozelandeses lograron entrelazar la investigación científica de base, la innovación y la experimentación; con el trabajo de campo de los productores agropecuarios y la comercialización de sus productos. La investigación y la producción, sólo se conciben en cuanto puedan contribuir a generar buenos negocios.

El concepto de “cadena” -tan remanido en la Argentina- no parece existir en Nueva Zelanda, un pequeño país que se sustenta, básicamente, gracias a la producción primaria de leche y madera. Estamentos de gobierno, científicos, productores agropecuarios y empresarios, han logrado organizar un sistema en el que se trabaja con una idea concéntrica y homogénea, que les ha dado buenos resultados.

Tanto es así, que se han convertido en el primer exportador mundial de productos lácteos, abarcando nada menos que el 35% del mercado internacional.

El Waikato Innovation Park es un predio de 17 hectáreas, donde se concentran 50 empresas que dan empleo a unas 500 personas y que, durante las últimas décadas, fueron capaces de multiplicar el potencial productivo neozelandés. Es el lugar más importante del país en investigación científica relacionada con los alimentos, con aproximadamente mil investigadores que trabajan en Hamilton, dando a la ciudad una de las proporciones más altas de científicos per cápita en el mundo.

En parte, podría compararse al Waikato Park con el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA) que existe en la Argentina. Sin embargo, su trabajo no se limita a la investigación y la experimentación, sino que además participa del proceso global que se inicia en la producción y termina con la comercialización de los productos.

“Para ayudar a nuestros granjeros en todos los pasos del proceso, contamos con un sistema nacional de consejeros y guías”, remarcó Stuart Gordon, CEO del Waikato Park, durante la reciente misión de funcionarios y productores santafesinos a Nueva Zelanda, encabezada por el gobernador Antonio Bonfatti.

Quienes allí trabajan son perfectamente conscientes de que, si ayudan a los granjeros a ser más eficientes, contribuirán a generar mayores ingresos para el país. Por eso se empeñan, a través de la investigación, en dar valor agregado a la producción primaria, generando productos diseñados para cada cliente: “Las leches de fórmula son un claro ejemplo de cómo agregar valor a los alimentos”.

Las empresas radicadas en el parque pagan una renta por estar allí. Así, acceden a las mejores condiciones de investigación y, además, obtienen conexiones y facilidades para exportar.

“Tenemos una lista de espera de empresas que quieren instalarse. Pero para lograrlo deben superar una serie de evaluaciones. Analizamos cuáles son sus aportes innovadores, si realmente contribuyen a incrementar el comercio internacional del país, si se trata de una tecnología novedosa y si existen probabilidades reales de éxito. Si es así, las apoyamos con nuestros contactos en el exterior, con fondos del gobierno e, incluso, con asesoramiento contable”, explicó Gordon.

La Universidad Lincoln

A mil kilómetros de distancia, al este de la isla sur, en la ciudad de Chrischurch, se levanta la Universidad Lincoln, un centro educativo especializado en investigaciones relacionadas con la producción de alimentos y, específicamente, el sector de la lechería. En 2002, esta universidad fue seleccionada para albergar el Centro de Investigación de Excelencia enfocado en el tema de bioprotección de los recursos naturales de Nueva Zelanda, convirtiéndose de esta manera en el Centro Nacional de Tecnologías Avanzadas de Bio-Protección del país.

Allí, el profesor Grant Edwards, recibió a la delegación santafesina y explicó de qué manera han logrado trabajar coordinadamente con empresas privadas y con los productores de una vasta región.

Cada productor lechero paga un canon anual que se destina a sostener la investigación científica en las universidades y polos de innovación. De esta manera, los investigadores están obligados a devolver dichos aportes a través de conocimiento aplicado.

La universidad abre sus puertas a los productores para capacitarlos y mantiene un contacto permanente a través de correos electrónicos y su página web. Además, los investigadores salen de los claustros en varias oportunidades al año para llevarles a los granjeros los últimos avances en materia de proceso de producción, de genética, de sofware y aplicaciones tecnológicas.

Y, como sucede con el Waikato Park, la Universidad Lincoln también vuelca sus conocimientos para que los productores y empresarios estén en mejores condiciones de comercializar sus productos.

Nueva Zelanda: la ciencia y los  buenos negocios van de la mano

Edificio central del Waikato Innovation Park. El polo tecnológico se despliega por 17 hectáreas, donde funcionan 50 empresas.

Foto: Waikato Innovation Park

Transparencia y reglas claras

La experiencia neozelandesa demuestra que la innovación, la tecnología e, incluso, la inversión económica; no resultan suficientes para alcanzar el éxito: la política también juega un rol fundamental.

Stuart Gordon, CEO del Waikato Innovation Park, remarcó que, a la hora de buscar mercados externos, la imagen y los antecedentes del país adquieren gran importancia: “Nueva Zelanda ocupa el tercer lugar entre los países menos corruptos del planeta y está considerado como el tercer mejor país para hacer negocios”.

“La confianza es clave. Se deben respetar los contratos, hacer lo acordado y ser cuidadosos en los procesos productivos. Por eso nosotros nos empeñamos en producir cuidando el medio ambiente. Evitamos el impacto que pueda generar la mayor productividad y contamos con estrictas regulaciones en cuanto a niveles de calidad en nuestros productos”, resaltó.

P9C_LINCOL01.jpg

La sede de la Universidad Lincoln se encuentra en la ciudad de Chrischurch, Nueva Zelanda.

Foto: Universidad Lincoln

Agencia de Ciencia y Tecnología

A fines del año pasado, el gobernador Antonio Bonfatti anunció la creación de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación. En su visita al Waikato Park, el mandatario hizo mención a aquella iniciativa que cuenta con un presupuesto para este año de alrededor de 70 millones de pesos.

La incipiente agencia provincial busca crear un espacio de articulación de los distintos actores; un espacio real de promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación, para brindar sustentabilidad a proyectos de desarrollo de las pequeñas y medianas empresas provinciales.

La clave está en la organización

Luis Contigiani, secretario de Agricultura de Santa Fe.

En Nueva Zelanda los investigadores no sólo validan sus trabajos a través de papers o libros. Lo validan por producto y por resultado de campo que, por lo general, termina en el mercado externo. Además, la política de desarrollo tecnológico es política de Estado. No importa qué partido esté en el poder. En la Argentina, instituciones como el Inta, el Inti, el Senasa, Ciencia y Tecnología, el Conicet y las universidades, siempre sufrieron los vaivenes políticos del país.

Santa Fe tiene más de 400 agentes de Inta. A ellos se suman centenares de docentes e investigadores universitarios. Los resultados deberían ser otros, pero lo que falla es el sistema. Y como funcionario público, me hago cargo del problema.

Entre Nueva Zelanda y la Argentina no existen grandes diferencias en materia de genética animal, de eficiencia productiva y de adaptación tecnológica de los productores. La gran diferencia está en la organización del sistema. Los neozelandeses no conciben al granjero distinto del industrial o del investigador. Los 11.000 productores que forman parte de la cooperativa de Fonterra -la mayor empresa láctea del planeta- están integrados en el sistema, incluso hasta el momento en que el producto llega al mercado interno y externo. En la Argentina, el productor y el sector industrial están divorciados. Existen conflictos eternos y el sector de la intermediación está a contramano del sector industrial y del sector primario. La remarcación promedio de los productos lácteos es del 70% en los puestos de venta a los consumidores.

En Nueva Zelanda, el Estado es el actor más influyente.Y vemos que Estado nacional en Argentina está muy lejos de generar un proceso virtuoso que lleve a que el sistema productivo logre integrarse. Entonces, surgen conflictos permanentes entre los tamberos y los industriales, los industriales y la intermediación, los problemas de logística, etc.

Esto tiene que ver con un sistema de producción y organización del sistema que debe cambiar para que sea sustentable en el futuro. Argentina debe cambiar el paradigma cultural. Debemos trabajar de manera integrada.

8_CARIPELA_DSC_1532.jpg

Luis Contigiani

Foto: Flavio Raina

Cerca del productor

José Luis Spontón, INTA Santa Fe

Lo más sorprendente en Nueva Zelanda es la manera en que han logrado acortar los caminos entre la investigación de base y extensión o aplicación de los conocimientos.

Desde la ciencia básica hasta la venta del producto, existe una relación muy fuerte entre los eslabones. La idea es que los conocimientos y la tecnología estén rápidamente disponibles para los productores y para las empresas que comercializan los productos. En la Argentina, en cambio, el camino entre la ciencia básica y la aplicación de conocimientos suele ser más largo.

Para superar estos inconvenientes, el INTA está trabajando ahora con un enfoque territorial, en un intento por estar mucho más cerca de la demanda. La idea es investigar aquello que los productores realmente necesitan que sea investigado.

Los logros de este proceso no serán inmediatos. Supongo que la transformación en el sistema de trabajo demandará 6 ó 7 años de esfuerzo, hasta que los investigadores estén mucho más cerca de los productores y del sector empresario.