ARQ. JOSÉ RAMÓN MORENO GARCÍA

“En Santa Fe se generó una arquitectura propia”

  • El docente de la Universidad de Sevilla ofreció su mirada sobre el patrimonio arquitectónico provincial: “Hay muchos temas a estudiar y divulgar”, opinó. Destacó el nivel de las obras públicas que desarrolla el gobierno.
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Juan Ignacio Novak

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No es la primera vez que José Ramón Moreno García, prestigioso arquitecto español y docente de la Universidad de Sevilla, donde es una referencia en Arquitectura Latinoamericana, recorre la provincia. Conoce -y reconoce- el vasto y variado patrimonio que ofrecen sus principales ciudades y mantiene contacto permanente con profesionales de Santa Fe.

Su nuevo paso por estas latitudes apunta a un objetivo específico: asesorar al gobierno provincial para el futuro impulso de una publicación sobre la arquitectura santafesina en su conjunto, que si bien todavía no tiene una forma definida, presupone la intención de contar con un documento que deje constancia del valor patrimonial y arquitectónico que posee el territorio santafesino, al que el propio Moreno García definió como muy interesante y variado.

—¿Qué mirada tiene sobre el patrimonio arquitectónico santafesino?

—Esta provincia tiene mucho patrimonio arquitectónico de distintas épocas. Santa Fe la parte colonial, Rosario una parte más moderna. Después hay un factor importantísimo que tiene que ver con el paisaje, el río, la pampa húmeda, la expansión ferroviaria y portuaria que ha tenido esta provincia, y también la parte rural, de las estancias y colonias. Es una provincia muy variada, a pesar de que tiene una topografía bastante plana hay muchos temas a estudiar y divulgar.

—¿Cómo conviven todas estas influencias? ¿Cuáles son los rasgos unificadores?

—Yo diría que el rasgo unificador es el patrimonio industrial, que tiene que ver con el puerto y el ferrocarril. Es un rasgo característico, se encuentran silos extraordinarios. Ése es un signo distintivo de esta provincia. Y probablemente lo rural, que todavía no conozco demasiado. Pero me parece muy interesante, como un signo de identidad del ámbito territorial.

—En esto, hay una importante incidencia de cierto período de la arquitectura europea.

—Claro. Pero creo que al final aquí se ha generado una arquitectura propia. A partir de las primeras décadas del siglo XX hubo una serie de arquitectos importantes, en particular en Rosario; en Santa Fe, tendría que analizarlo. En Rosario, hubo una serie de generaciones de arquitectos que llega hasta ahora y que ha dado la clave de una ciudad muy moderna. En Santa Fe, la presencia de Vladimiro Acosta fue importantísima.

—Y todo ese patrimonio, ¿Cómo se puede revalorizar y divulgar?

—La intención del gobierno de la provincia es divulgar ese patrimonio que muchas veces se desconoce o menosprecia. Y hay patrimonio, incluso anónimo muy importante. Esta ciudad (Santa Fe) y Rosario también tienen un tejido urbano formado por edificaciones modestas, de dos plantas, perfectamente compuestas, que da una imagen de ciudad amable e interesante.

Contenida, seria, adecuada

—De las grandes ciudades de la provincia, ¿qué es lo más valorable?

—Argentina tuvo un serio problema en la etapa de la dictadura y décadas después, en que su producción arquitectónica se devaluó mucho frente a otros países latinoamericanos. Eso se empezó ya a recuperar y ahora mismo Argentina está en un nivel bastante alto en el panorama americano. Dentro de eso, destacaría a las jóvenes generaciones de arquitectos que están haciendo cosas modestas pero muy interesantes y también la obra pública que están haciendo desde la provincia. No es habitual. Conozco la labor que están haciendo los equipos técnicos y me parece una arquitectura estupenda.

—¿Cuáles son las obras que usted destacaría como significativas?

—La más significativa de todas, que realmente me dejó impresionado fue el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Santa Fe (Cemafe). Me parece una obra extraordinaria. Después he visto y visitado escuelas que también me parecieron muy buenas, modernas, transparentes, luminosas. Es una arquitectura pública muy interesante, que me recuerda cosas que hacíamos en los ‘80 en España, con la llegada de la democracia. Una arquitectura contenida, seria, adecuada a los recursos. Y creo que aquí se está haciendo muy bien, porque además se está haciendo desde el interior del gobierno.

—¿Por qué destaca especialmente la obra del Cemafe?

—Desde el punto de vista estructural es muy buena. Esa manera de construir con esos enormes voladizos que limitan los soportes a los mínimos posibles, porque el suelo es malo, es una solución estupenda. Es un edificio de una gran escala, que no es fácil de manejar.

Hacia un nivel más alto

—¿Esto se realiza sobre la base de tendencias que hoy se ven en Europa o tiene características propias?

—Tiene características propias americanas. En Europa, no manejamos lo que aquí se hace bien, por ejemplo en Brasil, que es el hormigón pretensado y postensado. Nosotros lo utilizamos más para obras civiles, como puentes, pero no para edificios.

—¿Cómo explica ese fenómeno?

—Hay países que están creciendo muchísimo en América Latina, esa mejora económica también revierte en las obras que se hacen y hay una mayor apertura democrática. Y en Argentina creo que tiene que ver con esas cosas. Aquí hay además una larguísima tradición de buena docencia en escuelas de arquitectura y facultades, extraordinaria herencia cultural. En España, durante la dictadura de Francisco Franco, estudiábamos las escuelas de arquitectura con libros que se editaban en Argentina.

—¿Cuáles son los arquitectos que hoy despuntan en Latinoamérica y que hoy aparecen como referencias?

—América Latina empieza a ser considerada como un primer mundo en la arquitectura. Hasta hace poco no, había nombres sobresalientes, desde Oscar Niemeyer hasta Rogelio Salmona pero era la época heroica de los ‘60 y ‘70 cuando empezaban a trabajar. Ahora, hay una referencia más extendida, donde surgen nombres, pero que todavía están tan consolidados como aquellos viejos maestros. Aquí en Argentina el año pasado murieron dos de los grandes maestros, Roberto Álvarez y Clorindo Testa. En este momento, en el panorama argentino, destaca un santafesino, de Rosario, Rafael Iglesias.

—¿Cuánto tiene que ver Argentina en esta consideración de América Latina como “primer mundo en la arquitectura”?

—Argentina está empezando ahora a colocarse en el nivel que le corresponde. Pero hay que decir que en este momento las arquitecturas más relevantes de América Latina están en México, Chile, Brasil y Colombia. Y Argentina ya tendría que incorporarse a eso, pero necesita un poco más de tiempo.

—¿Cuáles son las cuentas pendientes para esto?

—Mayor madurez, mayor posibilidad de trabajo. Aquí la acción pública, excepto en esta provincia, no es mucha. En España, estamos acostumbrados a que la buena arquitectura se genera desde lo público. Lo privado tiene menos consideración de calidad. Tengo la sensación de que en Argentina todavía lo público no ha despegado. Entonces, se ven obras privadas que están muy bien, pero no es aún una arquitectura potente. Hasta que la acción pública no se disponga a hacer arquitectura de calidad, y eso se está haciendo en esta provincia y no conozco otra, no habrá un peso específico suficiente de Argentina.

El dato

“Arquitectos en penumbras”

Durante su visita a Santa Fe, una de las intenciones de José Moreno García era conocer al arquitecto César Carli. “Es un personaje que seguro entra en una categoría que llamo en mis clases arquitectos en penumbras. Ocurre mucho en América Latina. Son grandes profesionales que durante toda su vida han mantenido una ética irreprochable, pero no han tenido afán de salir al escenario. Entonces han sido muchas veces ensombrecidos por arquitectos de mayor capacidad mediática. He conocido personajes como Carli en distintos lugares de la Argentina como Eduardo Larrán, en Salta, arquitecto extraordinario, desconocido fuera de Argentina y casi desconocido aquí. Ese modelo de gente me interesa muchísimo más que los que aparecen en las revistas”, manifestó.