editorial

De los buitres a David y Goliat

  • La Argentina analiza apelar a la Corte Internacional de Justicia, cuya jurisdicción no es bien recibida por los Estados Unidos; la cumbre del poder occidental es poco afecta a revisar sus decisiones.

Thomas Griesa se ha extralimitado. El juez de distrito con despacho en Manhattan impide por estas horas al Bank of New York Mellon pagar U$S 539 millones depositados por la Argentina para saldar una cuota de capital e intereses a tenedores de bonos canjeados tras el “default” en 2005 y 2010, en las que 93 % de los acreedores aceptaron la reestructuración.

El ministro Axel Kicillof y el canciller Héctor Timerman llevaron el caso a la Organización de Estados Americanos y analizan usar ése y otros respaldos internacionales para apelar a la Corte Internacional de Justicia, cuya jurisdicción no es bien recibida por los Estados Unidos; la cumbre del poder occidental es poco afecta a revisar sus decisiones.

La Argentina tiene fundamentos para reclamar soberanía en La Haya. Pero no debe desconocer que el beneficio eventual de un fallo lejano, implicará un desmedro cierto e inmediato en las inversiones y los créditos imprescindibles para frenar el deterioro de la economía del país.

En el siglo III Aristóteles definió una premisa hasta hoy reconocida, según la cual la política es “el arte de lo posible”. Dejó en claro que siempre habrá una brecha insalvable entre la realidad y el ideal justo y deseable. De la capacidad del gobernante depende achicar la brecha entre ambas dimensiones.

El ministro de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna, solía reconocer en Griesa a un magistrado “comprensivo”; Amado Boudou, titular de Hacienda bajo la presidencia de Cristina Fernández y administrador del segundo canje, acusó al juez de “embargador serial” y descalificó oficialmente a los “buitres”.

Sólo una épica fantasiosa puede concebir a David como habitante de la Casa Rosada. La estrategia argentina ya no es la de achicar la deuda a términos factibles porque “los muertos no pagan”, como alguna vez advirtiera el ex presidente.

Antes de sus sentencias desfavorables a la Argentina, Thomas Griesa pidió que la Argentina hiciera una oferta “pari passu” a los demandantes encabezados por NML Capital. Se refería a cláusulas contenidas en los bonos soberanos defaulteados en 2002, según las cuales el país no podía relegar sus pagos para privilegiar otras deudas. “Ni un peso”, fue la respuesta de la presidente.

En su sentencia de noviembre de 2012, el juez neoyorkino recordó que “exhortó a que el gobierno argentino abandonara esas amenazas” y que “cualquier incumplimiento de los fallos de los tribunales no sólo sería ilegal sino que constituiría el peor tipo de irresponsabilidad en el trato con el Poder Judicial”.

Griesa se extralimitó como respuesta al desacato. A la luz de los hechos, no fue la épica encendida la estrategia más acertada para defender los intereses del país. Y aunque eso no justifique la decisión del magistrado, la Casa Rosada reaccionó tarde ordenando la reapertura del canje en noviembre de 2013, cuando la presidente revisó su decisión.

La Corte norteamericana ofreció su poderoso silencio; Goliat aún deambula entre la City de Nueva York y los estamentos oficiales de Washington. La Casa Rosada debe evaluar con realismo sus próximos pasos.

Siempre habrá una brecha insalvable entre la realidad y el ideal justo y deseable. De la capacidad del gobernante depende achicar la brecha entre ambas dimensiones.