El río alto antes de las lluvias de primavera

Se confirma El Niño “leve a moderado”

Por ahora las mediciones de temperatura del océano en el Pacífico -entre otros factores- marcan “anomalías no muy intensas”. Pero sugieren para Santa Fe precipitaciones por encima de los promedios en los meses por venir.

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De la redacción de El Litoral

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¿Qué puede esperar un santafesino si el río no baja y El Niño trae lluvias por encima de lo normal? La pregunta es oportuna; la respuesta implica mirar al cielo, invocar creencias y -mientras tanto- preguntar lo que la ciencia puede decir del futuro. Lo que implica aproximaciones que no ofrecen certezas sino probabilidad.

Guillermo Berri es doctor en Ciencias Meteorológicas e investigador del Conicet. Ante la consulta de El Litoral, explicó que el fenómeno El Niño Oscilación Sur (Enso por sus siglas en inglés) no depende sólo de la temperatura superficial del Pacífico ecuatorial frente a las costas del Perú.

Intervienen en su configuración las capas de hasta 200 metros de profundidad del mar en la línea ecuatorial, los vientos en altura y el desarrollo de las precipitaciones en esa zona, entre otros factores que se vuelcan en modelos matemáticos para ensayar pronósticos.

Berri apuntó que de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration, Noaa) de los Estados Unidos, de la medición de los elementos involucrados surge que “no están todos en la condición típica de un Niño intenso”.

Siempre en base al último pronóstico mensual del Noaa, -del pasado 10 de julio- Berri señaló que “están dadas las condiciones generales usuales para el desarrollo de un Niño débil a moderado hacia la última parte del año”.

Según relató, hacia el centro del Pacífico ecuatorial el calentamiento de la superficie del mar -uno de los datos relevante para configurar El Niño- “se está amesetando” (un grado por encima del promedio), e incluso “está disminuyendo levemente después de un pico” frente a las costas del Perú (1,5 grados por encima del promedio).

“En 1997 y 1998 esos valores estaban en el doble”, ejemplificó Berri para explicar uno de los elementos del pronóstico “débil a moderado” del Enso.

Sin embargo también añadió que más allá de la temperatura de la lámina o superficie del Pacífico, “la capa (hasta 200 metros de profundidad) disminuye levemente el contenido calórico, aún cuando sigue más caliente que el promedio”. Por eso señaló que “no hay una evolución a un Niño intenso en este momento”.

Abundó que a ello se suma el hecho de que “en las precipitaciones en la cuenca ecuatorial del Pacífico” -otros de los factores de relevancia- “las anomalías se ven muy débiles. Es decir que no se apartan de lo normal”.

“En la mitad oriental del Pacífico -hacia Sudamérica- las condiciones son normales”. Por todo lo cual infirió que “están las condiciones de El Niño, pero no intenso sino leve a moderado”.

Predictibilidad e influencia

Ante la consulta de lo que puede ocurrir de aquí a fin de año, el doctor Berri explicó que “si bien se realizan pronósticos” sobre el fenómeno El Niño “todos los meses” en base fundamentalmente a los datos del Noaa, “existe lo que se llama la barrera del verano del hemisferio norte. Es un momento de menor predictibilidad”.

Explicó que en el tiempo que lleva el “paso” hacia el sur del verano, el clima “depende más de condiciones locales que generales”. Detalló que “es un momento de menor certeza en la predictibilidad hasta septiembre. A partir de allí el verano se corre al hemisferio sur y la predictibilidad general aumenta”, añadió.

Hecha la aclaración, apuntó que “la influencia de El Niño en la región pampeana es máxima durante el final de la primavera: parte de octubre, noviembre y parte de diciembre. Con El Niño, las precipitaciones en general, en promedio en la región pampeana, son superiores a las normales según estudios de 70 a 80 años de información histórica”.

Dijo que “en enero-febrero la señal de El Niño (su incidencia en las lluvias de nuestra zona) tiende a debilitarse y las precipitaciones dependen más de condiciones particulares. Es decir que está El Niño pero no necesariamente llueve por encima de lo normal” en los dos primeros meses del año.

Pero “hacia el final del verano y al otoño siguiente vuelve a reforzarse el pico de influencia de El Niño”, por lo que -en caso de hacerse presente- vuelven a aumentar las precipitaciones para nuestra zona durante los meses de marzo y abril.

En síntesis, cuando está configurado el fenómeno, “El Niño trae más lluvia de octubre a diciembre, enero y febrero no se aparta de lo normal y vuelve a traer más en marzo y abril” a la región pampeana.

El dato

 
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Escultura: José Fioravanti

El río suena...

En el puerto local marca hoy 5,46 (3,60 es la media histórica de julio). Aunque las aguas bajan, la sensibilidad santafesina no es gratuita y demanda gestiones públicas -y conductas privadas- para prevenir la peor hipótesis. Por otra parte, el doctor Berri observó que El Niño ha sido históricamente positivo para el agro, incluso descontando la afectación a terrenos bajos o lluvias puntuales que afectan la evolución de cultivos o los tiempos del labranza en zonas delimitadas.

FUERZAS COLOSALES 

Pacífico

Aporta a la circulación atmosférica la “fuente de energía” extraordinaria que configura El Niño e incide en el continente sudamericano. Los Andes no dejan pasar la humedad, pero no detienen la influencia marítima en el clima tierra adentro.

Atlántico

Provee la humedad al continente. El anticiclón del Atlántico Sur la traslada con sus vientos superficiales tierra adentro. Pero en la configuración de El Niño, es más decisiva la influencia del Pacífico; parte del fenómeno es la concentración de lluvias en nuestra región.

Paraná

En su cuenca compartida con el Paraguay y hacia la desembocadura del Río de la Plata, es el receptor de las precipitaciones. Cuando su valle aluvional está relativamente colmado antes de la llegada de un Niño (este es el caso presente), su riesgo de desborde naturalmente se acrecienta