el rincón de la lij (*)

“La fábrica de inventos...”

María Luisa Miretti

A propósito de “Creature Departament. La fábrica de inventos tras la penúltima puerta del final del pasillo”, de Robert Paul Weston. Traducción de Julio Hermoso Oliveras. Editó: Alfaguara.

Robert Paul Weston (1975) escritor británico de origen canadiense, autor de libros infantiles. Su debut fue la galardonada novela en verso, Zorgamazoo. La obra es una aventura fantástica, escrita completamente en rima “tetrameter anapestic” (ritmo especial para el verso cómico), cuya historia es la de una joven (Katrina Katrell), que huye de su casa cuando su tutora la amenaza con una lobotomía. Ella busca refugio debajo de la calle y allí se encuentra con Mortimer, que pertenece a una raza subterránea de criaturas llamadas “zorgles”.

En esta ocasión, con La fábrica de los inventos, no estamos tan alejados ya que comienza con una feroz amenaza de parte de la madre, quien le dice al protagonista que si no se levanta en el instante, lo hervirá en una sopa y se lo servirá al padre, al mejor estilo del Enebro de los Hnos. Grimm.

La historia gira en torno a la visita a una fábrica donde se encuentran las cosas más insólitas y sorprendentes: la Denki-3000: la quinta compañía tecnológica más grande del mundo. Tras sus torres de cristal y pasadizos elevados hay una vieja mansión de la que surgen los inventos más increíbles.

Es una novela plagada de cierto suspenso, habitada de personajes extraños y hasta desagradables porque en su mayoría son feos o poco queribles. Criaturas encorvadas con aspectos de trol, la mandíbula prominente y los dientes rotos. Bichos minúsculos con alas -mitad insecto, mitad duendecillos-, que centelleaban en pleno vuelo. Bestias peludas enormes, corpulentas e inhumanas (con cuernos). Criaturas con demasiadas cabezas y así siguen las descripciones, que quizás de tan explícitas no resulten sorprendentes, pero son cuadros poco agradables a la vista.Son 31 capítulos dinámicos y entretenidos, salpicados de cierto coloquialismo y expresiones propias de los adolescentes (“No puedo creer lo cool que es tu tío”), en clara sintonía entre la historia y el discurso.

(*) literatura infanto juvenil