Gustavo Tognarelli, el arquero tatengue en el 89...

“Unión fue el River de la B”

Recuerda con mucho cariño aquella campaña y dice que “nosotros nos divertíamos adentro de la cancha”. Y lo refrenda: “Santa Fe fue un polvorín en esos días de la final con Colón”.

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Gustavo Tognarelli hoy, a los 53 años, en una jugosa charla con El Litoral.

Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

Admitió que lo emocionó el homenaje que le hicieron en Unión a los que ascendieron en el 89. Y a los 53 años, Gustavo Tognarelli, el arquero de aquél equipo de Zuccarelli, tiene el aplomo y la sabiduría que le dan los años, además de la sensibilidad para reconocer lo que hoy, 25 años después, le sigue provocando cosas. Estuvo en Santa Fe, recibió muchas visitas de amigos y se tomó el tiempo para hablar con El Litoral.

—¿Cómo fue que se pudo armar un equipo como ese del 89?

—La verdad que no lo sé (risas). Yo venía de hacer una buena campaña en Belgrano de Córdoba, Passucci de Boca, Pepe Castro de jugar la final de la Intercontinental con Argentinos unos años antes, Mario Alberto, Jorge García, Leo Madelón que venía de San Lorenzo... A mí me llamaron de Lanús para que juegue allí, pero me sedujo Unión. Jugar en Unión era jugar en el River de la B. Y no me equivoqué.

—Fue un torneo duro...

—Estaba Chaco For Ever, Lanús, Colón tenía un muy buen equipo. Fue una película soñada aquella del ascenso. La ciudad era un polvorín, una fiesta completa, no podías caminar por la calle. La presión era muy linda y muy grande a la vez. Perder la final hubiese sido muy doloroso.

—Pensar que al Flaco Zuccarelli le costó encontrarle la vuelta al equipo...

—Cuando terminó la primera rueda, se hablaba de que algunos nos íbamos a ir con rescisión de contrato. Después, todo cambió y terminamos divirtiéndonos adentro de la cancha.

—Pepe Castro siempre cuenta una anécdota de una charla muy importante y brava a la vez que hubo en la vieja cancha de básquet...

—La recuerdo. Ese plantel tuvo muchas discusiones internas, había diferencias por limar y, una vez que llegaron los resultados, se ensambló el grupo y la armonía se transmitió adentro de la cancha.

—¿Y aquélla final?, ¿sentiste temor antes de esos partidos?

—Temor no, pero sabíamos que no podíamos tirar por la borda la racha impresionante que traíamos, el nivel de juego alcanzado y la dimensión de ese partido, porque no es que al año siguiente había revancha: uno se quedaba en la B y el otro ascendía. Era muy fuerte.

—¿Cuál fue el mejor de los dos?

—Cuando ganamos el primero, sabía que el resultado estaba puesto. Yo sentía que el arco de Unión se había achicado y que era imposible que me metieran un gol. En ese partido en cancha de Colón, entramos y nos tiraron de todo... Fue hermoso.

—¿Por qué te fuiste de Unión?

—Tuve una discusión con el Flaco Zuccarelli. Yo había dejado de lado irme a México, me quedé y siempre digo que a los arqueros hay que respaldarlos en los momentos malos. En Newell’s, Scoponi tuvo momentos muy malos, yo era su suplente y lo bancaron. Y así salió adelante. Fueron cosas del momento aquello con el Flaco. Es fácil malinterpretar al arquero, porque un error del arquero es un gol.

—Por eso es que el arquero siempre es sospechado...

—Seguro... Y es algo ridículo, porque si un arquero es capaz de sacar una pelota de un ángulo, jamás va a permitir que se le meta una pelota entre las piernas... ¡Tan burro no es!... A mí me gustaba salir jugando rápido con las piernas y por ahí pasaba la pelota entre las piernas y es algo normal. Y ya está, el error se cometió y no hay más nada que discutir.

—¿Tuviste problemas en la vista?

—Sí, pero no en Unión. De Santa Fe me fui a Atlético de Rafaela y luego a Central Córdoba. Ya no disfrutaba en ese entonces del fútbol. Yo entraba a una cancha y hasta disfrutaba las puteadas que recibía, pero cuando me entraron a doler esas cosas me dije a mí mismo que era suficiente. Empecé a trabajar en inferiores y puntualmente en formación de jugadores, porque creo que es una parte del fútbol argentino en la que se trabaja mal.

—¿Faltan formadores?

—Los ex jugadores vamos a inferiores pero sin preparación para formar. El técnico de la Primera tiene que pensar en el resultado, pero el de inferiores tiene que trabajar en formar. En Europa lo están haciendo desde hace tiempo. No tiene sentido el resultado. Ni tampoco que el chico piense que él es más que el grupo.

—¿Qué rol ocupan los dirigentes?

—Fundamental. Los técnicos de inferiores cobran poco y aparecen menos jugadores. Esto debe ser analizado adecuadamente, porque al haber menos jugadores, si aparece uno bueno y de jerarquía, se lo podrá vender por una cifra importante. Hay que aumentar el presupuesto para que los buenos formadores, que los hay, puedan trabajar.

—¿Cómo conviven los chicos con la presión del técnico, de los padres y de los dirigentes?

—Bueno, el fútbol se ha comercializado. Hay que enseñarles que se pueden marear muy rápido y que algunos pueden quedarse en el camino. Por eso, hay que formarlos, a él y a la familia.

—¿Te gustaría dirigir en Primera?

—No. En Primera no hay proyecto y en inferiores sí. Newell’s, Colón, Unión tienen una zona muy buena de captación de jugadores, a eso hay que potenciarlo. Y no apurar el proceso, porque, para mí, el jugador argentino no madura hasta los 22 años. Estoy en Newell’s, trabajando con Theiler y me siento cómodo en inferiores.

 

Habló de los arqueros...

—¿Se forma el arquero?

—Hoy te enseñan a tirarte, a embolsar, cosa que en mi época no existía. Todo lo que incorporábamos era por lo que veíamos y no porque lo trabajábamos. Algunos técnicos te decían cosas, pero no lo entrenábamos y, para mí, no hay nada mejor que la repetición de cosas para mejorar.

—Lo que hubiese sido un Fillol o un Pumpido con un entrenador de arqueros, ¿no?

—Seguro. Pumpido le pegaba como los dioses a la pelota y no sé si es porque lo practicaba solo...

—Tuvo algunos espejos como Gatti o Irusta...

—Todos tuvimos algún espejo. Yo lo veía a Gatti cómo se paraba para achicar y aprendías algo, pero no porque lo entrenábamos. Era todo visual y perceptivo.

—¿Te gustó Romero en el Mundial?

—Rindió más de lo que todos esperábamos. Me encantó el alemán, una máquina casi perfecta, movimientos coordinados, era un líbero para su equipo, le pegaba a la pelota con los dos perfiles y un físico imponente.

"“La selección fue una clara muestra de que el grupo está por encima de las individualidades, por más buenas que éstas sean. Y por eso nos identificamos”.

Gustavo Tognarelli

Ex arquero de Unión, entrenador de inferiores en Newell’s.