Contrapunto

Nicolás Orlando Breglia y la Gran Logia de libres y aceptados masones

Rogelio Alaniz

Nicolás Orlando Breglia es desde este año el flamante Gran Maestre de la Gran Logia de Argentina, una de las instituciones más tradicionales de la Nación, que contó entre sus filas con próceres de la talla de Moreno, Belgrano, San Martín, Urquiza, Mitre, José Hernández y Sarmiento. Caracterizada por su defensa del pensamiento libre y las sociedades democráticas y republicanas, la masonería argentina se propone continuar forjando ciudadanos con estos ideales. Abogado laboralista y docente universitario, Breglia estuvo en nuestra ciudad acompañado de Ángel Jorge Clavero, el anterior Gran Maestre, para participar en las ceremonias de conmemoración de los 150 años de la Logia Estrella del Progreso, promovida por el constituyente Juan Francisco Seguí y que contó entre sus filas a hombres del nivel de Domingo Crespo, Marcial Candioti, Nicasio Oroño, Manuel Leiva y José María Echagüe, entre otros. Los actos se realizaron en el local de la logia santafesina de calle 9 de Julio. A continuación, las partes salientes de la conversación mantenida con Breglia.

—¿Cuál es hoy la situación de la masonería?

—Podemos decir que la institución está en franco crecimiento. La masonería está presente en la sociedad civil y política, una apertura que disfrutamos desde la recuperación de la democracia, porque, no se debe olvidar que la dictadura militar cerró nuestros templos.

—Tanta visibilidad pública no está reñida con el estilo histórico de la masonería?

—En la actualidad, y de esto ya hace varios años, la masonería no es una sociedad secreta, sino discreta. El secretismo tenía que ver con tiempos de persecuciones y represión, hoy se imponen otros comportamientos y es lo que hacemos.

—¿Qué tipo de hombre, de ciudadano, construye la masonería?

—Fundamentalmente estamos a favor de un hombre libre, un hombre solidario, lúcido y de buenas costumbres. La masonería se constituye sobre la base de un piso ético y la búsqueda permanente del conocimiento. Desde la perspectiva ética, un masón siempre se propone hacer lo que se debe hacer y no lo que se puede, como le gustaba decir a ese ilustre hermano que se llamó Leandro N. Alem. Para nosotros el fin nunca justifica los medios. La masonería es, en este sentido, una línea de conducta, una práctica de perfeccionamiento humano que otorga sentido y significado a una vida.

—Desde el punto de vista político, ¿qué tipo de sociedad defienden?

—Una sociedad democrática y republicana; una sociedad donde imperen la libertad y la justicia, y mantengan rigurosa actualidad los derechos humanos. Estamos a favor de una sociedad donde se prefiera la paz a la guerra, el entendimiento a la violencia, la decencia a la corrupción.

—¿Cuáles son las relaciones de la masonería con la Iglesia Católica?

—De diálogo, de respeto. La masonería no es, como se supone a la ligera, anticatólica. Muchos católicos, incluso sacerdotes, han participado en nuestras logias. Pienso, por ejemplo, en Belgrano, que era muy católico. O en el padre Agüero. El padre español de la Universidad de Zaragoza, Ferrer Benimelli, realizó una investigación donde comprueba que alrededor de cinco mil sacerdotes participaron en la masonería.

—Pero no podrá negar que los problemas con la Iglesia Católica efectivamente existieron.

—Por supuesto que existieron, pero no fue porque la masonería los haya alentado. Fíjese que las condenas de la Iglesia a la masonería nunca han sido por motivos religiosos, sino políticos. Por otra parte, a nadie se le escapa que para sacerdotes cerrados o preconciliares, la conducta de la masonería, abierta a todas las ideas, abierta al pensamiento libre y crítica de todos los dogmas, generó problemas no solo con católicos dogmáticos, también con protestantes y hombres de otras tendencias religiosas. Pero los tiempos han cambiado y las relaciones con las iglesias son muy buenas y hoy podemos decir que la intolerancia y el dogmatismo pertenecen al pasado aunque sobreviven en grupos muy minoritarios.

—Un peronista, ¿puede ser masón?

—Por supuesto. Y de hecho hubo y hay muchos.

—Sin embargo hay una declaración de la Gran Logia que establece que la masonería no es compatible con el comunismo, el fascismo y el peronismo.

—Eso está superado. La masonería está inserta en la sociedad y no puede dejar afuera por decreto a la mitad de la población de un país. Sería incompatible con nuestros principios.

—¿Y las mujeres?

—No hay mujeres. Nosotros nos regimos por normas centenarias creadas en un tiempo en el que la mujer estaba excluida.

—Pero hoy la mujer no está excluida.

—Por eso hay cambios. En principio luchamos por los plenos derechos civiles y políticos de la mujer. Asimismo, se patrocina la formación de orientes femeninos. Lo importante, en todos los casos, es formarse en una concepción democrática y republicana.

—¿Qué se exige para ser masón?

—En primer lugar, ser un hombre libre, ser un libre pensador dispuesto a defender la libertad, la paz y la justicia entre los hombres. En la masonería hay lugar para todas las expresiones políticas e ideológicas que no sean autoritarias o totalitarias. Radicales, socialistas, conservadores, peronistas, religiosos, todos pueden incorporarse, porque los valores que la masonería defiende son los valores que están presentes en las plataformas de todos los partidos democráticos y en los libros sagrados de todas las religiones.

—¿Qué importancia tienen los ritos?

—Disciplinan a las personas y las ayudan a pensar. Según el rito, el hermano tiene la posibilidad de hablar una sola vez en la tenida y si quiere acotar algo nuevo debe hacer un trabajo para la próxima tenida. El rito no sólo ayuda a pensar sino que enseña a escuchar.

—Puede entenderse la lucha de la masonería contra las monarquías absolutas y el oscurantismo religioso, pero en la actualidad ese programa estaría agotado.

—Hoy no habrá monarquías absolutas, pero los despotismos existen, los regímenes políticos autoritarios también. Lo mismo puede decirse de conductas personales dogmáticas. Por otra parte, ya se sabe que las libertades siempre están amenazadas y que la justicia es un objetivo que nunca se termina de lograr. Por lo tanto, la masonería tiene muchos aportes que hacer a los grandes dilemas que se presentan en el siglo XXI.

Caracterizada por su defensa del pensamiento libre y las sociedades democráticas y republicanas, la masonería argentina se propone continuar forjando ciudadanos con estos ideales.