Mirada desde el sur

Cristina, ¿dónde vas...?

por Raúl Emilio Acosta

¿Quo vadis, Cristina? Ha llegado el momento de preguntarse adónde va Cristina, porque tras Cristina vamos todos; ella es la presidente y éste es el gobierno que administra la cosa pública hasta el 10 de diciembre de 2015. No es poco. Debemos preguntarnos qué piensan hacer con nosotros, sus mandantes.

Cristina es evidente que no tiene vice. Quien votó a Cristina votó a Boudou. Lo que hoy decide Cristina es lo que mañana puede decidir Boudou; la situación se pone compleja al pensar en mañana. Más claro: si el mañana es Boudou no es un porvenir halagüeño.

Si uno dice “es Cristina quien nos manda; si no es Cristina, no hay nadie”. Bueno: ¿es Cristina quien ha resuelto esta mecánica de la deuda externa? ¿Es Cristina quien ha resuelto mantener a Boudou? ¿Es Cristina quien ha resuelto otorgarle el manejo de las cuestiones económicas a Kicillof de ese modo tan “aparatchik”, tan “comité central ampliado” ¿Es Cristina quien banca lo que pasa con diputados y senadores y la obediencia debida? ¿Es Cristina quien no habla de inflación y recesión? Sí.

En la oferta electoral de 2011 está nuestro yerro. O no. Según se mire con el corazón “camporizado” o simplemente “peronizado”. Cristina viene del peronismo y de una herencia ejecutada. Ella heredó el cargo por estrictas razones matrimoniales. Vivo NK era ostensible que ella era la reina pero él era el jefe. Se fue. Reina y gobierna. Help.

Uno de los puntos a considerar de este “¿Dónde vas, Cristina?”, de esta pregunta con aflicción personal y colectiva, es que hace cuatro años no supimos mirar que en el entramado está que quien tiene la mayoría de los votos tiene la suma de poder público. Este concepto es básico. De qué gobierno se trata, a qué democracia refieren los “cristinazos” de reina compungida y sufriente...

Para Cristina, el 54% fue la suma del Poder Público. No es así. Constitucionalmente no es así. (Risa). Sucede. Es la prepotencia de los votos y esa “falta envido” de un falso naipe: “Si querés hacer algo distinto armá un partido y que te voten”.

Ella no nos advirtió que iba a hacer esto y nosotros no advertimos que lo iba a hacer. Supuso que sabíamos. No es su culpa. Es su índole. Éste es el peronismo fundante de 1945, que arriaba administradores del radicalismo, del socialismo, del conservadurismo de provincia de Buenos Aires y del empresariado nacional. Con ello, el ejercicio de la prepotencia política y de la reparación a los sopapos de las injusticias sociales. El esqueleto es ése.

El 54% de los votos la convirtió en don Juan Manuel de Rosas. Y hace con ese poder lo que quiere, porque para eso es la dueña de todo el poder público. El 73/76 fue el estropicio guerrillero y la división entre el peronismo de Perón y delirios guevaristas en el movimiento. No fue su vida. No interesa. Allí está esa impronta del delirio como programa de gobierno (“qué lindo, qué lindo que va a ser/ el hospital de niños en el Sheraton Hotel”). Atención: en el relato en los '70 no hubo fracaso, muerte y delirio; sólo un ejército asesino.

Hay en esto un perverso juego del que somos parte: nosotros elegimos este gobierno, nosotros elegimos a Boudou, nosotros aceptamos este sistema y en este sistema todos los diputados y senadores que elegimos pertenecen a la misma secuencia. Nadie puede decir que Cristina traicionó al mandato popular. Lo que se puede decir es que no está haciendo lo que algunos dicen que hay que hacer. Bueno, allí vienen las elecciones.

Lo que sí es cierto es que algunas de las cuestiones sobre las que se monta la economía de la región no las está resolviendo la señora Cristina como las resuelve Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Perú. No las resuelve del mismo modo. ¿Eso es malo o es bueno? No lo sé, es diferente. Y nosotros, ¿somos entonces diferentes a Uruguay, Brasil, Paraguay, Perú, Bolivia y Chile? Sustancialmente, ¿somos diferentes? En el geno y el fenotipo, ¿somos diferentes? En la conformación social que nos llegó de origen y con la que nos encontramos en la vida y vamos reformulándonos, ¿somos diferentes? Lo que sí puede decirse es que ninguno de los países mencionados -y repito: Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Chile-, ninguno de esos países tiene la formulación política que tenemos nosotros. ¿Somos nosotros los buenos o los malos? Nosotros somos los que elegimos a Cristina. Ni Paraguay, ni Brasil, ni Bolivia, ni Perú, ni Chile, ni Uruguay eligieron a Cristina. Peronismo explícito. Nosotros la elegimos. Estamos fumando de ese tabaco.

Estamos en el imaginario del mundo peronista. Puestas así las cosas es fácil resolver la cuestión ¿Dónde va Cristina? A ningún lado. Se queda en los fondillos del peronismo y la revolución oral. Sueña con un sitio en la historia. Junto a Evita y al General. Superándolos. Mejores pilchas, mejor calidad de fotoshop. Todos los actores políticos tienen un sitio en la historia, pero no hay afeite ni silicona que resuelva los escritos de 2050 ¿O no aparece ahora un fiel y tonto escudero, Héctor Cámpora, como el héroe de la resurrección? Siempre hay otra historia. Varias. Cristina tiene un lío en su magín. Ella es una reina. Quiere escribir hoy lo que dirán en 2050. Cualquier clásico analista freudiano se lo explicaría en un solo toque de diván. No se puede. Cristina, por tanto, va a un imposible. Nos lleva atados.