Entrevista a Dayse Cristina Senna

“La educación ambiental es la clave para sostener las políticas”

Es especialista en planificación territorial y gestión ambiental. Durante 30 años, impulsó políticas ambientales que transformaron a Curitiba en una ciudad modelo. Varias décadas después, Santa Fe comenzó a dar pasos similares a los que inició la ciudad brasileña en la década del ‘80.

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Especialista. Dayse Cristina Senna disertó en las jornadas de Planificación Ambiental que organizó el municipio. Entre su extensa experiencia laboral, se desempeñó en el ayuntamiento de Curitiba, desde el año 1981 hasta el 2012.

Foto: Mauricio Garín

 

Lía Masjoan

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Desde hace unos años, la ciudad de Santa Fe ha comenzado a dar algunos pasos en pos de construir políticas ambientales sostenibles. La recolección diferenciada de residuos, el relleno sanitario y la planta de clasificación; el impulso a las cintas verdes, los cestos en altura y los retardadores pluviales, y la protección de áreas naturales -como la Reserva del Oeste- son ejemplos del incipiente camino iniciado.

Las segundas jornadas ambientales que se desarrollaron esta semana, con la participación de prestigiosos especialistas internacionales, fueron otra muestra de ello. Dayse Cristina Senna fue una las disertantes. Llegó desde Curitiba (Brasil), ciudad modelo por su ordenada planificación y sus políticas de conservación del ambiente, donde ocupó cargos en el Ayuntamiento relacionados con esta temática durante las últimas tres décadas.

“Cuando ingresé a la estructura ambiental municipal, en 1981, era pequeña y cuidaba sólo de parques y plazas. Pero luego se incorporó la preservación ambiental, que luego se cambió por conservación, y la educación ambiental como prioridad”, cuenta Dayse. Y muchas cosas empezaron a cambiar.

Como primera medida, censaron todas las áreas verdes que tenía la ciudad, públicas y privadas. “Queríamos conocer el potencial verde”. Bajo el amparo de una nueva ley de protección “hicimos un registro de bosques que deberían ser preservados en detrimento del crecimiento urbano”. Con esta herramienta legal, el plan director municipal estableció que se podía lotear un área mínima de 400 a 600 metros cuadrados. En caso de que afecte a un área protegida (establecida por ordenanza municipal), el loteo debía ser de 2.000 metros cuadrados, de los cuales el 70% debe conservarse y en el 30% restante se puede edificar. “Esto priorizó macizos vegetales mayores a 2.000 metros cuadrados. Y ahí conseguimos conservar una densidad de área verde de 51 metros cuadrados por habitante”, cinco veces más de lo que recomienda la OMS (10 metros cuadrados por habitante). En ese cálculo integran la arborización urbana de las calles, parques, plazas, jardines públicos, canteros de avenidas, y áreas privadas protegidas. La cuidad de Santa Fe tiene 8 m2 por habitante.

—¿Cómo tomó esta medida el sector inmobiliario? ¿Tuvieron presiones?

—Implicó un cambio de cultura pero aceptaron con facilidad porque lo acompañamos con mecanismos de incentivos, como reducción o eximición total de impuestos territorial urbano. Dimos beneficios y estímulos entonces no fue una medida antipática.

Basura que no es basura

Santa Fe empezó con la recolección diferenciada de residuos hace 4 años. Curitiba a fines de la década del ‘80 del siglo pasado. Y, en el proceso, la educación fue la llave del éxito. “Empezamos con programas de recolección diferenciada de basura dentro de los domicilios, una colecta selectiva puerta a puerta; la Municipalidad lanzó programas especiales como ‘Basura que no es basura’ y a interesar a empresas que compren esos materiales y los reciclen. Y se conjugó en las escuelas (públicas y privadas) con una gestión de educación ambiental”, contó la especialista.

—Si esto comenzó en los años ‘80, esa población hoy es adulta. ¿Qué beneficios ven en la actualidad, al haber incluido estas políticas tantas décadas atrás?

—Fue una generación que se crió con esta mentalidad. Hicimos un doble trabajo entre las Secretarías de Ambiente y de Educación, llevando a las escuelas programas de sensibilización y concientización. y la población adulta actual ya tiene estos conceptos interiorizados.

—¿Tuvieron que reforzar las campañas en medios y en las escuelas en algún momento?

—Recién en 2004, tuvimos que retomar las campañas para reforzar los conceptos porque vimos que la ciudad había crecido mucho y que había venido mucha gente de afuera de Curitiba que no tenía internacionalizada esa cultura. Pero Curitiba ingresó en el trabajo más profundo de las gestiones ambientales a través de la educación ambiental, que es clave para sostener las políticas. Y se tornaron tan fuertes que, a pesar de que cambiaron los funcionarios, los programas continúan.

Los carreros, un problema

Atraídos por la posibilidad de monetizar los residuos secos, a finales de la década del ‘90 comenzaron a aparecer en Curitiba los recolectores informales. Llegaron a circular por sus calles unos 2.000, principalmente por las noches que era cuando los comerciantes y vecinos sacaban la basura clasificada. La misma situación se da todavía en Santa Fe, donde se estima que hay unos 700 carreros.

—¿Cómo hicieron para ordenar esta situación?

—Tuvimos un programa de adiestramiento, los censamos, les dimos condiciones de transporte y fajas reflectivas. Hoy existe un programa que se llama ecociudadano que los organizó en cooperativas, y trabajan en galpones regionalizados, porque cuando ellos ingresaron en ese sistema de recolección de residuos sentían que el municipio les sacaba lo que ellos podían ganar. Entonces lo que hicimos fue recolectar todo y llevarles el 50 % a ellos y el resto a la usina de residuos municipal. Nosotros los vendemos y generamos recursos que se invierten en obras sociales.

Inclusión del área metropolitana

El relleno sanitario de Curitiba recibe los residuos de otras ciudades que conforman el área metropolitana. Aquí, si bien hay una ordenanza que lo autoriza, todavía no se ha podido implementar porque las comunas más chicas dicen no tener recursos económicos para trasladarlos hasta aquí. “Lo que hemos hecho allá es colocar estaciones de transbordo en el límite de las ciudades, donde el municipio madre busca los residuos de las ciudades más chicas y los lleva al relleno”, contó Dayse. Pero deben pagar por ese servicio, con lo cual no resuelve el problema económico.

Roberto Celano, subsecretario de Ambiente de la Municipalidad de Santa Fe, dijo que “el problema es que en las comunidades más pequeñas no tienen incorporado en el impuesto municipal el pago de la disposición de residuos, sólo cobran por alumbrado, barrido y limpieza. En la medida en que no lo incorporen, no van a poder traer sus residuos a Santa Fe. Es una decisión política que deben asumir”, cerró.

El dato

Perfil

Dayse Cristina Senna cuenta con numerosos posgrados y másters en Planificación Territorial y Gestión Ambiental, especialización en Administración Pública, Políticas Públicas y Medio Ambiente, Especialización en Ingeniería Forestal en el Área de Conservación de la Naturaleza. Se desempeñó en el ayuntamiento de Curitiba, desde el año 1981 hasta el 2012.

Consejos desde la experiencia

Para la especialista brasileña, Dayse Cristina Senna, el camino del éxito es “el fortalecimiento del poder local, a través de las estructuras públicas pero también del sector privado. Yo soy municipalista y creo que los problemas se resuelven en la esfera municipal porque es delante de tu casa que está la basura o la cloaca a cielo abierto, y el poder local tiene que ser fortalecido en el sentido de poder resolver los problemas localmente”. Cree, además, que el control social es muy importante, y para eso recomienda “formar consejos de participación comunitaria porque eso sostiene las políticas”.

Respecto de Santa Fe, opinó que “está en un camino favorable, ha empezado a establecer políticas medioambientales conscientemente, de un alcance efectivo para los ciudadanos y programas de protección ambiental de áreas especiales”.