editorial

  • El Estado nacional y una empresa privada harán frente a una inversión de 2.500 millones de pesos para construir el edificio más alto de Latinoamérica.

La torre más alta y las prioridades del país

Los anuncios de obras faraónicas representan, seguramente, unos de los momentos más placenteros para la mayoría de los gobernantes. No importa si se trata de proyectos prioritarios o necesarios. Incluso, tampoco parece demasiado importante el hecho de que su realización sea factible.

Cristina Fernández acaba de anunciar la construcción de la torre más alta de América Latina, dentro del Polo Audiovisual de la Isla Demarchi, en la ciudad de Buenos Aires, un proyecto que ya había sido anunciado por la presidente a mediados de 2012.

Se trata de una construcción que -de concretarse- tendrá una altura de 335 metros, 67 pisos y 216 mil metros cuadrados destinados a distintos sectores de la producción audiovisual, áreas gastronómicas, hotelería y otros usos complementarios. Sólo será superada en altura en el continente americano por el Empire State de Nueva York y la Torre Sears de Chicago.

Según dijo Cristina, la obra comenzará antes de fin de año y estará concluida en cinco años. La inversión será un emprendimiento conjunto entre el Estado nacional y la empresa Riva SA, y superará los 2.500 millones de pesos.

Pocas horas después del anuncio, el diario La Nación publicó en primera plana el informe Barómetro de la Deuda Social de la Infancia para 2013, elaborado por la Universidad Católica Argentina, según el cual en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense viven 1,3 millones de chicos de hasta 17 años que son pobres. Del total, 290.000 son indigentes.

En el total de la población urbana de la Argentina -el relevamiento de la UCA abarca 5.700 hogares de 19 áreas urbanas-, la pobreza entre los menores de 18 años se calcula en 38,8%, contra el 37,2% de 2012. Esto significa que unos 5 millones de niños y adolescentes son pobres. Y entre ellos, unos 800.000 (9%) son indigentes.

Como era de esperar, el gobierno reaccionó indignado ante la publicación de este relevamiento. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, habló de una estrategia que apunta a “difundir índices falsos desde la oposición, decir que nada se hizo, que las políticas públicas no sirven para nada”. Incluso, adelantó que en caso de llegar al gobierno, la oposición “eliminará todas las políticas sociales”.

De todos modos, el chaqueño reconoció que “faltan muchas cuestiones, viviendas por construir, hermanos que necesitan gas, agua potable, redes cloacales, pavimento urbano. Nadie duda ni discute lo que falta. Pero nadie discute los logros y resultados contundentes”.

No se trata de caer en el simplismo de oponerse a la construcción de la torre más alta de Latinoamérica y de un faraónico polo audiovisual por el hecho de que en la Argentina existen millones de personas que carecen de condiciones básicas para vivir con dignidad.

Sin embargo, sí vale la pena preguntar cuáles son en estos momentos las prioridades del gobierno y de qué manera se utilizan los recursos públicos.

En la provincia de Santa Fe, por ejemplo, desde hace años el Estado nacional no invierte un solo peso en la construcción de viviendas. En cambio, en distritos políticamente afines se han construido centenares de miles de nuevas casas destinadas a familias que no tienen la posibilidad de acceder a un techo propio.

¿Es en estos momentos prioritario para el país contar con el edificio más alto del subcontinente?

Los datos de la realidad son irrefutables. Para millones de argentinos, el acceso a infraestructura básica sigue siendo una cuenta pendiente.

En la provincia de Santa Fe, por ejemplo, desde hace años el Estado nacional no invierte un solo peso en la construcción de viviendas.