Alimentos sustentables

Amaranto por dos y sin químicos

Un trabajo de la UNL demostró que en Santa Fe se puede producir ese grano de manera natural, con niveles de micotoxinas permitidos por la legislación de la Comunidad Económica Europea y que con riego artificial se puede producir más del doble del cultivo.

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Planta sagrada. Desde la época de los Incas y los Mayas, el cultivo presenta beneficios para una demanda gradual de alimentos sanos.

Foto:Gentileza UNL

 

El experimento se realizó cerca de Reconquista con granos de Amaranthus mantegazzianus orgánico, ya que no se le aplicó ningún producto de síntesis química. “Con el riego natural se cosecharon 723 kilos por hectárea (kg/ha), mientras que con el sistema de riego artificial se obtuvieron 1.880 kg/ha, debido al uso eficiente del agua en la producción del grano, como también un mejor desarrollo y estado fisiológico de la planta”, explicó Griselda Viano, que realizó su tesis sobre el tema en la UNL - Centro Universitario Reconquista Avellaneda - Facultad de Ingeniería Química (FIQ) para la Licenciatura en Ciencias y Tecnología de Alimentos.

La importancia de la experiencia reside en que se trata de un avance sobre un cultivo con cualidades alimenticias importantes. “China siembra unas 150 mil ha de amaranto, ya que suple la carencia de proteínas de la carne. Contiene el aminoácido lisina, de alto valor biológico, en cantidades significativamente superiores a las que se encuentran en los cereales. La idea es usar el amaranto como un complemento en la industria harinera”, explicó la especialista.

Recuento fúngico

Según Viano, la evaluación fúngica arrojó la conclusión de que en ambos sistemas de riego existía la misma diversidad, aunque notaron un recuento mayor en el sistema de riego natural. “Observamos que los géneros que presentaron una frecuencia mayor al 50 por ciento para ambos sistemas de riego fueron Cladosporium, Acremonium y Fusarium. Éste último sólo se observa con ese porcentaje en el sistema de riego natural. De la misma forma se comportó la abundancia, siendo Cladosporium el de mayor cantidad en el sistema de riego artificial que en el de riego natural”, especificó.

A la vez, destacó que los géneros encontrados corresponden en mayor proporción a hongos de campo, como Fusarium, Cladosporium o Alternaria, que invaden las semillas cuando éstas se están desarrollando en la plantas o después que han madurado pero antes de que sean cosechados, a diferencia de los hongos de almacenamiento como Aspergillus, Penicillium y otros.

“Los hongos de campo provocan una disminución en el poder germinativo de la semilla, pérdida de la calidad del grano, aunque también pueden producir sustancias tóxicas para los animales y el hombre. Entre esos mohos, el género Fusarium, presente en ambos sistemas de riego, tuvo mayor presencia en el sistema de riego natural, lo cual puede deberse a una maduración de las panojas más tardía con respecto al riego artificial, asociado a las condiciones climáticas al momento de la cosecha y secado de las panojas, con períodos más intensos de lluvia y humedades relativas altas. Es relevante la identificación de las especies debido a que éste género es potencialmente productor de diferentes micotoxinas como zearalenona y deoxinivalenol”, argumentó Viano.

Niveles aceptables

Al mismo tiempo, apuntó que los niveles de micotoxinas encontrados no fueron muy elevados, por lo cual no son nocivos para la salud. “Los promedios están por debajo de lo permitido por la Comunidad Económica Europea. Son legislaciones que ponen límites, pero se concluye que estamos dentro de valores permitidos. Además, de mezclarse con otras harinas no habría un aporte muy importante de micotoxinas”, advirtió.

“Una gran cualidad del amaranto es que se puede sembrar en tierras marginales, lo cual es una gran ventaja, porque no compite por las mismas superficies donde se siembran los cereales. La tendencia es llegar a producir semillas de calidad sin el agregado de productos de síntesis química, para cuidar la salud del consumidor y preservar el medio ambiente”, finalizó Viano.

Una mano de la biotecnología

Eduardo Pagano, docente de la cátedra de Bioquímica de la FAUBA, indicó que se espera la llegada de una nueva generación de plantas más eficientes para controlar plagas y malezas, con eventos biotecnológicos que incorporan genes de resistencia a insectos, apilados con otros que resisten a herbicidas, más allá del glifosato. Estos materiales se encuentran en diferentes fases de evaluación o a la espera de ser aprobados por organismos oficiales de control. Pagano aseguró que la biotecnología representa una herramienta útil para aumentar la productividad de los cultivos. Pero observó que un desarrollo tecnológico sustentable debería incluir no sólo la introducción de un gen foráneo en una planta, sino también cambios radicales en los sistemas de producción, como sucedió en las últimas décadas con la adopción de la siembra directa, y otras buenas prácticas agrícolas, como la rotación de cultivos. “El uso de refugios para evitar la aparición de resistencias en insectos no tiene objeciones desde el punto de vista conceptual”, dijo. “La aparición de eventos apilados permitiría agregar una herramienta más al manejo integrado de plagas. Muchos genotipos que hoy presentan dos o más transgenes están destinados a un control simultáneo de malezas y de insectos, pero es creciente la aparición de aquellos que expresan más de una proteína insecticida cuyo propósito fundamental es el manejo de la resistencia”.