editorial

  • Cuando la realidad se simplifica a través de consignas, la misma realidad luego se ocupa de contradecir a sus despreocupados voceros.

Los buitres y la realidad del mundo

La presidente ha incorporado a la jerga del relato oficial el término “fondos buitres”, una denominación despectiva para referirse a los fondos de inversión que no aceptan los términos de la reestructuración de la deuda planteada en su momento por el gobierno argentino. La denominación, que de hecho tiene una larga historia, ha tenido un notable efecto propagandístico y en la actualidad es una de las consignas agitadoras preferidas por los seguidores del oficialismo.

Como suele ocurrir cuando la realidad se simplifica a través de consignas, la misma realidad luego se ocupa de contradecir a sus despreocupados voceros. Así fue cuando la señora presidente se despachó contra los fondos de inversión BlackRock, acusándolos de buitres y enemigos del pueblo. BlackRock es uno de los fondos de inversión más poderosos del mundo, con recursos que superan los tres billones de dólares. Su incidencia en empresas como Santander, Telefónica y BBVA es reconocida, un detalle que debería haber tenido en cuenta antes de demonizarlo.

Para el tema que nos ocupa, los problemas se presentaron cuando el gobierno nacional intentó aplicar la llamada “ley antiterrorista” a la empresa Donnelley, considerada por los juveniles seguidores del oficialismo como un arquetipo de las aves carroñeras. Quien la obligó a retornar al principio de realidad fue el ingeniero Miguel Galluccio, informándole que si los fondos BlackRock se retiraban, las acciones de YPF caían a pico, porque es un inversor importante en papeles de esa compañía.

La propaganda irresponsable, el empleo de consignas facilistas y demagógicas suelen provocar estas contradicciones. Algo parecido sucede cuando después de una nueva andanada de ataques verbales contra los fondos buitre, la presidente no tuvo empacho en reunirse con quien, de acuerdo a su propia jerga, debería ser el buitre mayor que vuela por los cielos del capitalismo salvaje. Nos referimos a George Soros, con quien la presidente no tuvo reparos en fotografiarse con una solvencia que hubiera envidiado Margaret Thatcher.

George Soros es considerado uno de los hombres más ricos del mundo, fortuna que se multiplicó exponencialmente cuando en 1992 le torció el brazo al Banco de Inglaterra, lo que provocó la salida de la libra esterlina del Grupo Monetario Europeo. Soros es en la actualidad el titular de Quantum Fund, uno de los principales fondos de cobertura en el mundo. El financista es, además, un discípulo declarado de Karl Popper y un militante a favor de las causas liberales en el mundo. Entre sus iniciativas políticas se destaca el apoyo al Movimiento Solidaridad en Polonia y a Carta 77 en Checoslovaquia, lo que lo transformaría -si el gobierno nacional fuera coherente con su relato- en uno de los enemigos declarados de la humanidad.

La construcción de un discurso oportunista y demagógico suele provocar estas contradicciones. No sería sorprendente que de aquí en adelante el kirchnerismo distinga entre fondos buenos y fondos malos, o entre buitres buenos y buitres malos. Mucho más sincero y honesto sería admitir la realidad, hacerse cargo de que los fondos de inversión y los fondos de pensión manejan el setenta y cinco por ciento del PBI mundial y son instituciones indispensables a la hora de financiar empresas y particulares.

Los fondos de inversión y los fondos de pensión manejan el setenta y cinco por ciento del PBI mundial y son indispensables para financiar empresas.